El agua y el alto precio de la mala econom¨ªa
El pensamiento econ¨®mico actual nos lleva a considerar s¨®lo los beneficios del saqueo al planeta e ignorar los da?os
Casi 30 a?os despu¨¦s de las negociaciones globales para abordar el cambio clim¨¢tico, los esfuerzos para controlar el problema est¨¢n rezagados, lo que refleja un progreso estancado hacia la creaci¨®n de una trayectoria sostenible en t¨¦rminos m¨¢s amplios. Cada a?o de retraso aumenta la urgencia del problema y la necesidad de mantener la resiliencia de la Tierra contra los efectos m¨¢s graves del calentamiento global.
Han pasa...
Casi 30 a?os despu¨¦s de las negociaciones globales para abordar el cambio clim¨¢tico, los esfuerzos para controlar el problema est¨¢n rezagados, lo que refleja un progreso estancado hacia la creaci¨®n de una trayectoria sostenible en t¨¦rminos m¨¢s amplios. Cada a?o de retraso aumenta la urgencia del problema y la necesidad de mantener la resiliencia de la Tierra contra los efectos m¨¢s graves del calentamiento global.
Han pasado 17 a?os desde que el Informe Stern alert¨® al mundo sobre los costos de la inacci¨®n ante el cambio clim¨¢tico, y dos a?os desde que el Informe Dasgupta hizo lo mismo con respecto a la biodiversidad y los fundamentos ecol¨®gicos de nuestras econom¨ªas. Ahora est¨¢ surgiendo un consenso de expertos similares en torno a la seguridad h¨ªdrica. Pero la mayor¨ªa de los pa¨ªses todav¨ªa no parecen entender que descuidar el agua podr¨ªa deshacer el progreso logrado en otros frentes. Nos enfrentamos a una crisis mundial del agua que merece el mismo nivel de atenci¨®n, ambici¨®n y acci¨®n que las crisis clim¨¢tica y de biodiversidad.
Los v¨ªnculos entre las crisis clim¨¢tica, de biodiversidad y de agua apuntan a una cuesti¨®n fundamental: nuestras econom¨ªas se basan en una econom¨ªa defectuosa. El pensamiento econ¨®mico actual nos lleva a considerar s¨®lo los beneficios del saqueo del planeta, e ignorar externalidades como el da?o ambiental. Esta mala contabilidad nos hace parecer m¨¢s ricos cuando en realidad nos estamos volviendo m¨¢s pobres, agotando las fuentes de nuestro bienestar a costa de las generaciones futuras.
Peor a¨²n, el mismo pensamiento da como resultado pol¨ªticas inadecuadas. Siempre estamos reaccionando a las fallas del mercado y luchando por llenar los vac¨ªos financieros, cuando deber¨ªamos buscar estrategias proactivas para configurar la econom¨ªa para el bien com¨²n.
La visi¨®n miope del mundo reflejada en el pensamiento econ¨®mico actual ¡ªy en nuestra sobreexplotaci¨®n de los recursos naturales a escala global¡ª ahora corre el riesgo de desestabilizar a todo el planeta. Ya hemos perturbado seis de los ¡°nueve procesos que son cr¨ªticos para mantener la estabilidad y resiliencia del sistema Tierra en su conjunto¡±. Los l¨ªmites que estamos traspasando ¡ªque incluyen el cambio clim¨¢tico, la p¨¦rdida de biodiversidad y el cambio del agua dulce¡ª definen un espacio operativo seguro para la humanidad. Al ignorarlos, hemos aumentado el riesgo de cambios ambientales abruptos o irreversibles a gran escala que amenazar¨ªan gravemente a la civilizaci¨®n humana.
El Informe Dasgupta pidi¨® un cambio fundamental en el pensamiento econ¨®mico basado en s¨®lidos principios de sostenibilidad, imaginando una econom¨ªa que opere ¡ªen todas las escalas¡ª dentro de l¨ªmites cient¨ªficamente definidos. Tenemos un presupuesto finito cuando se trata de sistemas ambientales como el agua, la biodiversidad, el carbono, el nitr¨®geno, el f¨®sforo, los contaminantes y los suelos. Necesitamos una econom¨ªa que funcione dentro de estos presupuestos de manera eficiente y socialmente responsable.
Sin una atenci¨®n urgente, sist¨¦mica y colectiva a los v¨ªnculos inextricables entre el cambio clim¨¢tico, las crisis h¨ªdricas y la p¨¦rdida de biodiversidad, no puede haber un futuro sostenible, porque la inacci¨®n en un ¨¢rea invariablemente repercute en los dem¨¢s. Los humedales y los bosques son las mayores reservas de carbono del mundo y dependen de un ciclo h¨ªdrico estable y de una biodiversidad pr¨®spera. Los sumideros de carbono terrestres absorben alrededor del 25% de nuestras emisiones de di¨®xido de carbono. Sin ellos, el CO2 atmosf¨¦rico ser¨ªa de 500 partes por mill¨®n en lugar de las 420 ppm actuales.
La eliminaci¨®n gradual y urgente de los combustibles f¨®siles es necesaria pero no suficiente. Incluso si pudi¨¦ramos descarbonizar la econom¨ªa ma?ana, todav¨ªa no tenemos un futuro sostenible hasta que tomemos medidas para mantener los sistemas h¨ªdricos y los h¨¢bitats naturales. La ciencia ahora muestra que la p¨¦rdida de naturaleza por s¨ª sola puede hacernos fracasar en el objetivo del acuerdo clim¨¢tico de Par¨ªs de limitar el calentamiento global a 1,5¡ãC por encima de los niveles preindustriales, dando paso a un mundo en el que millones de personas en entornos vulnerables ya no podr¨ªan adaptarse.
La salvaguardia de los recursos h¨ªdricos y la biodiversidad debe ser una prioridad junto con la descarbonizaci¨®n a medida que hacemos la transici¨®n hacia una econom¨ªa que opere dentro de l¨ªmites planetarios seguros. Siguiendo los pasos del Informe Stern sobre la econom¨ªa del cambio clim¨¢tico y el Informe Dasgupta sobre la econom¨ªa de la biodiversidad, la Comisi¨®n Mundial sobre la Econom¨ªa del Agua insta a un cambio similar en la cuesti¨®n del agua.
Este nuevo pensamiento se basa en tres pilares. En primer lugar, debemos tratar el ciclo mundial del agua como un bien com¨²n que se gobierna colectivamente y en inter¨¦s de todos. El agua no s¨®lo est¨¢ cada vez m¨¢s entrelazada con el cambio clim¨¢tico y el agotamiento del capital natural del planeta; tambi¨¦n es una fuente importante, aunque subestimada, de interdependencia entre pa¨ªses.
En segundo lugar, debemos ir m¨¢s all¨¢ de un enfoque reactivo de fijaci¨®n del mercado hacia uno proactivo de configuraci¨®n del mercado que catalice la inversi¨®n en agua y fije adecuadamente los precios de las externalidades negativas. S¨®lo con una nueva mentalidad econ¨®mica podr¨¢n los gobiernos valorar, gobernar y financiar el agua de una manera que impulse la transformaci¨®n que necesitamos.
En tercer lugar, abordar nuestros desaf¨ªos interrelacionados requiere ¡°combinaciones de pol¨ªticas¡± hol¨ªsticas, intersectoriales y orientadas a resultados, en lugar de las intervenciones aisladas que han caracterizado la formulaci¨®n de pol¨ªticas econ¨®micas hasta ahora. Las estrategias econ¨®micas orientadas a una misi¨®n pueden movilizar a todos los ministerios, sectores y partes relevantes en torno a objetivos espec¨ªficos relacionados con el agua, y los instrumentos e instituciones orientadas a los resultados pueden ayudarnos a alcanzarlos.
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Clim¨¢tico (COP28) en Dub¨¢i ofrece una oportunidad para lograr un avance significativo. La creciente evidencia cient¨ªfica de que hemos desestabilizado el ciclo global del agua del que todos dependemos es una clara indicaci¨®n de que nuestros esfuerzos colectivos han sido insuficientes, incluso despu¨¦s de tres d¨¦cadas de negociaciones clim¨¢ticas de la ONU y una d¨¦cada despu¨¦s de la fundaci¨®n de la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de ecosistema. Las cuestiones relacionadas con el agua ya no pueden ignorarse. Si no las abordamos urgentemente junto con nuestros otros desaf¨ªos interrelacionados, el progreso que logremos en otras ¨¢reas ser¨¢ en vano.
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