Frutas con ¡®copyright¡¯ que enfrentan a agricultores y multinacionales
El uso furtivo de variedades vegetales ha llevado a varios citricultores ante la justicia
La Nadorcott es una variedad de mandarina que se caracteriza por tener un delicado equilibrio de ¨¢cidos. De llamativo tono naranja rojizo, es muy f¨¢cil de pelar y su producci¨®n es generosa. Adem¨¢s, su periodo de cosecha es amplio, lo que la convierte en una apuesta segura para los productores por su disponibilidad en el mercado. El descubrimiento de este rentable c¨ªtrico fue, no obstante, fruto del azar. En los a?os ochenta, un agricultor marroqu¨ª llamado El Bachir Nadori ob...
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La Nadorcott es una variedad de mandarina que se caracteriza por tener un delicado equilibrio de ¨¢cidos. De llamativo tono naranja rojizo, es muy f¨¢cil de pelar y su producci¨®n es generosa. Adem¨¢s, su periodo de cosecha es amplio, lo que la convierte en una apuesta segura para los productores por su disponibilidad en el mercado. El descubrimiento de este rentable c¨ªtrico fue, no obstante, fruto del azar. En los a?os ochenta, un agricultor marroqu¨ª llamado El Bachir Nadori observ¨® que entre sus mandarinos comenzaban a crecer c¨ªtricos que pod¨ªan madurar sin semillas. Resultado de una polinizaci¨®n cruzada aleatoria, el descubrimiento atrajo la mirada de investigadores estadounidenses y marroqu¨ªes. Fue registrada como variedad protegida en 2006 y es propiedad de Nador Cott Protection, una sociedad ligada a la familia real de Marruecos.
Desde entonces, esta mandarina ha sido protagonista en las mesas de muchos hogares y en los juzgados. En los noventa, la variedad se volvi¨® muy popular en el litoral mediterr¨¢neo, donde, atra¨ªdos por su fama, muchos agricultores se lanzaron a plantar ¨¢rboles de este tipo. La fiesta termin¨® con las primeras demandas.
Los productores alegaron que este c¨ªtrico se hab¨ªa cultivado toda la vida en la regi¨®n con el nombre de Afourer y, por tanto, no ten¨ªa due?o. Pero el Club de Variedades Vegetales, que en Espa?a representa los intereses de los obtentores, ha defendido que estos frutales tienen copyright. Y no pagar royalties implica aprovecharse de un trabajo que ha costado dinero y a?os de investigaci¨®n. Dejan a los agricultores dos caminos: o pagan el canon y llegan a un acuerdo o se enfrentan a un pleito.
Las discusiones que han llegado a tribunales (hay m¨¢s de una treintena de fallos) han acabado, en su mayor¨ªa, en condenas contra los agricultores. El antecedente m¨¢s reciente es de finales de 2023. Un juez de Valencia emiti¨® un fallo en contra de un citricultor murciano, que ya hab¨ªa sido condenado a arrancar m¨¢s de 4.000 ¨¢rboles de esta variedad. Por hacer negocio con los frutos entre 2017 y 2022 el propietario tendr¨¢ que pagar una indemnizaci¨®n equivalente a cinco a?os de cosecha.
Las variedades vegetales funcionan con un mecanismo legal similar a las patentes. La autoridad concede un premio al descubridor de una innovaci¨®n relevante para la comunidad. De manera que, por su esfuerzo investigador, el obtentor consigue un derecho de explotaci¨®n exclusivo. As¨ª, cualquiera que quiera hacer negocio con una planta registrada debe pagar un canon.
El tal¨®n de Aquiles de esta suerte de patentes es que se pueden robar con relativa facilidad. Basta con utilizar injertos de la planta protegida o reutilizar semillas para conseguir explotar un cultivo a espaldas de su creador. Esta brecha ha alimentado la proliferaci¨®n de disputas en el transcurso de los a?os. Pero explotar plantas registradas sin permiso de sus creadores y salir de rositas no es sencillo. Las multinacionales no han reparado en gastos para destapar los cultivos pirata y est¨¢n dispuestas a pleitear contra quien haga falta por defender lo suyo.
De hecho, es frecuente que las compa?¨ªas obtentoras contraten detectives. Estos suelen ser ingenieros agr¨®nomos que tienen la misi¨®n de peinar los campos en busca de explotaciones irregulares, tal como explica Isabel P¨¦rez-Cabrero, asociada del departamento de Propiedad Industrial e Intelectual de Garrigues. ¡°Los informes elaborados por estos profesionales constituyen una de las primeras pruebas empleadas para iniciar procesos judiciales en defensa de los derechos del titular de la variedad¡±, explica la especialista.
Esquivar el pago de estos c¨¢nones suele traducirse en problemas para el agricultor si es descubierto. ¡°Un juez puede ordenar al propietario destruir la plantaci¨®n y todo el material vegetal utilizado ilegalmente¡±, apunta Pedro Tent, socio de Garrigues del mismo departamento, lo que implica arrancar ¨¢rboles y paralizar cualquier comercializaci¨®n. Adem¨¢s, el agricultor cazado puede ser condenado a ¡°indemnizar al titular leg¨ªtimo por los da?os y perjuicios sufridos¡±, compensaciones sumamente abultadas al abarcar ¡°todo el beneficio obtenido con la explotaci¨®n ilegal¡±. ¡°Las indemnizaciones¡±, explica Rafael L¨®pez Moya, director de Pons IP Valencia y experto en variedades vegetales, deben compensar ¡°el valor de la p¨¦rdida¡±, pero tambi¨¦n, agrega, ¡°el lucro cesante¡± y ¡°el desprestigio de la variedad protegida¡±.
El especialista explica que ¡°hasta hoy se han registrado 4.224 licencias de explotaci¨®n de derechos de obtentor en Espa?a¡±, presumiblemente ¡°con car¨¢cter oneroso¡±. Un dato que refleja ¡°la tendencia dominante en la forma de explotaci¨®n de este tipo de derecho de propiedad industrial¡± en los campos espa?oles, valora L¨®pez. Las estimaciones del sector es que en nuestro pa¨ªs utilizar variedades protegidas es la t¨®nica habitual en cultivos como cereales y hortalizas (tomates, patatas, lechugas¡). Es, en cambio, menos com¨²n en plantaciones de mayor arraigo, como el olivar, por ejemplo, donde la tradici¨®n es utilizar variedades aut¨®ctonas que todos conocen (y no son de nadie).
La alta competitividad y la volatilidad de los precios hace que las obtentoras se muestren vigilantes para proteger sus variedades, en especial si son baratas, sabrosas, soportan condiciones meteorol¨®gicas extremas o producen frutos f¨¢ciles de pelar. Hasta el punto de que ¡°existen entidades privadas¡±, explica Mar¨ªa Corral, asociada en el departamento de biotecnolog¨ªa y ciencias de la vida de ABG Intellectual Property, que ¡°asocian a obtentores vegetales y se encargan de la gesti¨®n de las licencias¡± en un territorio. La misi¨®n de estas agrupaciones es pleitear: cualquiera que quiera esquivar el pago de los royalties tendr¨¢ que explicar por qu¨¦ en un juzgado.
Demandas y Luxemburgo
La guerra judicial por la mandarina Nadorcott aún colea. En concreto, en Luxemburgo: hace un mes, el Tribunal General de la Unión Europea escuchó las alegaciones de Nador Cott Protection, sociedad ligada a la familia real de Marruecos, y de Carpa Dorada, titular de los derechos de explotación comercial de la variedad para España y Portugal. Ambas encaran una demanda de la empresa Eurosemillas, una mercantil que desde 2016 defiende que el registro de la mandarina Nadorcott fue ilegal. Esta variedad no era novedosa, asegura Eurosemillas, es decir, ya existía en el mercado, bajo la denominación Afourer. Es el mismo argumento que esgrimen los agricultores valencianos y murcianos pero que, por ahora, los jueces españoles han rechazado.
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