La extrema derecha neerlandesa no est¨¢ para monumentos
La rehabilitaci¨®n de edificios hist¨®ricos requiere invertir 770 millones de euros, pero el Gobierno mira para otro lado
El cierre por reformas, desde este enero y hasta 2027, del Museo Prinsenhof de la ciudad neerlandesa de Delft ha puesto de relieve el mal estado de una parte de los 63.000 monumentos nacionales en Pa¨ªses Bajos. El 15% de los que no son residenciales, entre ellos iglesias, monasterios, molinos o faros, necesitar¨¢n una inversi¨®n de 770 millones de euros durante la pr¨®xima d¨¦cada para obras de restauraci¨®n. El objetivo era reducir la cifra de las construcciones afectadas al 10% para 2033, pero el actual Gobierno, con mayor¨ªa de la extrema derecha del Partido por la Libertad (PVV), de Geert Wilders, no tiene previsto por ahora destinar fondos adicionales para ello.
El anuncio de que no se efectuar¨¢ ese desembolso lo hizo en septiembre pasado el ministro de Educaci¨®n, Cultura y Ciencia, Eppo Bruins. Dijo que su departamento es uno de los m¨¢s afectados por los recortes presupuestarios pactados por la actual coalici¨®n de cuatro partidos de derecha en el poder. Debido a ello, no cre¨ªa que pudiese disponer de dinero para esta partida durante su mandato. En conjunto, la responsabilidad sobre los monumentos recae tambi¨¦n sobre las provincias, los consejos locales y los propietarios, si los hubiera. En caso de escasez presupuestaria, la legislaci¨®n establece que primar¨¢ el mantenimiento sobre innovaciones como ampliar una entrada.
El c¨¢lculo de los 770 millones de euros adicionales aparece en un informe elaborado por el Gobierno anterior, cuyo primer ministro era Mark Rutte, actual secretario general de la OTAN. Dicha cifra solo inclu¨ªa parcialmente los costes de reparaciones interiores y de cimientos. No figuraban los derivados de la sostenibilidad o accesibilidad de los edificios en cuesti¨®n. En 2023, el Ejecutivo liber¨® 15 millones de euros para una serie de restauraciones urgentes, y los municipios y las provincias duplicaron despu¨¦s esa cantidad. El dinero se destin¨®, entre otros, al acuario del zoo Artis, de ?msterdam, el primer parque de su clase abierto en Pa¨ªses Bajos en 1838; la iglesia de San Nicol¨¢s (Bovenkerk) de la localidad de Kampen (al centro-este), que guarda dos ¨®rganos de fama internacional, y el Fuerte Sabina, en la provincia de Brabante (al sur), construido en 1810, en la ¨¦poca de Napole¨®n.
Grietas y goteras
Con su cierre temporal, el Museo Prinsenhof se ha convertido en cierto modo en el abanderado del debate sobre la necesidad de preservar el patrimonio porque all¨ª resid¨ªa y muri¨® Guillermo de Orange. Llamado el Taciturno y considerado el padre de la patria neerlandesa, lider¨® la revuelta contra Felipe II que desemboc¨® en la guerra de los Ochenta A?os, 1568-1648 (la guerra de Flandes). La contienda acab¨® propiciando el nacimiento de Pa¨ªses Bajos y de B¨¦lgica, y en 1584 Guillermo fue asesinado a tiros por Baltasar G¨¦rard, que lo ten¨ªa por un traidor al monarca espa?ol. Ocurri¨® cuando Guillermo sub¨ªa por las escaleras y los agujeros de las balas siguen siendo visibles en la pared.
A pesar de su peso hist¨®rico, el centro tiene humedades, grietas y goteras y ha repartido sus obras por varias ciudades mientras duran los trabajos. Buena parte de los 38 millones de euros necesarios para la renovaci¨®n ya han sido financiados por la provincia de Holanda del Sur, a la que pertenece, el municipio de Delft, un fondo cultural y donaciones particulares. Los cinco millones que faltan son un agujero que se espera cubrir con apoyo del Gobierno, aunque sin garant¨ªas por el momento.
Entre los monumentos en mal estado figuran tambi¨¦n el monasterio Steyl, en la provincia de Limburgo, al sur del pa¨ªs. O la Sala Riviera, el antiguo pabell¨®n de la jirafa, con sal¨®n de t¨¦, en el zoo de Blijdorp, en R¨®terdam. Y la colonia penal ¡ªde principios del siglo XIX¡ª de Veenhuizen, al noreste del pa¨ªs. Era un reformatorio abierto con fines altruistas que acab¨® convertido en prisi¨®n cerrada y es hoy un Museo Penitenciario.
El pasado 6 de enero, Janelle Moerman, directora del Museo Prinsenhof, entreg¨® simb¨®licamente la llave a la alcaldesa de Delft, Marja van Bijsterveldt, para que la guarde mientras duran las obras de reparaci¨®n de uno de los lugares que tienen grabada en piedra la historia nacional.
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