La Universidad que necesitamos
El deseo de conseguir beneficios es loable para las empresas, pero me temo que resulta incompatible con la excelencia en el ¨¢mbito universitario
La sociedad espa?ola, que se cohesion¨® a partir de la transici¨®n, se ha polarizado durante los ¨²ltimos a?os: as¨ª lo percibimos cuando analizamos el debate pol¨ªtico que tiene lugar en el Parlamento, en los medios y en las redes sociales. Aunque, en ocasiones, parece casi imposible que nos pongamos de acuerdo en algo, quiz¨¢s en el ¨¢mbito universitario podamos encontrar un proyecto compartido. Algunos s¨ªntomas indican que estamos preparados para abordar un cambio esperanzador: los reales decretos en marcha y la proliferaci¨®n de debates reflejan que...
La sociedad espa?ola, que se cohesion¨® a partir de la transici¨®n, se ha polarizado durante los ¨²ltimos a?os: as¨ª lo percibimos cuando analizamos el debate pol¨ªtico que tiene lugar en el Parlamento, en los medios y en las redes sociales. Aunque, en ocasiones, parece casi imposible que nos pongamos de acuerdo en algo, quiz¨¢s en el ¨¢mbito universitario podamos encontrar un proyecto compartido. Algunos s¨ªntomas indican que estamos preparados para abordar un cambio esperanzador: los reales decretos en marcha y la proliferaci¨®n de debates reflejan que queremos aprovechar una gran oportunidad para avanzar.
La pandemia nos ha mostrado que somos m¨¢s fr¨¢giles de lo que pens¨¢bamos. Y, a la vez, nos ha hecho ver que de esta crisis sanitaria saldremos con ayuda de la ciencia y de la solidaridad. Esas dos palancas se activan de manera esencial en la Universidad: en los campus se produce la mayor parte de la investigaci¨®n de Espa?a; y en nuestras aulas se forman personas con mentalidad de servicio.
Con la misi¨®n de la Universidad reforzada, ha llegado el momento de plantear un nuevo marco legal. Las normas que regulan el sistema universitario espa?ol llevan tiempo paralizadas y en su entorno, en cambio, ha sucedido lo contrario: la tecnolog¨ªa ha transformado el mercado laboral; han aumentado de manera significativa las ofertas privadas; ha crecido tambi¨¦n la demanda de posgrado; y surgen m¨¢s posibilidades de formaci¨®n online, que la covid-19 ha acelerado.
Afrontar este desaf¨ªo en el ¨¢mbito universitario exige una respuesta coordinada. Es preciso que los gobiernos ¨Del central y los auton¨®micos¨D impulsen cambios normativos que favorezcan la solidez econ¨®mica y la flexibilidad de las universidades; y, a la vez, las universidades debemos establecer prioridades estrat¨¦gicas que nos permitan ser excelentes, al menos en algunas ¨¢reas de conocimiento.
Sobre la base de las metas ya alcanzadas, ahora debemos caminar con m¨¢s audacia, para estar a la altura de las nuevas demandas sociales. En mi opini¨®n, la hoja de ruta del cambio debe tener presente, al menos, cuatro principios:
1. Avanzar con acuerdos. Un amplio pacto pol¨ªtico, aunque nunca ser¨¢ ¡°de m¨¢ximos¡±, proporcionar¨¢ m¨¢s beneficios al sistema universitario que un proyecto impuesto por una exigua mayor¨ªa parlamentaria. Las cuestiones m¨¢s controvertidas se pueden obviar ¨De introducirlas despu¨¦s en reglamentos¨D de modo que exista cierta estabilidad normativa, al menos en las cuestiones de fondo. En cambio, los vaivenes err¨¢ticos nos llevan al principio lampedusiano de ¡°cambiarlo todo para que nada cambie¡±. Si la Universidad se convierte en terreno para la batalla pol¨ªtica, la respuesta universitaria ser¨¢ el escepticismo y la par¨¢lisis.
2. Superar la resistencia a los cambios. El prop¨®sito de modernizar la Universidad debe ser irrenunciable. Los cambios incomodan a quienes pretenden defender sus privilegios o sus cuotas de poder. Hay que vencer esas resistencias internas, que casi siempre proceden m¨¢s de intereses personales que de cuestiones ideol¨®gicas, y que se pueden superar si existe el consenso pol¨ªtico antes mencionado.
3. Inspirarse en los mejores. Hay universidades muy buenas en el mundo. Es preciso fijarse en ellas: ?Qu¨¦ hacen bien? ?En qu¨¦ marco normativo florecen las mejores instituciones universitarias? Una mirada r¨¢pida desvela que las universidades m¨¢s prestigiosas comparten, al menos, tres principios: tienen equipos de gobierno fuertes, que pueden elegir prioridades y establecer incentivos; son capaces de conseguir recursos abundantes de fuentes muy diversas; y no poseen ¨¢nimo de lucro: el deseo de conseguir beneficios es loable para las empresas, pero me temo que resulta incompatible con la excelencia en el ¨¢mbito universitario.
4. Apostar por la investigaci¨®n. La ciencia nos permite ver la luz al final de este largo t¨²nel de la pandemia: en un a?o hemos mejorado de manera relevante las terapias de la covid-19 y hemos producido vacunas eficaces. Invertir en ciencia implica destinar m¨¢s fondos p¨²blicos, siempre vinculados a resultados; financiar de manera especial la investigaci¨®n interdisciplinar; apoyar a los grupos m¨¢s consolidados o m¨¢s prometedores; e impulsar una ley de mecenazgo que proporcione ventajas fiscales a quienes ayudan con sus recursos.
En este nuevo entorno tan incierto, la Universidad debe ejercer un liderazgo natural, que la convierta en factor de cohesi¨®n. Es preciso que se ubique en el epicentro de la reconstrucci¨®n, que act¨²e como catalizador de la innovaci¨®n cient¨ªfica y que aporte una respuesta solidaria y comprometida con el futuro de la sociedad.
Alfonso S¨¢nchez-Tabernero es rector de la Universidad de Navarra.
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