El ¨¦xito del colegio que repesc¨® a sus alumnos para volver a clase: ¡°T¨ªrate al c¨¦sped, s¨²bete al olivo, pero lee¡±
El centro Men¨¦ndez Pidal de Sevilla est¨¢ en uno de los barrios m¨¢s pobres de Espa?a. Este curso ha reducido casi un 80% su absentismo por el entusiasmo de sus docentes, que han logrado implicar a las familias
En el barrio de Torreblanca, a las afueras de Sevilla, el colegio Men¨¦ndez Pidal ha logrado algo que podr¨ªa servir de inspiraci¨®n a muchos otros: enganchar a los estudiantes m¨¢s remisos a acudir a clase en plena pandemia, con un vuelco a la vertiginosa estad¨ªstica de absentismo. Si el pasado septiembre el 80% de sus 140 estudiantes de infantil y primaria no acud¨ªan a clase, ahora no lo hace un residual 2%.
El director, Luis Miguel Romero, es una ametralladora de superlativos, sonrisas y buena onda que ha estimulado a su claustro de 23 profesores desde que el pasado agosto aterriz¨® en este centro de dif¨ªcil desempe?o con un manojo de 70 llaves y sin conocer a nadie. ¡°La gente ve¨ªa el cole como una obligaci¨®n y una amenaza, ya que, si no tra¨ªa a los ni?os, servicios sociales se los quitaba. [El centro escolar] no ten¨ªa identidad ni apego y quisimos cambiar la imagen para que lo percibieran como algo guay que sus hijos se estaban perdiendo. Y lo hicimos con mucha comprensi¨®n, empat¨ªa y firmeza. La estrategia macrosocial ha sido un pelotazo¡±, afirma satisfecho.
Las razones de su ¨¦xito son m¨²ltiples, pero destacan un entusiasmo contagioso entre los docentes, una formidable mano izquierda para persuadir a las familias m¨¢s reacias, haber captado todos los fondos de instituciones y ONG a su alcance, pintar el colegio de arriba abajo con alegres grafitis y su apuesta por sacar al patio las actividades l¨²dicas para espolear a los alumnos y activar sus sentidos, inspirados en el m¨¦todo Montessori: un huerto, clases de taichi, un hotel insect¨ªvoro, un tablero gigante de ajedrez y un recreo dirigido por los maestros, con juegos deportivos y participativos. ¡°T¨ªrate al c¨¦sped, s¨²bete al olivo, pero lee¡±, resum¨ªa Romero a sus alumnos. El centro no para, respira bullicio y los colores inundan sus muros, columnas y pasillos, con cientos de carteles y dibujos infantiles.
Torreblanca es el cuarto barrio m¨¢s pobre del pa¨ªs con 5.944 euros de ingresos por persona y a?o, seg¨²n el Instituto Nacional de Estad¨ªstica y 18.295 vecinos que sufren una tasa de paro desorbitada y empleos precarios. El colegio Men¨¦ndez Pidal est¨¢ en la parte m¨¢s desfavorecida del barrio, cercana al aeropuerto sevillano y pegada a la zona de El Platanero, donde los helic¨®pteros de la polic¨ªa intervienen a menudo en operaciones contra los clanes de narcos.
¡°Me encantan las matem¨¢ticas y lo que m¨¢s agradezco es que nadie se pelee¡±, exclama Doha, de 9 a?os, en su clase, con solo 14 alumnos, un considerable nivel de ruido, globos morados, relojes, diccionarios, fluorescentes, tableros de ajedrez y una pizarra digital y otra para tizas. La profesora Paloma Gonz¨¢lez explica que los conflictos ¡°vienen a menudo por sus vivencias en el hogar¡±. En este curso, a medida que los alumnos volv¨ªan poco a poco a las aulas, el colegio pintaba sus puertas del morado por el d¨ªa internacional de las mujeres, el 8-M, ¨Dque el vandalismo de momento ha respetado¨D y adoptaba como referente a Mar¨ªa Goyri, la investigadora y esposa de Ram¨®n Men¨¦ndez Pidal.
Noelia Castillo ha sido la trabajadora social que ha seducido a muchas familias para que sus hijos volvieran a clase los ¨²ltimos nueve meses. Al principio de curso muchos padres alegaron el miedo al coronavirus como excusa para no llevar a sus hijos, pero poco a poco Castillo les explic¨® que los problemas m¨¦dicos de familiares cercanos no imped¨ªan que el menor asistiera a clase. De los ocho casos derivados a los servicios sociales para que medien con las familias, solo uno ha terminado la semana pasada en la Fiscal¨ªa de Menores, que ahora estudiar¨¢ si denuncia a los padres por impedir el derecho a la educaci¨®n de su hija.
Otra clave fundamental del ¨¦xito es que los alumnos conflictivos no son expulsados del centro, salvo en caso de agresiones a profesores, y en su lugar son derivados a una clase donde hacen las tareas en solitario. ¡°Su objetivo [del alumno conflictivo] era salir y estar en la calle y eso solo perjudica al menor¡±, ilustra Castillo. El inspector educativo Miguel Baldomero que supervisa este colegio y otros 29, coincide en que la expulsi¨®n es contraproducente y deber¨ªa replicarse esa tendencia a retener a los ni?os disruptivos en aulas de convivencia. ¡°Hay centros que se escudan en la falta de recursos¡±, alega.
Romero, que fue docente en Los Junquillos, un barrio desfavorecido de La L¨ªnea de la Concepci¨®n (C¨¢diz), recorre a diario los 125 kil¨®metros que hay desde Rota para trabajar, y otros tantos de vuelta, y aprovecha los viajes para mantener reuniones por tel¨¦fono. ¡°No asustamos a las familias, sino que les explicamos que tendr¨ªan tiempo para hacer sus cosas y mejorar su convivencia. Y una clave es reventar el embarazo adolescente. Si con 16 a?os obtienen un grado medio, eso les cambia generacionalmente¡±, destaca el director mientras suena Vivaldi por el hilo musical del colegio. Cada d¨ªa cambia el g¨¦nero musical que suena por los pasillos y exteriores. Baldomero ensalza la tarea del entusiasta director: ¡°Le ha pegado al colegio un vuelco brutal hasta paliar el absentismo a un ritmo vertiginoso. En el Pol¨ªgono Sur [otro barrio sevillano desfavorecido] tambi¨¦n ha bajado, pero no tanto. Luis Miguel ha roto con la din¨¢mica de tr¨¢mites burocr¨¢ticos y es complicado ese liderazgo. Ilusiona verlo hablar¡±.
El colegio se ha convertido en comunidad de aprendizaje, un sistema que involucra a las familias y las mete en las aulas para contribuir al aprendizaje general y desterrar del todo el absentismo. El 100% de los estudiantes del centro son beneficiarios del plan de la Junta para garant¨ªa alimentaria para escolares en situaci¨®n de exclusi¨®n social y el 98% carece de tabletas u ordenadores para hacer la tarea a distancia. Durante los peores meses de la pandemia, el centro reparti¨® comida y ropa como si de una ONG se tratara y las dificultades afloran: ¡°Ahora todos los que puedan repetir, repetir¨¢n, para dignificar los niveles de competencia curricular. La exigencia y firmeza es innegociable, hay que ser coherente¡±, comparte el director.
Fuera del aula los alumnos han aireado sus ideas y dificultades de la pandemia recolectando habas y guisantes, y han plantado fresas, sand¨ªas, tomates, melones, berenjenas y puerros, entre los que se cuelan mantis religiosas y saltamontes. ¡°La experiencia es muy ¨²til para hablarles del ciclo de la vida¡±, resume la monitora encargada del huerto, Bel¨¦n G¨®mez.
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