Un experto en pantallas y educaci¨®n de Estados Unidos: ¡°Mis alumnos no entienden la escritura a mano¡±
Joe Clement, profesor de secundaria, es coautor de un libro que abri¨® en su pa¨ªs el debate sobre la ¡°sobredosis¡± infantil de tabletas y m¨®viles
El estadounidense Joe Clement (Fairfax, Virginia; 54 a?os) da clase en secundaria desde hace 30 a?os y hace una d¨¦cada empez¨® a preocuparse por la adicci¨®n a la tecnolog¨ªa de sus alumnos. Fruto de un concienzudo an¨¢lisis, coescribi¨® en 2017 Screen Schooled (Educado en la pantalla) con su compa?ero Matt Miles, que aviv¨® el debate p¨²blico sobre su uso en su pa¨ªs, donde los ni?os sue?en tener su primer m¨®vil con nueve a?os o menos. EL PA?S entrevist¨® a Clement, que ense?a Econom¨ªa y gobierno a estudiantes, en el marco de un encuentro educativo de la Fundaci¨®n Qatar en el que el doce...
El estadounidense Joe Clement (Fairfax, Virginia; 54 a?os) da clase en secundaria desde hace 30 a?os y hace una d¨¦cada empez¨® a preocuparse por la adicci¨®n a la tecnolog¨ªa de sus alumnos. Fruto de un concienzudo an¨¢lisis, coescribi¨® en 2017 Screen Schooled (Educado en la pantalla) con su compa?ero Matt Miles, que aviv¨® el debate p¨²blico sobre su uso en su pa¨ªs, donde los ni?os sue?en tener su primer m¨®vil con nueve a?os o menos. EL PA?S entrevist¨® a Clement, que ense?a Econom¨ªa y gobierno a estudiantes, en el marco de un encuentro educativo de la Fundaci¨®n Qatar en el que el docente abord¨® las consecuencias de esta ¡°sobredosis¡± de m¨®viles y tabletas.
Pregunta. En estos momentos en Espa?a los padres empiezan a debatir sobre el uso que hacen sus hijos del m¨®vil.
Respuesta. Eso est¨¢ bien. La tecnolog¨ªa es una ventaja, pero tambi¨¦n crea adicci¨®n en los ni?os.
P. ?Usted tiene un m¨®vil?
R. S¨ª, pero la diferencia es que el cerebro de un ni?o desarrolla la capacidad de tomar decisiones, de pensar cr¨ªticamente hasta finales de la adolescencia y principios de los 20 a?os. Los adultos crecimos sin tel¨¦fonos y para nosotros son solo un complemento. Si no conoces otra cosa que tu tel¨¦fono, tomas decisiones realmente malas. Te pasas todo el d¨ªa jugando a videojuegos, mirando pornograf¨ªa y navegando en las redes sociales. Por eso, cuando eres padre, tienes que preguntarte: ?a qu¨¦ edad creo que mi hijo est¨¢ listo para tener videojuegos y entretenimiento ilimitados?
P. ?Cu¨¢l es la edad indicada para regalar un m¨®vil?
R. Mi hija de nueve a?os es la ¨²nica de sus amigos que no tiene acceso a un tel¨¦fono o a una tableta. Cuanto m¨¢s tarde, mejor.
P. En Espa?a es muy habitual en el paso a secundaria, con 12 a?os.
R. Sigue siendo muy pronto. No se puede ignorar el lado malo de los tel¨¦fonos. Queremos pensar que por arte de magia nuestros hijos simplemente solo van a usar todas las cosas buenas, cuando no sucede.
P. ?Cu¨¢ndo empez¨® a preocuparse por el uso de las pantallas?
R. Hace una d¨¦cada. Me di cuenta de que los alumnos no ten¨ªan capacidad de pensar cr¨ªticamente, no se concentraban un rato largo, ni le¨ªan en profundidad. Lo coment¨¦ con otro profesor y empezamos a conversar sobre la adicci¨®n a las tecnolog¨ªas y a interesarnos por el efecto de tanto tiempo delante de una pantalla. De todo eso surgi¨® nuestro libro.
P. ?Y no se unieron otros profesores?
R. No, no. Pensamos que dir¨ªan, ¡°oh, buen trabajo¡± cuando lo escribimos, pero no. Gastamos mucho dinero en ordenadores y tabletas, y la gente no quer¨ªa o¨ªr hablar de que quiz¨¢s no era tan bueno. Aunque s¨ª que hubo cierta reacci¨®n social, se prest¨® atenci¨®n al tema [en los medios].
P. En su libro aseguran tambi¨¦n que la tecnolog¨ªa mata la curiosidad.
R. S¨ª. Ya no tienes que pensar. Oye, ?qu¨¦ es bla, bla, bla? B¨²scalo, ?verdad?
P. Pero antes consult¨¢bamos el diccionario.
R. Antes buscabas una palabra, pero ten¨ªas que sentarte y pensar: ?c¨®mo resuelvo ese problema? Ahora pueden volver al videojuego. La tecnolog¨ªa asesina la curiosidad. Y luego est¨¢ la narrativa falsa de que, debido a que hay tanta informaci¨®n, los ni?os tienen tanta curiosidad que van a estar aprendiendo todo el tiempo, cuando no es as¨ª. Si con 12 o 15 a?os hubiese estado con el m¨®vil jugando, no hubiese conocido grandes obras de la literatura.
P. ?Tienen tan mala comprensi¨®n lectora?
R. Cuando lees en tu tel¨¦fono todo el tiempo, entrenas tu cerebro para leer solo dos o tres frases y tu cerebro necesita luego una nueva estimulaci¨®n. Cuando intentas reenfocarte, olvidaste d¨®nde estabas y el contexto. As¨ª que no est¨¢s entendiendo el significado completo de lo que lees.
P. ?Observa problemas en la escritura manual?
R. S¨ª, muchos. Cuando devuelvo los trabajos a mis estudiantes, los comentarios tienen que ser con letra como de imprenta, porque no saben leer la escritura a mano. Y la suya a menudo es muy dif¨ªcil de leer porque simplemente no practican nunca. Escribir es importante por el contenido, la gram¨¢tica y la ortograf¨ªa.
P. ?Utiliza ordenadores en clase?
R. En nuestra escuela, todos los estudiantes tienen una computadora. Hay ocasiones en las que tiene sentido que busquen algo. En una clase de astronom¨ªa yo querr¨ªa que mis alumnos viesen estrellas en el ordenador, pero la cantidad de veces que una pantalla es la mejor herramienta es bastante peque?a. Si utilizas la tiza todo el d¨ªa es aburrido, pero no da?a a los ni?os, mientras que las pantallas s¨ª.
P. ?Qu¨¦ deber¨ªan hacer los padres?
R. Hablar entre ellos. A menudo se da el m¨®vil al hijo para que no sea el ¨²nico que no lo tiene. Pero si se acuerda que no lo tengan hasta los 15 o 18 a?os, los chicos interactuar¨¢n y jugar¨¢n. Le puedes decir que tiene 45 minutos para jugar con las pantallas, pero luego ¨¦l te dir¨¢ que tiene que hacer los deberes en el ordenador y mientras, online, juega a juegos y ve pel¨ªculas. Deberes de 20 minutos se hacen en ese tiempo con un libro impreso, porque realmente se lee, mientras que online lleva tres horas. Se distraen y van de aqu¨ª para all¨¢.
P. Pero los estadounidenses son muy buenos en expresi¨®n oral, fomentan los debates.
R. Definitivamente eso est¨¢ disminuyendo. Es gracioso que digas eso, porque la semana pasada tuve esta conversaci¨®n con mis estudiantes sobre ello. Les dije que tres veces este a?o van a tener que hablar en p¨²blico. No quieren participar porque, ya sabes, creen demostrar que se comunican con el mundo con su tel¨¦fono. Las empresas buscan gente que pueda hacer una presentaci¨®n y ser convincente, hay que practicar.
P. En el XXI tambi¨¦n se necesitan ciertas habilidades tecnol¨®gicas.
R. En los viejos tiempos, encend¨ªas una computadora y solo aparec¨ªa un mensaje y un peque?o cursor parpadeante. Y eso era todo. No hab¨ªa fotos, por lo que era bastante dif¨ªcil de usar. Ahora, un ni?o literalmente puede encender las computadoras y usarlas. La parte dif¨ªcil es pensar, concentrarse, resolver los problemas, cuando tenemos que poder hacer eso en el mundo real.
P. ?Qu¨¦ le parece que en Suecia vayan a volver a los libros impresos?
R. En Estados Unidos, cada vez tenemos m¨¢s y m¨¢s tel¨¦fonos y m¨¢s y m¨¢s computadoras. No solo Suecia, Gran Breta?a y Francia han prohibido los tel¨¦fonos celulares en las escuelas. El resto del mundo est¨¢ comenzando a despertar y resolver el problema, medidas para solventar esta crisis de salud.
P. Una crisis de salud mental agravada por la pandemia.
R. S¨ª, claro. Si las redes sociales eran tan buenas entonces y era tan bueno que los ni?os tuviesen computadoras, la gente deber¨ªa estar m¨¢s feliz ahora, ?verdad? Y no lo est¨¢n. Est¨¢n tristes. Y los ni?os se est¨¢n suicidando, est¨¢n m¨¢s ansiosos y deprimidos que nunca. Ahora hay suficientes estudios que demuestran que existe una causalidad: cuanto m¨¢s pasamos el tiempo frente a la pantalla, peor estamos psicol¨®gicamente. Y por eso creo que algunas naciones est¨¢n despertando.
P. Un estudio de la Universidad de Stanford afirma que solo un 9% de las aplicaciones tecnol¨®gicas han demostrado su utilidad.
R. Es as¨ª. Las herramientas educativas a menudo son desarrolladas por personas que nunca han estado en el aula y no suelen consultar a los maestros. Su principal objetivo es ganar dinero y est¨¢n constantemente buscando formas de recopilar datos de los estudiantes y de las escuelas para venderlos, cuando lo que hay que priorizar es lo que sea bueno para los ni?os.
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