Discurso de Manuel Mar¨ªn con motivo de los actos por el XXVII aniversario de la Constituci¨®n
Sr. Presidente del Gobierno,
Sr. Presidente del Senado,
Autoridades,
Se?oras y Se?ores,
Buenos d¨ªas.
En nombre de las Cortes Generales quisiera darles una afectuosa bienvenida al Congreso de los Diputados para conmemorar, un a?o m¨¢s, el nacimiento, la fortaleza y la vigencia de la Constituci¨®n Espa?ola de 1978.
Hoy es un d¨ªa festivo para toda la ciudadan¨ªa espa?ola, pues celebramos el vig¨¦simo s¨¦ptimo aniversario de nuestra Carta Magna, un texto del que nos sentimos especialmente orgullosos, no s¨®lo porque fue el punto de partida de la democracia espa?ola, sino tambi¨¦n porque fue el resultado integrador de un consenso muy dif¨ªcil de alcanzar en aquel momento hist¨®rico.
Esta Constituci¨®n que hoy cumple a?os, es el resultado del acuerdo entre las distintas fuerzas pol¨ªticas y sociales de una ¨¦poca en la que decidimos ganar y triunfar juntos;
es el fruto de un esfuerzo colectivo que supo dejar de lado las diferencias por el bien de todos;
ganamos y triunfamos porque se realizaron renuncias pol¨ªticas y personales para encontrar ese gran denominador com¨²n que se llama convivir en libertad;
ganamos y triunfamos porque finalmente aprendimos que convivir en libertad es sobre todo respetar a quien piensa y siente de una forma diferente.
La Constituci¨®n es, desde 1978, el principal fundamento normativo para la creaci¨®n de un espacio de paz, libertad, diversidad y solidaridad, que fija la organizaci¨®n de los poderes p¨²blicos y fija, as¨ª mismo, el pleno ejercicio de nuestros derechos y libertades.
Es un texto en el que no se materializaron las aspiraciones m¨¢ximas de una y otra fuerza pol¨ªtica, pero que proporcion¨® a Espa?a un marco jur¨ªdico y democr¨¢tico suficientemente plural, flexible y abierto, capaz de crear entre los espa?oles un espacio de convivencia como no hab¨ªa conocido nunca nuestra torturada historia.
El ¨¦xito de la Constituci¨®n del 78 radica precisamente en que fue el resultado del consenso, del acuerdo, del pacto de todos. No fue empresa f¨¢cil y por eso me gustar¨ªa manifestar mi admiraci¨®n y reconocimiento por aquellos que la hicieron posible.
En la Sesi¨®n de Apertura de esta Legislatura, me permit¨ª abordar alguno de los momentos importantes que nos esperaban y las dificultades que podr¨ªan surgir.
A este respecto, tuve ocasi¨®n de se?alar que "la Constituci¨®n fue, es y ser¨¢ siempre nuestro punto de encuentro". Hoy sigo manteniendo firmemente esta misma idea.
Estamos en la VIII Legislatura de nuestra democracia. Tiempo suficiente para saber que nuestra Constituci¨®n y nuestro Parlamento no necesitan demostrar su fortaleza.
La democracia surgida del 78 ha conocido la alternancia pac¨ªfica en las tareas de gobierno. Sabemos ya lo que significa ganar o perder unas elecciones. Los ciudadanos nos ponen o nos quitan cuando lo estiman oportuno a trav¨¦s de su voto. En estos a?os de intensa vida democr¨¢tica hemos tenido de todo, y casi todo lo hemos sabido resolver.
La capacidad de renovaci¨®n de la sociedad espa?ola es extraordinaria. En estas Jornadas de Puertas Abiertas que acabamos de celebrar lo hemos notado hablando y viendo a la gente que nos visitaba.
M¨¢s de 13 millones de ciudadanos espa?oles han nacido despu¨¦s de 1978. 13 millones que han tenido la gran fortuna de vivir y educarse en ese gran espacio de concordia nacional que representan los principios y valores de nuestra Constituci¨®n. Conviene que no olvidemos que la Constituci¨®n es tambi¨¦n un formidable punto de encuentro entre distintas generaciones de espa?oles.
En cuanto a nosotros mismos, los llamados pol¨ªticos, no escapamos tampoco a esta extraordinaria vitalidad de la sociedad espa?ola.
Me explicar¨¦. En estas Jornadas de Puertas Abiertas siempre aprendes algo que te hace poner los pies en la tierra. Un grupo de j¨®venes de un Instituto ten¨ªa que hacer un trabajo durante la visita al Congreso y me pidieron que respondiera r¨¢pido a algunas preguntas que ten¨ªan que ver con los debates pol¨ªticos de estos d¨ªas.
Imag¨ªnense en que consist¨ªan las preguntas. Intent¨¦ escaparme de la actualidad y me refugi¨¦ en el valor del consenso y del pacto como el gran argumento de nuestra Constituci¨®n.
Mi -seg¨²n algunos- vocaci¨®n sobrevenida de maestro de escuela unida a la densidad de mis razonamientos -la verdad es que no quer¨ªa responder a algunas de sus preguntas- parec¨ªa suficiente para llevar al convencimiento a aquellos j¨®venes hasta que lleg¨® por sorpresa la pen¨²ltima pregunta: "?Oiga, Presidente, y de las Cortes Constituyentes que hicieron la Constituci¨®n del 78, cu¨¢ntos quedan?". Hab¨ªa que aceptar las cosas como son, poner los pies en la tierra, me dije: "Quedamos solo cinco Diputados de aquella ¨¦poca".
"Y los de ahora, ?Sabr¨¢n hacer lo mismo? "Lo har¨¢n mucho mejor porque est¨¢n obligados a demostrar que son mejores que nosotros y creo firmemente que son mejores porque tambi¨¦n vosotros sois mejores que los de antes". Me qued¨¦ satisfecho con la respuesta. Una respuesta pol¨ªtica dir¨¢n algunos.? bienintencionados.
Queridos amigos,
Para demostrar que todos somos mejores no podemos olvidar, en estos tiempos que tan apasionadamente discutimos, que nuestro punto de encuentro es la Constituci¨®n y no puede ser de otra manera.
Invito a todos a preservar esa condici¨®n de punto de encuentro.
Invito a todos a persistir en la voluntad del encuentro.
No estoy defendiendo con esto una visi¨®n tot¨¦mica, intocable de la Constituci¨®n. La Constituci¨®n puede ser modificada.
A mi modo de ver lo que nos permiti¨® ganar y triunfar todos juntos fue el consenso que facilit¨® la Constituci¨®n. De ah¨ª que considere que es obligaci¨®n de los pol¨ªticos de hoy, como fue de los de ayer, trabajar no ya para el mantenimiento del consenso constitucional, creo que es obligado trabajar para ampliarlo.
Estoy convencido que lo que nos est¨¢n pidiendo los ciudadanos mas all¨¢ de las legitimas diferencias pol¨ªticas es volver a la pol¨ªtica con may¨²sculas.
En esta casa, el Congreso de los Diputados, tenemos mucha historia detr¨¢s. Han pasado muchas cosas. Algunas buenas, otras?., peor que malas. Hoy celebramos una de las cosas buenas que ha sabido hacer nuestro Parlamento.
No pretendo cansarles m¨¢s, pero no renuncio a contarles la ¨²ltima pregunta de los j¨®venes del Instituto: "?Presidente, y c¨®mo van a conseguir hacerlo otra vez tal y como est¨¢n las cosas?". "Suban a la galer¨ªa de retratos les dije y miren quien era D. Antonio Hern¨¢ndez Gil, entrad luego en los ordenadores del pasillo y en la ventana documentaci¨®n encontrareis la respuesta".
La respuesta se la cuento. En la Sesi¨®n de Cortes de 27 de diciembre de 1978 en la que se sancion¨® la Constituci¨®n por el Jefe del Estado, el Rey Don Juan Carlos, el entonces Presidente de las Cortes Generales dijo: "Si la Constituci¨®n hubiera de ser la imaginada por cada uno, no habr¨ªa Constituci¨®n posible".
La lecci¨®n de la historia; de nuestra historia parlamentaria me parece clara: "Si la Constituci¨®n hubiera de ser la imaginada por cada uno, no habr¨ªa Constituci¨®n posible". Y me permito a?adir: Si las leyes hubieran de ser las imaginadas por cada uno, no habr¨ªa leyes posibles. Y podr¨ªa concluir: Si los Estatutos hubieran de ser los imaginados por cada uno, no habr¨ªa Estatutos posibles?
C¨®mo hay que hacer las cosas, las buenas cosas, no es un problema de m¨¦todo en nuestra democracia. Sabemos c¨®mo hacerlo para ganar y triunfar todos.
Lo hemos hecho antes y vamos a hacerlo ahora tambi¨¦n.
Muchas gracias y disfruten ustedes de un feliz d¨ªa de la Constituci¨®n.
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