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Intervenci¨®n de Josu Erkoreka en el debate sobre el estado de la naci¨®n

Se?or presidente del Gobierno, hay gente en Euskadi que desear¨ªa que hoy yo no estuviera aqu¨ª debatiendo con usted. Hay gente en Euskadi que no quiere bajo ning¨²n concepto que la formaci¨®n pol¨ªtica a la que yo pertenezco, el Partido Nacionalista Vasco, mantenga el m¨¢s m¨ªnimo entendimiento con su partido pol¨ªtico y el Gobierno que usted preside. Hay gente en Euskadi que en interminables entrevistas y farragosos comunicados nos censuran, y lo hacen adem¨¢s con severidad, por hacer, seg¨²n dicen, tantos viajes a Madrid y por haber alcanzado, seg¨²n dicen tambi¨¦n, tantos acuerdos con su Gobierno. F¨ªjese de lo que nos reprochan. Es curioso. Por una parte, se jactan de llevar seis a?os hablando con su partido y de hacerlo, adem¨¢s, ininterrumpidamente y con creciente intensidad. No tienen reparo alguno en reconocer abierta y p¨²blicamente su disposici¨®n a hablar con su partido y con su Gobierno y de, incluso, alcanzar acuerdos, entendimientos tras la pertinente negociaci¨®n. Sin embargo, nos reprochan a nosotros el hecho de venir aqu¨ª a Madrid a tratar y a negociar con usted los temas que interesan a la gran mayor¨ªa de los vascos. Es curioso, pero es as¨ª. Ellos pueden hablar con usted, nosotros no. Ellos pueden negociar con usted, nosotros no. Ellos, incluso, pueden aspirar a pactar con usted, nosotros no. En ellos, hablar, entenderse, negociar y pactar con usted es bueno, es positivo, es plausible, e incluso heroico, no hay m¨¢s que ver la literatura casi ¨¦pica que desarrollan a este respecto, y en nosotros, sin embargo, es esencialmente malo, negativo y pecaminoso. As¨ª est¨¢n las cosas en Euskadi, se?or presidente, como seguramente no se le ocultar¨¢. Es como aquel juego de ni?os que se desarrollaba bajo el lema: Yo s¨ª y tu no. Todo para m¨ª y nada para vos. Un juego de ni?os cuyas trampas ya conocemos todos porque todos lo hemos practicado.

Pues bien, frente a quienes as¨ª sienten y piensan, se?or presidente, yo quisiera dar comienzo hoy a mi intervenci¨®n dejando constancia clara y terminante de que, pese a quien pese, ya veo que a algunos pesa bastante, yo, mi grupo parlamentario y la formaci¨®n pol¨ªtica a la que pertenecemos, seguiremos viniendo a Madrid, cuantas veces sea necesario a tratar y negociar con usted y con su Gobierno todo lo que tenga que ver con el c¨ªrculo de intereses del Pa¨ªs Vasco y, en su caso, si se diera la oportunidad, si se dieran las circunstancias pertinentes, para alcanzar tambi¨¦n los acuerdos que requiera el futuro de nuestro pueblo.

Lo vamos a hacer por tres razones: primero, porque nos han elegido para eso y no tenemos absolutamente ninguna intenci¨®n de renunciar a nuestro mandato parlamentario; segundo, porque es doctrina, pr¨¢ctica tradicional e hist¨®rica de mi partido la de estar presente en todos los foros en los que directa o indirectamente se adoptan decisiones que conciernen a Euskadi, y aqu¨ª hoy por hoy eso ocurre. Nosotros no hemos estado en Sud¨¢frica, como otros, aprendiendo t¨¦cnicas de negociaci¨®n, pero en mi grupo parlamentario, se?or presidente, no falta informaci¨®n, ni voluntad, ni ganas de trabajar por nuestro pueblo; y, en tercer lugar, porque esa gente que pretende monopolizar la relaci¨®n con usted y con su partido, incluso con su Gobierno, t¨¦ngalo en cuenta, se?or presidente, no nos representan, quiero dejar constancia clara de esto, no nos representan, ni nos representan a nosotros ni a los miles de ciudadanos que nos han votado. Nada tenemos que objetar al hecho de que se entrevisten con usted y con su Gobierno, nada, y nada reprocharemos por ello, ni a ellos, ni a usted, al contrario, aplaudiremos, incluso fervientemente si hace falta, el hecho de que, aunque tarde, finalmente hayan descubierto que el di¨¢logo es mejor que el c¨®ctel molotov, pero tenga claro que en las conversaciones que eventualmente mantengan con usted, con su Gobierno o con su partido, lo que le expondr¨¢n ser¨¢n sus problemas, inquietudes y aspiraciones, las suyas, no las nuestras. Es posible que haya una cierta coincidencia, una coincidencia siquiera parcial entre nuestros problemas, inquietudes y aspiraciones y las suyas, pero aun a partir de esa coincidencia tenga claro que la significaci¨®n pol¨ªtica de esas inquietudes, problemas y aspiraciones son diferentes, porque nosotros nunca hemos hecho uso del c¨®ctel molotov ni lo hemos amparado.

Por lo dem¨¢s, se?or presidente, venir aqu¨ª, a Madrid, al Congreso de los Diputados, a debatir con usted sobre los asuntos que conciernen a Euskadi no significa, ni mucho menos, esto lo sabe perfectamente, que hayamos de compartir necesariamente diagn¨®sticos y soluciones. Entre ustedes y nosotros existen coincidencias, que no voy a negar, pero tambi¨¦n much¨ªsimas discrepancias, y existen discrepancias porque nunca, ni antes, ni ahora, hemos sido interlocutores c¨®modos, sumisos y complacientes, y en el futuro probablemente tendr¨¢ que seguir siendo as¨ª, seguiremos alternando disensos y consensos, porque en eso consiste esencialmente la pol¨ªtica, en modular las discrepancias hacia la b¨²squeda de coincidencias o, si prefiere en otros t¨¦rminos, en buscar puntos de encuentro desde el territorio propiamente marcado por cada uno, teniendo en cuenta siempre l¨®gicamente que ese punto de coincidencia tiene que situarse en lo m¨¢s cercanamente posible al territorio marcado por cada uno.

Se?or presidente, el asunto principal, el m¨¢s relevante del momento pol¨ªtico que hoy vivimos es, a juicio de mi grupo parlamentario, el de la paz. La agenda est¨¢ cargada de cuestiones graves, importantes e incluso urgentes, pero ninguna de ellas cierra, a nuestro juicio, la significaci¨®n simb¨®lica y la enorme potencialidad pr¨¢ctica que reviste la consecuci¨®n de la paz. Creo, adem¨¢s, que muy pocos, dentro o fuera de este hemiciclo, discrepar¨¢n de esta apreciaci¨®n. Es m¨¢s, tengo para m¨ª que incluso quienes m¨¢s esc¨¦pticos y cr¨ªticos se muestran con los pasos que ha dado su Gobierno y los que pr¨®ximamente haya de dar en relaci¨®n con este asunto discrepar¨¢n de lo que digo.

Desde esta perspectiva lo l¨®gico hubiese sido, no ya incorporar este asunto, el de la paz, a este debate, el debate sobre pol¨ªtica general o sobre el estado de la Naci¨®n, que est¨¢ concebido precisamente para evaluar la gesti¨®n desarrollada por el ejecutivo durante el ¨²ltimo a?o y marcar las l¨ªneas, las pautas que el Gobierno ha de seguir en el a?o entrante, no ya, insisto, incorporarlo a este debate, sino adem¨¢s elevarlo a la categor¨ªa de asunto central, de asunto principal. Sin embargo, usted ha optado por sustraer este tema de este debate de pol¨ªtica general y diferirlo a un momento posterior. No le criticamos por ello, es a usted a quien corresponde guiar el proceso y marcar la agenda, porque solamente usted cuenta con la informaci¨®n necesaria para ponderar la pertinencia material y tambi¨¦n la temporal de cada uno de los pasos a dar en el insoslayable marco de la resoluci¨®n de 18 de mayo del a?o pasado, que constituye a todos los efectos la hoja de ruta de la que no tenemos que apartarnos.

Precisamente en el marco de esta hoja de ruta, hace aproximadamente dos semanas, en un acto de partido que tuvo lugar en Barakaldo, usted anunci¨® que se dan ya las condiciones que seg¨²n esta resoluci¨®n permiten iniciar las conversaciones que har¨¢n efectivo el fin dialogado de la violencia. Expres¨® entonces, tambi¨¦n p¨²blicamente, su prop¨®sito de comparecer pr¨®ximamente ante la C¨¢mara para comunicar a los grupos parlamentarios el inminente inicio de los contactos y conversaciones que har¨¢n posible la consecuci¨®n de ese ¨²ltimo horizonte del fin dialogado de la violencia. ETA -nos vino a decir- tiene la voluntad clara de cerrar la persiana, y esa voluntad clara se est¨¢ expresando ya a trav¨¦s de actitudes y comportamiento inequ¨ªvocos.

Si todo esto es verdad, se?or presidente, si esto es as¨ª, se trata de una excelente noticia que solo amerita aplausos y felicitaciones. Solo le har¨¦ una apostilla. Si repasa el debate que a este respecto mantuvimos el a?o pasado, comprobar¨¢ que, ante su empe?o en comparecer ante la C¨¢mara para dar cuenta detallada, meticulosa de todos y cada uno de los pasos que hubiera de dar o que haya de dar en relaci¨®n con este asunto, le hice una apelaci¨®n a la cautela. La transparencia total y absoluta, con luz y taqu¨ªgrafos, perjudica m¨¢s que beneficia a este tipo de operaciones que requieren para prosperar mucho sigilo y mucha discreci¨®n. Y esto que le dije hace un a?o lo reitero sin matices hoy y ahora. Por nosotros, si usted considera conveniente no comparecer, no est¨¢ obligado a hacerlo. Creo que si usted pondera, si considera que ya se dan estas condiciones que le permiten iniciar los contactos para abrir el fin dialogado de la violencia, por nosotros cuenta ya con los avales, con los consentimientos y las autorizaciones necesarias. Puede omitir el tr¨¢mite de la comparecencia si lo desea. Ahora bien, usted, pese a lo que yo le dije el a?o pasado a este respecto, consider¨® que hab¨ªa que parlamentar el proceso y someterlo al escrutinio de la opini¨®n p¨²blica. Muy bien, es una decisi¨®n suya que mi grupo acepta. Solo le digo, se?or presidente, que una vez tomada la decisi¨®n de someterse a la consideraci¨®n de la C¨¢mara, de traer ese asunto en una comparecencia suya ante la C¨¢mara, se ha de ser leal con la instituci¨®n parlamentaria y no parece muy oportuno y pertinente anunciar las convocatorias a trav¨¦s de actos de partido. Vamos a ser leales con la instituci¨®n parlamentaria. La decisi¨®n de traer o no este asunto al Parlamento le corresponde a usted, y ya le he expresado cu¨¢l es mi punto de vista; punto de vista que reitero aqu¨ª y ahora, expres¨¢ndole una vez m¨¢s mi disposici¨®n a dar por cumplidas todas las condiciones que hayan de darse para iniciar ese fin dialogado de la violencia. Si usted considera pertinente comparecer ante la C¨¢mara para dar cuenta de los pasos que ha dado y de los que vaya a dar en el futuro, h¨¢galo, pero sea leal con la instituci¨®n Parlamentaria y no aproveche los actos de partido para cumplir tr¨¢mites que tienen sus cauces, sus procedimientos legal y reglamentariamente establecidos.

Por lo dem¨¢s, se?or presidente, ya sabe que en este delicado cometido cuenta con nuestro m¨¢s noble, franco y leal apoyo; es m¨¢s, creemos sinceramente que nadie que act¨²e con honestidad puede regate¨¢rselo. Usted tiene pleno derecho a explorar un camino que otros rastrearon con anterioridad y en condiciones incluso objetivamente m¨¢s desfavorables que las actuales. Y no es cuesti¨®n de protagonismos sino de responsabilidad; es cuesti¨®n de saber jerarquizar prioridades, de saber anteponer el bien com¨²n superior a las peque?as mezquindades del partidismo sectario. Ahora bien, se?or presidente, con la misma intensidad con la que le animo a avanzar por el camino emprendido le invito, una vez m¨¢s -ya s¨¦ que no hace falta que lo haga; ya s¨¦ que no necesita mi consejo a este respecto-, a que lo haga con tiento, con mucho tiento. Nunca antes se hab¨ªan dado las condiciones que ahora se dan para poder fin en torno a una mesa a treinta a?os de iniquidad terrorista; nunca. No hay raz¨®n, por tanto, para considerar que las experiencias fracasadas del pasado hayan de constituir un augurio inexorable, un presagio seguro de que tambi¨¦n su esfuerzo de hoy va a fracasar. Esto est¨¢ claro, no hay raz¨®n. Y creo que nadie puede sumarse a esta tesis para establecer r¨ªgidos paralelismos entre lo que anta?o sucedi¨® y lo que ahora haya de acontecer. Pero la experiencia acumulada en los a?os precedentes, se?or presidente, no debe arrojarse al cubo de la basura. Por tanto, mi recomendaci¨®n es que no la ignora, que no la desprecie. Aunque las situaciones no sean id¨¦nticas -y no lo son; ya he dicho que nunca antes se hab¨ªan dado las condiciones actuales- los interlocutores son los mismos y en ellos se dan unas constantes, se da una cierta tendencia a reproducir estrategias y planteamientos.

Le digo esto porque, como ocurr¨ªa en El t¨²nel, de Ernesto S¨¢bato, a veces, cuando vemos y cuando escuchamos algunas cosas, nos da la impresi¨®n de que ya hemos pasado por aqu¨ª y de que el desenlace de lo que entonces ocurri¨® no fue enteramente satisfactorio.

Se?or presidente, mi grupo celebra, como el que m¨¢s, que ETA cierre la persiana, no solamente porque con ello se pone fin a un espantoso periodo de nuestra historia reciente, sino adem¨¢s porque con ello se inaugura una nueva fase cargada de retos de entre los que yo quisiera destacar uno que creo que constituye el principal desaf¨ªo al que se enfrentar¨¢ Euskadi en el pr¨®ximo futuro, que es el de la reconstituci¨®n sobre nuevas bases de la comunidad pol¨ªtica vasca, esto que usted en m¨²ltiples ocasiones ha definido como la refundaci¨®n de la convivencia entre vascos; una asignatura pendiente que acumula ya numerosas convocatorias y que solamente podr¨¢ darse por concluida tras la definici¨®n de un nuevo marco para la convivencia y el autogobierno; un marco consensuado y avalado por la mayor¨ªa de la sociedad vasca que d¨¦ satisfacci¨®n a todos, no solamente porque permite a todos defender sus respectivos postulados y proyectos, sino porque adem¨¢s garantiza que, si cuentan con el aval mayoritario, si cuentan con el respaldo democr¨¢tico suficiente, todos y cada uno de ellos podr¨¢n, efectivamente, materializarse, siempre y cuando -insisto- cuenten con ese aval democr¨¢tico. Durante a?os se nos ha dicho a los nacionalistas vascos que sin violencia todo era posible, que nada era por definici¨®n implanteable e irrealizable. Se nos ha asegurado que, una vez desterrado el uso de las armas, la democracia es generosa y puede dar cabida sin excepci¨®n a todo tipo de planteamientos, aspiraciones y proyectos pol¨ªticos, y nosotros, se?or presidente, creemos sinceramente en ello. Creemos de verdad en la generosidad y en la grandeza de la democracia; de una democracia que busca la concordia y concibe la ley como un instrumento al servicio de la convivencia y no como una trinchera para enfrentarse a la voluntad popular; de una democracia sin dogmas esencialistas que ni proscribe debates ni conoce tab¨²es ni rechaza proyectos por esencialmente irrealizables.

Se?or presidente, usted y yo hemos debatido en esta C¨¢mara en numerosas ocasiones sobre el futuro pol¨ªtico del Pa¨ªs Vasco. Si no me equivoco, lo hicimos por ¨²ltima vez cuando le pregunt¨¦ en una sesi¨®n plenaria sobre el derecho de autodeterminaci¨®n. Por cierto, llegados a este punto, perm¨ªtame hacer un peque?o inciso. La pr¨®xima vez que debatamos sobre el derecho de autodeterminaci¨®n procure poner al d¨ªa sus argumentos porque se ha quedado usted anclado en los a?os setenta, cuando el Consejo de Seguridad de la ONU dict¨® aquellas dos resoluciones, la 2625 y la 1514, que la pr¨¢ctica internacional ha dejado completamente obsoletas. Como la experiencia de los ¨²ltimos a?os pone de manifiesto, invocar hoy en el debate pol¨ªtico aquellas resoluciones como determinantes constituye un anacronismo evidente. En estos debates que usted y yo hemos mantenido en la C¨¢mara sobre el futuro pol¨ªtico del Pa¨ªs Vasco he advertido en su discurso -y quiero decirlo con claridad- un punto de esperanza. No s¨¦ si este punto de esperanza que he cre¨ªdo advertir en su discurso es un espejismo alimentado por la necesidad de aferrarse a algo o si es un asidero de verdad s¨®lido y fiable, pero insisto en que me ha parecido advertir en su discurso un rayo de luz. F¨ªjese, en la sesi¨®n en la que su grupo parlamentario, junto con otros, rechazaron la toma en consideraci¨®n de la propuesta del nuevo Estatuto para Euskadi el 1 de febrero del a?o pasado, usted aseguraba literalmente, en frase extra¨ªda del "Diario de Sesiones": Me siento con autoridad para decir al pueblo vasco que la construcci¨®n de su identidad y sus aspiraciones de las m¨¢s altas cotas de autogobierno son posibles. Ahora voy a pasar por alto -que ya es mucho pasar- el hecho de que dijera esta frase el mismo d¨ªa en que usted, con su grupo parlamentario, imped¨ªa la tramitaci¨®n de una propuesta en la que se plasmaba tambi¨¦n la aspiraci¨®n mayoritaria del pueblo vasco a las m¨¢s altas cotas de autogobierno. El hecho cierto es que, aun cuando vot¨® en contra de la toma en consideraci¨®n de aquella iniciativa, abri¨® -creo yo- una puerta a la esperanza y dijo lo siguiente, tambi¨¦n extra¨ªdo textualmente del "Diario de Sesiones": La votaci¨®n en democracia cierra el debate pero no lo resuelve; el debate, cuando se trata de una norma fundamental para la convivencia, solo lo resuelve el acuerdo. Hoy es previsible que terminemos cerrando un debate y deseable que abramos el tiempo de un acuerdo hist¨®rico y definitivo. Hasta aqu¨ª sus palabras.

Se?or presidente, yo suscribo plenamente esta reflexi¨®n. Aquella votaci¨®n efectivamente cerr¨® un debate, pero no resolvi¨® el profundo contencioso vasco que sigue abierto en toda su crudeza. Desde aquel momento, la situaci¨®n ha madurado lo suficiente como para que hoy podamos afirmar que ya se ha concluido la fase de prometer. A partir de ahora usted ya no puede limitarse a prometer; ahora se deber¨ªa comprometer. Si realmente ETA ha cerrado la persiana, como usted mismo sugiere al disponerse a comunicar pr¨®ximamente a la C¨¢mara el inicio de contactos para hacer efectivo el fin dialogado de la violencia -tr¨¢mite, que, insisto una vez m¨¢s, por mi grupo parlamentario se lo puede ahorrar-, creemos que ya ha llegado el momento de ponerse manos a la obra para trabajar en pos de ese acuerdo que usted califica de hist¨®rico y definitivo, ese acuerdo hist¨®rico y definitivo en sus palabras, que, a?ado yo, fijar¨¢ las condiciones pactadas en las que los vascos decidiremos y configuraremos nuestro futuro. Por tanto, se?or presidente, ha llegado ya el momento de hincar el diente en toda su profundidad a la cuesti¨®n pol¨ªtica vasca, y me interesa rese?ar este punto no con el designio de pagar precio pol¨ªtico alguno a ETA, sino precisamente como todo lo contrario, como una impecable lecci¨®n democr¨¢tica que hemos de dar a los violentos, que hemos de dar a ETA, a la que se le har¨¢ ver que si ahora es posible abordar en toda su integridad y en toda su complejidad el problema vasco es porque ella ha desaparecido; es precisamente porque ha desaparecido el obst¨¢culo que lo imped¨ªa, que era la propia existencia de ETA y los m¨¦todos violentos y antidemocr¨¢ticos que utilizaba. Por tanto, se trata de dar una lecci¨®n democr¨¢tica impecable a ETA, no de pagar precio alguno, cosa que ya est¨¢ proscrita en la resoluci¨®n de 18 de mayo del a?o pasado. En conclusi¨®n, el arreglo pol¨ªtico ser¨¢ posible no como consecuencia de la violencia, sino como consecuencia de su cese. Porque ha cesado la violencia es posible abordar en toda su complejidad el contencioso pol¨ªtico vasco, y no como precio pol¨ªtico a una ETA que ya est¨¢ extinta y va a desaparecer. Pero, se?or presidente, mientras los partidos pol¨ªticos en Euskadi trabajan por la reconstituci¨®n de la comunidad pol¨ªtica vasca y no alcanzamos ese acuerdo hist¨®rico y definitivo al que usted se compromet¨ªa en la sesi¨®n de 1 de febrero del a?o pasado, hemos de seguir gestionando el marco actual, al que desde luego nosotros no renunciamos en absoluto, y hemos de seguir gestion¨¢ndolo y trabajando en ese marco para responder a imperativos urgentes, para responder a los imperativos de una sociedad globalizada, crecientemente compleja y enormemente competitiva, algo cada vez m¨¢s urgente y perentorio si queremos garantizar a nuestros hijos un futuro de prosperidad, de bienestar y de calidad de vida. Se?or presidente, ya ve que tambi¨¦n entre los vascos hay quien, m¨¢s all¨¢ de las reivindicaciones seculares que solemos formular los nacionalistas vascos, nos ocupamos y nos preocupamos por el futuro de prosperidad, bienestar y calidad de vida. Acuciados por la necesidad de responder a los apremios del futuro de esta sociedad globalizada, con todos sus retos, durante el ¨²ltimo a?o mi grupo parlamentario ha alcanzado acuerdos con su Gobierno que hoy quisiera poner en valor y reconocer en su justa dimensi¨®n.

En el debate del a?o pasado yo le recriminaba a usted porque tras un largo a?o de legislatura los asuntos conflictivos sobre el cupo que su predecesor en el cargo, el se?or Aznar, hab¨ªa dejado sin responder en la Comisi¨®n Mixta segu¨ªan estancados en la misma situaci¨®n en la que el se?or Aznar los hab¨ªa dejado. Pues bien, hoy, un a?o despu¨¦s, he de constatar con satisfacci¨®n precisamente todo lo contrario, que aquellos asuntos que estaban pendientes y estancados en el seno de la Comisi¨®n Mixta del Concierto han quedado resueltos. Con retraso, si, pero resueltos, que finalmente es de lo que se trata. Aquel acuerdo abri¨® camino a otro de mayor envergadura, un acuerdo presupuestario muy importante que ha contribuido a paliar el secular y lacerante d¨¦ficit de inversiones estatales en Euskadi y va a dotar al Pa¨ªs Vasco de unas infraestructuras tecnol¨®gicas y de comunicaci¨®n que son vitales para avanzar en la carrera por la competitividad, a la que inexorablemente nos aboca el devenir de la econom¨ªa globalizada. Se?or presidente, este acuerdo presupuestario pone a Euskadi en el mapa europeo de la comunicaci¨®n y de la investigaci¨®n tecnol¨®gica, incorpor¨¢ndolo a las principales arterias ferroviarias del continente.

Pero, se?or presidente, este acuerdo presupuestario -que no dudo en calificar de excelente- ahora ha de ser cumplido, ha de ser lealmente ejecutado. Una cuesti¨®n esta -la de cumplir lealmente y ejecutar el acuerdo presupuestario- no menor porque, como dice el refr¨¢n, acuerdo sin cumplir enfrentado porvenir. No oculto que esperamos de su Gobierno una actuaci¨®n escrupulosa, diligente y responsable en la ejecuci¨®n de este acuerdo. Le adelanto que mi grupo no est¨¢ dispuesto a que concluya el ejercicio presupuestario y nos encontremos con que un n¨²mero determinado de partidas que formaban parte de ese acuerdo presupuestario se queden sin ejecutar, beneficiando indirectamente al Ministerio de Hacienda, que no tiene que ser el beneficiario de estos acuerdos presupuestarios. De otra cosa no s¨¦, pero de tenacidad para el seguimiento de los asuntos que nos interesan, en mi grupo parlamentario estamos sobrados. Por eso, le anuncio que seguir¨¢n sintiendo nuestro aliento en el cogote. Hay que felicitarse porque los convenios destinados a instrumentar la relaci¨®n entre el Gobierno vasco y el Gobierno central para la construcci¨®n de la Y vasca ya se han formalizado y ahora es urgente constituir las comisiones t¨¦cnicas que prev¨¦ su clausulado. Por lo tanto, si me permite suger¨ªrselo, tome nota y d¨¦ las ¨®rdenes oportunas a efectos de que estas comisiones puedan constituirse cuanto antes. Le invito a que tome nota y d¨¦ las ¨®rdenes oportunas.

Junto a este importante acuerdo que hemos alcanzado en torno al presupuesto, durante el ¨²ltimo a?o se han producido algunos desencuentros entre su Gobierno, su grupo parlamentario y el nuestro que son para nosotros motivo de preocupaci¨®n y que no quisiera dejar de expresar aqu¨ª con el inevitable tono cr¨ªtico. Entre los desacuerdos que se han producido no puedo dejar de rese?ar ahora lo que jocosamente en mi grupo parlamentario conocemos como los hechos diferenciales negativos. En el lenguaje iuspublicista habitual se conoce como hecho diferencial una circunstancia f¨¢ctica o jur¨ªdica que permite que una comunidad aut¨®noma pueda disponer de atribuciones, facultades o competencias que se niegan a otra u otras. Aqu¨ª se produce todo lo contrario; se producen circunstancias que hacen que se nos niegue lo que se reconoce y autoriza sin problemas a otros que se encuentran en id¨¦nticas situaciones: un hecho diferencial pero negativo respecto al Pa¨ªs Vasco. El primer hecho diferencial negativo tiene que ver con la restituci¨®n a las instituciones vascas de los documentos incautados en Euskadi durante la guerra civil y que actualmente se encuentran en el archivo de Salamanca. Es un tema del que usted y yo hemos hablado en el Pleno y que seguro recordar¨¢. El dos de junio de 2004, hace dos a?os, le pregunt¨¦ sobre esto en una sesi¨®n de control. Me respondi¨® d¨¢ndome cuenta del contenido del acuerdo que en aquel momento se hab¨ªa adoptado en relaci¨®n con la restituci¨®n de estos documentos a la Generalitat de Catalu?a y me dijo: Y esto es v¨¢lido obviamente para las aspiraciones de las instituciones vascas, "Diario de Sesiones". Desde entonces mi grupo parlamentario ha hecho todo lo que cabe hacer para hacer efectivo su compromiso. He vuelto a preguntarle aqu¨ª en el Pleno, hemos presentado una proposici¨®n no de ley en la Comisi¨®n de Cultura, hemos presentado enmiendas al proyecto de ley que ustedes remitieron para declarar la restituci¨®n a Catalu?a de los bienes y efectos incautados en aquel territorio en la guerra civil a efectos de que la restituci¨®n de Catalu?a pueda hacerse tambi¨¦n extensiva a Euskadi pero todo lo que hemos hecho ha sido infructuoso. Nuestra solicitud de equiparaci¨®n tiene un claro fundamento. Con arreglo al marco legislativo republicano solo se constituyeron dos gobiernos regionales o auton¨®micos, el catal¨¢n en 1932 y el vasco en plena guerra, en 1936. Por lo tanto, esta no es una reivindicaci¨®n generalizable. Su Gobierno ha decidido restituir los documentos solo a uno de los dos sin que nosotros alcancemos a vislumbrar cu¨¢les son los fundamentos que justifican esta diferencia de trato. Por tanto, es una reivindicaci¨®n que le formulo una vez m¨¢s aunque no sea m¨¢s que para recabar de usted una respuesta m¨ªnimamente satisfactoria y que nos permita comprender en qu¨¦ se fundamenta esta diferencia de trato y si est¨¢ dispuesto a seguir manteni¨¦ndola en el futuro. Otro hecho diferencial negativo es el que guarda relaci¨®n con la fijaci¨®n de la denominaci¨®n oficial de los territorios vascos siguiendo la graf¨ªa vasca. A lo largo de los a?os noventa su grupo parlamentario ha apoyado e incluso promovido el cambio de denominaci¨®n oficial de numerosas provincias del Estado siguiendo el procedimiento que a tal efecto contempla la legislaci¨®n de r¨¦gimen local. En algunos territorios biling¨¹es han establecido como oficial -se ha acordado formalmente en esta C¨¢mara- a todos los efectos la voz determinada por la lengua vern¨¢cula correspondiente, el catal¨¢n o el gallego.

Los ejemplos son numerosos y son conocidos por todas SS.SS. -L¨¦rida cambi¨® por Lleida, Gerona por Girona, Orense por Ourense, La Coru?a por A Coru?a, Alicante por Alacant-, estos cambios de denominaci¨®n oficial que instauraban la voz de la lengua vern¨¢cula como la oficialmente establecida, sin embargo en el caso vasco se niegan a hacer posible esto que en el resto de las lenguas cooficiales del Estado ha sido ya una realidad. Adem¨¢s, en el caso vasco el problema es menor que en otras lenguas, porque no hay diferencias fon¨¦ticas de ning¨²n tipo, estamos hablando solamente de un cambio de la graf¨ªa, porque Gipuzkoa y Bizkaia seguir¨¢n siendo Guip¨²zcoa y Vizcaya en eusquera y en castellano, incluso despu¨¦s del cambio de denominaci¨®n. El ¨²nico impacto que tendr¨¢ el cambio de denominaci¨®n ser¨¢ el gr¨¢fico, que se instaurar¨¢ como oficial el establecido por la academia oficial de la Lengua Vasca para estas voces que son de origen, de ra¨ªz y de raigambre vasca. ?Tambi¨¦n van a seguir aqu¨ª manteniendo esta diferencia de trato injustificada?

Nos preocupa igualmente, se?or presidente, la naturalidad con la que ha hecho suyas su Gobierno algunas de las m¨¢s viciosas pr¨¢cticas legislativas del pasado. Le voy a poner un par de ejemplos. Tras el debate del a?o pasado, mi grupo consigui¨® que se aprobase aqu¨ª, en la C¨¢mara, por una inmensa mayor¨ªa una resoluci¨®n que instaba al Gobierno a utilizar exclusivamente normas con rango de ley para incorporar normativa b¨¢sica al ordenamiento jur¨ªdico. Yo creo que era una resoluci¨®n importante -usted mismo en una sesi¨®n de control me lo reconoci¨® as¨ª- que aspiraba a corregir una pr¨¢ctica viciosa muy arraigada en los poderes centrales del Estado, contribuyendo a dotar de claridad, estabilidad y certeza normativa al ordenamiento. ?Cu¨¢l es el balance que podemos hacer un a?o despu¨¦s? No demasiado positivo porque, transcurridos doce meses, podemos decir que los proyectos de ley que el Gobierno sigue remitiendo a la C¨¢mara siguen habilitando al Ejecutivo para dictar normas b¨¢sicas de car¨¢cter reglamentario. En alguna ocasi¨®n, como ha ocurrido recientemente con las leyes de estabilidad presupuestaria, hemos conseguido corregir in extremis este vicio normativo, pero en otras ocasiones ha sido imposible aun a pesar de las enmiendas que ha planteado mi grupo parlamentario a ese respecto. Ya en el culmen del desprecio a una resoluci¨®n parlamentaria, en este mismo periodo -es decir, durante los ¨²ltimos doce a?os- el Gobierno ha seguido dictando normas b¨¢sicas de rango reglamentario. Tengo una relaci¨®n de ejemplos que se los podr¨ªa decir si usted est¨¢ interesado en conocerlos, pero no hace falta probablemente porque no se me oculta que conocer¨¢ esta informaci¨®n. Le pregunto: ?tiene intenci¨®n de corregir esta preocupante tendencia que incumple una resoluci¨®n mayoritariamente aprobada por la C¨¢mara o no? Otra deriva muy preocupante de la pr¨¢ctica legislativa que impulsa su Gobierno tiene que ver con el constante recurso a t¨ªtulos de car¨¢cter horizontal, algunos de los cuales tienen una enorme fuerza corrosiva con respecto a las competencias auton¨®micas. No se me oculta que este es un fen¨®meno nuevo, data por lo menos de los gobiernos de Felipe Gonz¨¢lez, pero el hecho de que no sea un fen¨®meno nuevo no le resta gravedad, sigue siendo muy grave. F¨ªjese, durante a?os la principal fuente de erosi¨®n de los poderes auton¨®micos fue la ordenaci¨®n general de la econom¨ªa cuya implacable acci¨®n ha conseguido bajar de rango pr¨¢cticamente todas las competencias auton¨®micas de contenido econ¨®mico, las que eran exclusivas han pasado a ser compartidas y las que ya eran de origen compartidas han quedado vaciadas de contenido hasta quedar reducidas a un mero s¨ªmbolo. Recientemente un distinguido hombre de las finanzas dec¨ªa que la descentralizaci¨®n pol¨ªtica en el Estado espa?ol ha ido acompa?ada en los ¨²ltimos veinticinco a?os de una rabiosa centralizaci¨®n econ¨®mica. Bien, las decisiones econ¨®micas est¨¢n hoy m¨¢s centralizadas que lo estaban hace veinticinco, treinta, incluso cincuenta a?os en el Estado espa?ol, pero ha contribuido tambi¨¦n de forma bastante decisiva el recurso sistem¨¢tico que los gobiernos han hecho a este t¨ªtulo horizontal, el de la ordenaci¨®n general de la econom¨ªa, para recuperar y poner en manos de las instituciones centrales del Estado unas competencias auton¨®micas de contenido econ¨®mico que estaban ya descentralizadas. Pero en los ¨²ltimos a?os, se?or presidente, el Gobierno est¨¢ echando mano adem¨¢s de nuevos instrumentos legislativos de erosi¨®n del poder auton¨®mico y nos inquieta -se lo anuncio ya de manera especial- la intensidad con que su Gobierno est¨¢ recurriendo al t¨ªtulo competencial recogido en el art¨ªculo 149.1.1 de la Constituci¨®n, este que reserva al Estado la competencia para fijar las condiciones b¨¢sicas que garanticen la igualdad de todos los espa?oles en el ejercicio de los derechos y el cumplimiento de los deberes fundamentales.

Se?or presidente, nosotros no tenemos nada que oponer a su programa de ampliaci¨®n de derechos. Mi partido, y lo puedo decir con orgullo, siempre ha estado en primera l¨ªnea a la hora del ensanchamiento de las libertades, a la hora de ampliar el horizonte de los derechos. Mi grupo nunca ha constituido una r¨¦mora a la hora de ampliar el horizonte de los derechos, incluso hist¨®ricamente ha sido as¨ª. En tiempos de la Rep¨²blica, en un hito fundamental, el reconocimiento del derecho de voto de la mujer, todos los parlamentarios de mi partido votaron a favor y, sin embargo, no ocurri¨® esto con los socialistas, que se dividieron a este respecto. Se?or presidente, nosotros no tenemos nada que oponer a su pol¨ªtica de ampliaci¨®n de derechos, pero la ampliaci¨®n de derechos no puede acabar convirti¨¦ndose en un nuevo pretexto para nivelar otra vez la tabla auton¨®mica. El cap¨ªtulo de los derechos no puede constituir una nueva coartada para el centralismo. Ese t¨ªtulo, el del art¨ªculo 149.1.1?, que su Gobierno est¨¢ empezando a utilizar con excesiva profusi¨®n, encierra un extraordinario potencial invasor del espacio competencial de titularidad auton¨®mica, un potencial que adquiere especial riesgo en el ¨¢mbito de la asistencia social o -si lo prefiere- de los servicios sociales. Si me permite la met¨¢fora, se?or presidente, operar en el ¨¢mbito de esta competencia auton¨®mica, en el ¨¢mbito de la asistencia social, desde el art¨ªculo 149.1.1? de la Constituci¨®n es como pretender cortar un queso de Burgos con una motosierra, algo imposible de hacer si no es con el objetivo de romper el queso. Con estas t¨¦cnicas legislativas, se?or presidente -y concluyo-, su Gobierno est¨¢ vaciando de contenido -f¨ªjese en lo que voy a decirle-, antes incluso de su entrada en vigor, las reformas estatutarias en curso. Ya hay ejemplos elocuentes de que lo que est¨¢ dando con una mano lo est¨¢ quitando con la otra. Haga un ejercicio de contraste de los Estatutos en tramitaci¨®n o incluso de algunos recientemente aprobados por las Cortes Generales con los proyectos legislativos que est¨¢n en tramitaci¨®n o han sido recientemente aprobados tambi¨¦n por las Cortes, y podr¨¢ comprobar que el ajuste en algunos casos resulta muy complicado. Los blindajes competenciales de los nuevos Estatutos podr¨¢n ser todo lo f¨¦rreos que se quiera, pero algunas de las pr¨¢cticas legislativas que su Gobierno est¨¢ utilizando son -yo soy de un pueblo marinero y me gustan las im¨¢genes marineras- salitre puro que penetra inexorablemente en el hierro del blindaje hasta oxidarlo. Mi grupo no se cree la cantinela del Estado fam¨¦lico ni la f¨¢bula de que estamos en el Estado m¨¢s descentralizado del mundo, este t¨®pico infundado que est¨¢ tan al uso en el debate pol¨ªtico. El Estado espa?ol ni est¨¢ fam¨¦lico ni corre riesgo de estarlo ni es el m¨¢s descentralizado del mundo, antes al contrario, en algunos ¨¢mbitos de la gesti¨®n p¨²blica puede afirmarse sin temor a errar que es de los m¨¢s centralizados de Europa, y a usted, se?or presidente, le corresponde enderezar esta situaci¨®n, si cree de verdad en la descentralizaci¨®n, en el pluralismo y en la diversidad.

Estas son, se?or presidente, para concluir, las reflexiones que mi grupo parlamentario aporta a este debate. Como puede ver, hay puntos de sinton¨ªa y de colaboraci¨®n con su Gobierno, pero tambi¨¦n se dan amplios espacios de discrepancia y de disensi¨®n.

Muchas gracias.

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