Crocs, el cuento de hadas de una sandalia fea

Agujeros de queso gruy¨¨re, suela ortop¨¦dica y material anti olor. Estas no son precisamente las caracter¨ªsticas que enloquecen a las adictas a la moda cuando buscan el zapato de la temporada. Pero estas simp¨¢ticas sandalias de resina de colores se han ganado un sitio en los armarios m¨¢s selectos, haciendo que la compa?¨ªa que las fabrica haya pasado de ganar 1 mill¨®n de d¨®lares, en 2003; a 322 millones, en 2006. Matt Damon, Jack Nicholson, Al Pacino, Paris Hilton, Ben Affleck y Kate Winslet, entre otros, ya las llevan.

La historia de estos zapatos es como un cuento. Tres amigos de Colorado fueron juntos a navegar y los zuecos que llevaba uno de ellos les inspiraron de tal modo, que decidieron dejarlo todo para levantar un negocio alrededor de ellos. Al principio, los compradores de los Crocs eran marineros y aficionados a navegar. Pero, entonces comenz¨® el boca a boca. Les siguieron los jardineros, los m¨¦dicos, los camareros y otros profesionales obligados a trabajar todo el d¨ªa de pie. Se hicieron adictos a su comodidad y durabilidad. Algunos a?os despu¨¦s, los famosos los usan y la gente joven los adora. En la serie Anatom¨ªa de Grey no se los quitan.

Ahora, el reto de la compa?¨ªa para terminar el cuento en "y fueron felices y comieron perdices" es hacer frente a dos problemas. Por un lado, la pirater¨ªa. Los zuecos de colores comienzan a multiplicarse en los bazares de ofertas aunque no sean m¨¢s que una mera copia en pl¨¢stico de los Crocs. El segundo desaf¨ªo es la lucha contra fugacidad. S¨®lo el tiempo sabe si estas sandalias llegar¨¢n a convertirse en un cl¨¢sico. Como las pelotas de Camper.