"Mi marido salvaba vidas"
La viuda de Eduardo Puelles, el inspector de polic¨ªa asesinado por ETA en Bilbao, reivindica su figura con orgullo
El jueves 18, por la noche, Eduardo Puelles se acost¨® con la sonrisa puesta. ?l y su hijo de 16 a?os, Asier, hab¨ªan disfrutado de lo lindo con ?Vaya semanita!, el programa de la televisi¨®n vasca que ofrece una semblanza irreverente y desmitificadora de Euskadi. Se meti¨® en la cama diciendo que le encantaba esa serie porque se re¨ªan de todos y de todo. Era casi la medianoche y cay¨® rendido enseguida. Faltaban nueve horas. Su coche estaba aparcado donde siempre, en bater¨ªa, con el morro sobre la valla quitamiedos, que, precisamente, luce una vieja pintada con esas tres letras siniestras tan familiares para los vascos. A esa hora, los asesinos no hab¨ªan aparecido todav¨ªa por la peque?a explanada que sirve de aparcamiento en el barrio de La Pe?a, en Bilbao, no hab¨ªan colocado su carga mort¨ªfera en ese ¨¢ngulo muerto, junto al dep¨®sito de gasolina, que queda fuera de la vista en una inspecci¨®n superficial de los bajos del veh¨ªculo.
"?Por qu¨¦ no hacemos asociaciones de h¨¦roes, en lugar de asociaciones de v¨ªctimas?", se pregunta su hermano
"Cuando o¨ª la explosi¨®n supe que era ¨¦l porque acababa de darme el beso de despedida: 'Cari?o, me voy a trabajar', y s¨®lo hab¨ªan pasado unos pocos minutos, el tiempo de bajar a la calle, subir al aparcamiento y montar en el coche". Francisca Hern¨¢ndez habla para EL PA?S, pero es como si no hubiera dejado de hablar con su marido, como si la imagen de Edu le acompa?ara todav¨ªa. Sus palabras, seguras, precisas, brotan de una sonrisa dulce que por momentos se descompone en un rictus de amargura. "Era un hombre muy grande, buen padre, buen marido y un gran polic¨ªa", dice. Despu¨¦s de 23 a?os de matrimonio, habla como una mujer enamorada. "Ahora que tenemos a los hijos crecidos nos apetec¨ªa recuperar la vida de pareja, un segundo noviazgo, salir solos, ir a comer fuera, ver una puesta de sol...; s¨ª, era rom¨¢ntico, aunque reservado. Bueno, el lunes me dijo que viv¨ªa para hacerme feliz".
Puede decirse que ha venido ya llorada a la cita con este peri¨®dico. El mismo d¨ªa del atentado decidi¨® que en su casa y con los suyos dar¨ªa rienda suelta al sufrimiento, pero que a los verdugos no les dar¨ªa el gusto de verla sollozar en p¨²blico o con los ojos arrasados por el llanto. Contra lo que suponen quienes temen las declaraciones de las viudas de los asesinados, ella ha mostrado que ni el dolor nubla necesariamente la raz¨®n; ni la entereza y el orgullo tienen por qu¨¦ sustentarse en los efectos tranquilizantes del Orfidal. "Me siento la mujer m¨¢s orgullosa del mundo porque ¨¦l ha sido una persona digna. Cuando me quejaba de que met¨ªa muchas horas en la oficina, me dec¨ªa que en su trabajo salvaban vidas cada vez que quitaban de la circulaci¨®n a un terrorista. Edu me ense?¨® a andar con la cabeza alta. Sufr¨ªa si me ve¨ªa insegura".
Como si se tratara de una actitud convenida, la familia rechaza en bloque que se aplique a Eduardo Puelles el t¨¦rmino de "v¨ªctima". Ven en esa palabra una incitaci¨®n impl¨ªcita a la conmiseraci¨®n y a la l¨¢stima, trazos de pasividad, victimismo y fatalidad que no encajan con la personalidad del polic¨ªa anti-ETA asesinado. Cuando el presidente del Gobierno les dio el p¨¦same, Arantza, la tercera de los cinco hermanos Puelles, le pidi¨® que no empleara ese t¨¦rmino. "V¨ªctimas ser¨¢n todos aquellos que se autocensuran por miedo, pero no los que combaten valientemente. ?Por qu¨¦ no hacemos asociaciones de h¨¦roes y no de v¨ªctimas?", pregunta Josu, el cuarto de los hermanos, miembro de la Ertzaintza. "Hasta el viernes no me atrev¨ªa a decirle a la gente a qu¨¦ se dedicaba mi marido, pero ahora puedo decirlo y bien alto. Igual he dejado de ser v¨ªctima del miedo", dice la viuda.
No hay precedentes de una reacci¨®n p¨²blica semejante en casos similares, as¨ª que puede que el orgullo y la falta de complejos de la familia Puelles surja de su sentimiento de pertenencia plena a esta tierra. Los barrios de La Pe?a y Ollargan, Bilbao y el Pa¨ªs Vasco son su territorio natural porque nacieron y se criaron ah¨ª, porque se saben vascos y espa?oles y porque, como dice Francisca, "de nuestra casa no nos saca ni Dios". Los asesinos no sab¨ªan nada de su v¨ªctima, m¨¢s all¨¢ de que era polic¨ªa y un objetivo a su alcance. "Se equivoc¨® al pensar que lo ten¨ªa todo controlado", dice un compa?ero y amigo suyo que a¨²n no le ha llorado porque est¨¢ volcado en la tarea de atrapar a los asesinos. "?l quer¨ªa vivir en su barrio y estaba dispuesto a asumir cierto riesgo", explica su hermano, Josu.
Los asesinos ignoraban que su objetivo era un inspector de 49 a?os, muy cualificado, padre de dos hijos, querido y admirado por su personalidad y profesionalidad, que como responsable de una red de vigilancia a los sospechosos por terrorismo, incluido el islamista, hab¨ªa participado en muchas detenciones. "Le gustaba su trabajo, era meticuloso y disciplinado porque sab¨ªa que esta guerra se gana en los detalles", apunta uno de sus subordinados. Hijo de padres castellanos que emigraron a Bilbao de ni?os, Eduardo Puelles fue un chico curtido en un barrio duro y buen estudiante que al terminar el bachillerato so?¨® con ser piloto de aviones de combate, pero que se hizo polic¨ªa con 22 a?os para poder hacer frente a las cargas econ¨®micas familiares.
"El d¨ªa que recibi¨® la carta de admisi¨®n se sent¨® en el suelo de la cocina a pensar si responder o no. Mi madre sufri¨® mucho porque era el a?o 1982, una ¨¦poca terrible de atentados diarios. Edu siempre tuvo claro que si entraba en la polic¨ªa no ser¨ªa para quedarse como agente raso", comenta su hermano. No lo hizo. De hecho, el caso de este tipo ocurrente y con sentido del humor, poco futbolero, pero del Athletic y de la selecci¨®n espa?ola, que aspiraba a la plaza de inspector jefe, era presentado puertas adentro de la polic¨ªa como prueba de que se puede llegar alto partiendo de la escala b¨¢sica. Los asesinos no saben todav¨ªa que Puelles, buen conocedor de las calles y de las gentes, experto en el rastreo, hizo escuela en el Cuerpo Nacional de Polic¨ªa y que cada vez hay m¨¢s vascos con uniforme de ese cuerpo que les combatir¨¢n con el orgullo y la falta de complejos de quienes saben que as¨ª defienden su espacio vital. -
'Mi marido salvaba vidas' es un reportaje del suplemento 'Domingo' del 28 de junio de 2009
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