Las tasas del conocimiento
Durante el reinado de Ana I de Inglaterra en 1712 se promulg¨® la Ley del Timbre y las tasas sobre el papel no s¨®lo para atender a la financiaci¨®n del Estado, sino tambi¨¦n para doblegar el poder naciente de la prensa diaria que empez¨® a desarrollarse a ra¨ªz de la abolici¨®n de la censura en 1695.
De hecho, los grupos minoritarios instaurados en el poder mediante las tasas sobre el papel (que alcanzaron su punto ¨¢lgido en el a?o 1798 en que se prohibi¨® la importaci¨®n de papel extranjero) y las leyes contra los libelos intentaron mantener bajo control la esfera p¨²blica, sacando del mercado, por no pagar los impuestos, a los peque?os y temidos diarios populares. Sin embargo estas tasas bautizadas como "tasas del conocimiento" fueron atacadas por los radicales y surgieron peri¨®dicos en los que prevalec¨ªa la opini¨®n que las desafiaron.
Pero al igual que no faltaron detractores tampoco faltaron defensores. El m¨¢s significado fue el famoso editor y hombre de negocios franc¨¦s Charles-Joseph Panckoucke (26/11/1736-19/12/1798), conocido por la edici¨®n de la Encyclop¨¦die M¨¦thodique, y propietario de destacados diarios de la ¨¦poca, como el Mercure de France, o La Gazette. Panckoucke era partidario de una Monarqu¨ªa Constitucional, y consideraba la Libertad de prensa en Paris como el esc¨¢ndalo de Europa. Estaba enfrentado con los "Journaux" y en particular odiaba a las "feuilles volantes" a las que defin¨ªa como "ese torrente de hojas de todo tipo que se imprim¨ªan de noche y en apenas dos horas, con los que se puede infectar a un suburbio, una ciudad entera en muy poco tiempo", y ve¨ªa en el modelo ingles "un medio muy simple para circunscribir la libertad de prensa a sus verdaderos limites sin necesidad de censura" ( El Mercure 15-12-1792 ). Tal era su admiraci¨®n que lleg¨® a proponer a la Asamblea Constituyente que adoptara el sistema de tasas. La iniciativa no prosper¨®, los feuillants se hicieron con el control y Panckoucke se retir¨® de la pol¨ªtica.
En Inglaterra las "tasas del conocimiento" estuvieron vigentes hasta 1861 si bien a partir de 1833 empezaron a reducirse, y no es casual que unos a?os m¨¢s tarde, en 1870, surgiera la Ley de Educaci¨®n que impuso la escolarizaci¨®n obligatoria. Al desaparecer las tasas, el papel pas¨® a regirse por las reglas del comercio, lo que favoreci¨® la libertad de prensa. La abolici¨®n fue celebrada no s¨®lo por los peri¨®dicos, sino tambi¨¦n por la sociedad en general, ya que habr¨ªa "un nuevo y extenso campo hasta ahora desconocido para la actividad de autores de genio y talento", en palabras del Daily Telegraph. "El conocimiento es poder" dec¨ªa una m¨¢xima estampada en cada entrega del Poor Man?s Guardian, peri¨®dico de 1831. Y por conocimiento entonces como ahora se entend¨ªa algo m¨¢s que informaci¨®n, sus fuentes no se limitaban a los peri¨®dicos. Libros, revistas y otras publicaciones tambi¨¦n lo eran, pero el soporte siempre era el mismo: el papel.
Desde que en 1456 Gutemberg imprimiese la Biblia hasta llegar a Internet, pasando por la Encyclop¨¦die, el conocimiento se ha ido acumulando y sus fronteras ensanch¨¢ndose, a medida que se abarataba la impresi¨®n se popularizaba la lectura, y fueron apareciendo las campa?as de alfabetizaci¨®n hasta llegar a la escolarizaci¨®n obligatoria y la educaci¨®n como derecho universal.
En la nueva era digital el papel est¨¢ dejando de ser el soporte del conocimiento y se est¨¢ digitalizando, est¨¢ pasando de las universidades, bibliotecas, instituciones de todo tipo a la red, convirti¨¦ndose as¨ª en el centro universal del saber. Pero lo m¨¢s importante es su accesibilidad desde cualquier punto del Planeta y absoluta disponibilidad para cualquiera que disponga de un ordenador y una conexi¨®n de banda ancha. Por primera vez en la historia de la humanidad tenemos tecnolog¨ªa capaz de hacer posible la igualdad de oportunidades en el acceso al conocimiento. Pero el acceso que antes depend¨ªa del papel ahora depende de la banda ancha y los dispositivos de conexi¨®n y procesamiento, por ello al igual que sucedi¨® con el papel el impuesto sobre estos ¨²ltimos grava al conocimiento.
Por eso, Espa?a al implantar el canon por copia privada, sobre determinados equipos y soportes, no s¨®lo restaura un privilegio propio de la sociedad estamental que la Ilustraci¨®n dejo atr¨¢s, sino tambi¨¦n impone una nueva tasa sobre el conocimiento, acrecentada con el anunciado canon sobre el ADSL para financiar la TVE. Estas iniciativas nos alejan de Europa, rompen la igualdad de oportunidades, impiden el desarrollo de la cultura y la creatividad, obstaculizan el desarrollo de la sociedad del conocimiento, perjudica a los m¨¢s j¨®venes y a quienes tienen menor poder adquisitivo.
Hoy en d¨ªa el conocimiento no es posible m¨¢s que con la transmisi¨®n de datos. ?Que sentido tiene un libro que no puede ser le¨ªdo?, lo que implica la necesidad de que la banda ancha llegue a todas partes con independencia de la rentabilidad de las l¨ªneas, por ello es fundamental que forme parte del servicio universal y que se garantice la neutralidad de la red. Pero el nuevo canon sobre la maltrecha red de ADSL espa?ola, una de las m¨¢s caras y lentas de Europa, fomenta justo lo contrario.
Pedro Mart¨ªnez es fiscal del Tribunal Superior de Justicia de Madrid
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