?Es el hiyab un s¨ªmbolo de discriminaci¨®n de la mujer?
El caso de Najwa Malha ha reabierto el debate sobre el hiyab. O¨ªmos incluso voces que reclaman la prohibici¨®n total del velo, con el argumento de que "es discriminatorio hacia las mujeres". Resulta curioso como la extrema derecha se apropia de los valores democr¨¢ticos para lograr sus objetivos, siempre con el ideario de la defensa de la identidad nacional como bandera. Y en esta lucha han encontrado un aliado inesperado: lo que las feministas del tercer mundo califican como feminismo euroc¨¦ntrico o colonial favorece sin duda el discurso identitario, la mirada paternalista y represora hacia las minor¨ªas.
Entre las declaraciones que hemos escuchado estos d¨ªas, tal vez la m¨¢s chirriante ha sido la de Rosa D¨ªaz, l¨ªder del partido espa?olista UPyD. Seg¨²n D¨ªaz, habr¨ªa que prohibir el velo isl¨¢mico en los espacios p¨²blicos. Una vez m¨¢s la confusi¨®n entre la obligada neutralidad de las instituciones y la libertad de las personas a profesar sus convicciones. En este caso a la libertad de imagen. Alguien deber¨ªa impartirle a Rosa D¨ªez un curso de urgencia sobre laicismo y derechos fundamentales.
Desde la Junta Isl¨¢mica Catalana hemos criticado la imposici¨®n del hiyab all¨ª donde suceda. Hemos defendido la libertad individual de las mujeres (aunque, ?qu¨¦ libertad tienen las adolescentes sometidas a la tiran¨ªa de la moda?). En el caso de la escolarizaci¨®n de chicas con hiyab, defendemos el art¨ªculo 18 de la Carta Universal de los Derechos del Hombre, el art¨ªculo 10 de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Uni¨®n Europea, los art¨ªculos 13 y 14 de la Convenci¨®n sobre los Derechos del Ni?o. Llamamos a respetar el art¨ªculo quinto de la Declaraci¨®n Universal de la UNESCO sobre la diversidad cultural: "toda persona tiene derecho a una educaci¨®n y una formaci¨®n de calidad que respete plenamente su identidad cultural". Y nos preguntamos: ?puede el reglamento de un centro escolar estar en contra de todas estas normas internacionales de rango superior?
Pero m¨¢s all¨¢ de la cuesti¨®n de derecho, que es sumamente clara, lo que nos proponemos con este art¨ªculo es contestar a la pregunta sobre si el hiyab es o no es discriminatorio. De entrada, desaf¨ªo a todos aquellos que insisten en que el hiyab es un s¨ªmbolo machista, a citar una sola fuente de referencia para los musulmanes (esto es: el Cor¨¢n y los dichos del Profeta) en la cual se establezca el hiyab como signo de sumisi¨®n de la mujer al hombre. Ya les adelanto que no lo encontrar¨¢n. Al contrario que en la tradici¨®n cristiana (ver la famosa Carta de San Pablo a los Corintios), no existe en los or¨ªgenes del hiyab un componente sexista ni discriminatorio.
En su libro 'El har¨¦n pol¨ªtico', la feminista marroqu¨ª Fatima Mernissi ha analizado las circunstancias de la revelaci¨®n del vers¨ªculo cor¨¢nico que muchas musulmanas interpretan como una obligaci¨®n de cubrirse la cabeza con un velo. En la comunidad de Medina las mujeres que sal¨ªan de sus casas por las noches eran objeto de acoso sexual, y en ese momento se revel¨® el vers¨ªculo en cuesti¨®n (Cor¨¢n 59:33), como un signo de protecci¨®n. En palabras de Mernissi: "el hiyab es una respuesta a la agresi¨®n sexual".
Posteriormente, en los c¨®digos de familia elaborados a partir del siglo IX, en el contexto de sociedades machistas y patriarcales, se estableci¨® la obligatoriedad del hiyab, como una prenda que indica la modestia y sumisi¨®n de la mujer. Muchas han sido las mujeres que desde entonces se han rebelado contra esta imposici¨®n, reivindicando su libertad, desde su condici¨®n de mujeres musulmanas, mucho antes de que en occidente oy¨¦semos hablar de feminismo.
Sin embargo, de esta deriva hist¨®rica no se puede inferir que el uso del hiyab sea necesariamente discriminatorio. En la actualidad, si nos remitimos a las pr¨¢cticas culturales, nos vemos abocados a la pluralidad de las mismas. Existen mujeres que usan hiyab por creer que se trata de un requisito de su religi¨®n, o por afirmar la tradici¨®n, o como signo de su espiritualidad, o por imposici¨®n de sus familias, o como signo de su pertenencia a una comunidad, o simplemente por coqueter¨ªa. O por otra cosa, o por todo ello al mismo tiempo.
Con la llegada de la colonizaci¨®n, en determinados contextos el hiyab pas¨® a tener un significado pol¨ªtico. Los franceses organizaron quemas p¨²blicas de velos en Argelia, convertido en un signo de resistencia anti-imperialista. Ante las prohibiciones realizadas por tiranos pro-occidentales como el Shah de Persia, hubo una reacci¨®n pro-hiyab, vinculada a la defensa de las propias tradiciones. Actualmente, las teocracias iran¨ª y saud¨ª imponen c¨®digos de vestimenta que coartan la libertad y el derecho de las mujeres a su propia imagen, lo cual ha venido a reforzar los estereotipos sobre el tema.
Por si fuera poco, existe una tendencia llamada 'hiyab fashion', arraigada entre la alta burgues¨ªa de Oriente Medio, con sus desfiles de modelos, con toda la parafernalia que envuelve a un producto de consumo. En este caso s¨ª podr¨ªas considerarse como discriminatorio, tanto como pueda serlo un pa?uelo de Hermes.
El significado del hiyab var¨ªa seg¨²n las circunstancias, lugares y personas. Es por tanto algo subjetivo. Existen mujeres de zonas rurales del Magreb que lo usan por costumbre, con una dignidad envidiable. Pero tambi¨¦n existen brillantes intelectuales musulmanas con hiyab, con un discurso antipatriarcal que har¨ªa palidecer a nuestras feministas oficiales. Como an¨¦cdota curiosa, durante el II Congreso Internacional de Feminismo Isl¨¢mico, la l¨ªder de una organizaci¨®n brit¨¢nica de musulmanas lesbianas me present¨® a su novia: una chica indonesia con hiyab. ?Tambi¨¦n el hiyab que llevaba esta mujer es un s¨ªmbolo de la opresi¨®n machista?
La conclusi¨®n es evidente: el uso del hiyab no es necesariamente una pr¨¢ctica discriminatoria. Y esto es algo evidente para cualquiera que est¨¦ dispuesto a superar el racismo en el cual los europeos somos educados. L¨¢stima que numerosos pol¨ªticos y creadores de opini¨®n prefieran aferrarse a sus pre-juicios, que los conducen a una actitud de arrogante superioridad frente a las 'culturas inferiores'. Una postura que va contra las libertades individuales, favorece el avance de la extrema derecha y refuerza a aquellos sectores dentro de las comunidades musulmanas que aconsejan a los musulmanes el no mezclarse con una sociedad que los rechaza. Entramos as¨ª en un c¨ªrculo vicioso, tendente a provocar una fractura en el seno de nuestra sociedad. Esta es en el fondo el discurso contra el hiyab: el linchamiento de las minor¨ªas como estrategia pol¨ªtica. ?Una fiesta para Le Pen!
Abdennur Prado es presidente de la Junta Isl¨¢mica Catalana, es autor de El lenguaje pol¨ªtico del Cor¨¢n (ed. Popular 2010) y co-director del Congreso Internacional de Feminismo Isl¨¢mico
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