?Leones no fieros? Sobre la Bienal de Venecia
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La arquitectura como aire -un proyecto para una casa en la costa del proyectista japon¨¦s Junya Ishigami- y la arquitectura de la gente frente a la transformaci¨®n de la costa del Reino de Bahrain se han hecho este a?o con los leones de oro de la XII Bienal de Arquitectura de Venecia dirigida, por primera vez, por una mujer, Kazuyo Sejima. Se trata de galardones a lo poco visible, a lo poco ruidoso y a lo que ambiciona mucho desde una beligerancia desarmada.
El Reino de Bahrain acud¨ªa por primera vez a la Bienal. Llevaron un pabell¨®n capaz de responder al tema elegido por Sejima (La gente se encuentra en la arquitectura) y capaz, como la mejor arquitectura, de relacionarse con el lugar, es decir con Venecia. As¨ª, idearon un pabell¨®n titulado Reclamo. El propio ministro de cultura abre el cat¨¢logo reclamando: ¡°?D¨®nde est¨¢n las costas que viven en nuestra memoria pero han desaparecido de nuestros mapas devoradas por el desarrollo urbano que nos ha robado nuestro amado mar?¡±. ?C¨®mo volver al mar? ?Significa eso volver atr¨¢s? ?C¨®mo hacer compatible progreso y conservaci¨®n?, vienen a preguntar, al fin y al cabo, en una de las eternas cuestiones para la arquitectura de todos los tiempos.
La muestra Reclaim presentaba las caba?as abiertas de los pescadores, levantadas sobre el agua en busca de una rebanada de costa. Se trata de una arquitectura sin arquitectos pero que habla de la relaci¨®n entre una cultura y el mar. Mediante la reconstrucci¨®n de esas arquitecturas la muestra permit¨ªa, efectivamente, experimentar, m¨¢s all¨¢ de observar, la arquitectura.
El reclamo es ese, el de la memoria del agua con la que han crecido los ni?os de una isla en la que se aprend¨ªa a nadar antes que a ir en bicicleta. La pesca, y una reputada industria de perlas, eran los pilares econ¨®micos de ese pa¨ªs. Hasta que en los a?os veinte del siglo pasado se descubri¨® que adem¨¢s de pescado, una ubicaci¨®n estrat¨¦gica en el Golfo P¨¦rsico y un clima bendecido, en Bahrain hab¨ªa petr¨®leo. El dinero llev¨® a la transformaci¨®n de la costa en costra. Y los constructores volcaron en la tierra toda la fe depositada durante siglos en el mar. Comenzaron construyendo puentes que hicieron tambalearse la condici¨®n insular del lugar y, en pocas d¨¦cadas, los poblados bajos t¨ªpicos de un clima c¨¢lido y de los pa¨ªses isl¨¢micos desaparecieron devorados por torres de oficinas. Hasta aqu¨ª lo que ha sucedido en muchos sitios. S¨®lo que en Bahrain las aguas de la costa eran tan poco profundas que parec¨ªa econ¨®micamente muy viable ampliar esa costa. El resultado es que el pa¨ªs se ha ?enriquecido? ?C¨®mo se sentir¨ªa usted si hubiera crecido en un pueblo marinero y, tras unos a?os, y desde la misma casa en la que se cri¨® junto al mar, el agua se hubiera alejado hasta siete kil¨®metros?
La tierra que reclamaban los constructores, y la que ahora reclaman los ciudadanos, ha ganado uno de los galardones de la Bienal de Sejima.
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