Nuevas est¨¦ticas para la huelga general
Calles sucias, pegatinas y banderas rojas conviven en la calle con manifestantes en bicicleta, inmigrantes involucrados y piquetes con port¨¢tiles
Gran V¨ªa, Sol y Preciados son mecas para cualquier demostraci¨®n de fuerza. M¨¢s si es una huelga general. Esta ma?ana conviv¨ªan en ese cruce de caminos las nuevas est¨¦ticas de la protesta con las cl¨¢sicas. A los piquetes en tensi¨®n, las camionetas de antidisturbios y los turistas despistados se un¨ªan manifestantes en bicicleta, parejas de inmigrantes orientales con las pegatinas de CC OO, banderolas rojas y afiliados con ordenador port¨¢til sentados en alg¨²n banco.
Costaba esta ma?ana por los barrios del norte apreciar signos de paro. Por Saconia, los supermercados andaban cerrados, unos sacrificados trabajadores con acento eslavo se aplicaban en una mudanza, los coches hab¨ªan huido del barrio como un d¨ªa normal dejando espacios de sobra para aparcar y el tr¨¢fico no agobiaba. Llevar a los ni?os al colegio no costaba un atasco pese al paro del transporte escolar. Por la ciudad universitaria, grupos de alumnos deambulaban con carpetas hacia sus clases o a las bibliotecas de la Complutense.
Poco hac¨ªa sospechar que m¨¢s adentro, la apariencia de huelga general podr¨ªa imponerse. Pero la calle Princesa ya era otra cosa. Las octavillas andaban esparcidas por el suelo y la basura apilada en las esquinas. Pura y cl¨¢sica est¨¦tica de huelga general que los pocos barrenderos activos se afanaban en hacer desaparecer de las aceras. La polic¨ªa Municipal y la Nacional se alternaban por las manzanas y en las inmediaciones de Plaza de Espa?a ya se produc¨ªa el atasco al filo de las 9.30.
Varios manifestantes hab¨ªan cortado la Gran V¨ªa m¨¢s all¨¢ de Callao. Un punto estrat¨¦gico. Hasta llegar all¨ª no costaba hacer muchas c¨¢balas para adivinar qui¨¦n hab¨ªa secundado el paro. Los bancos estaban cerrados a cal y canto. Los caf¨¦s y las cadenas de comida, abiertas. Es decir, los negocios de fuerte representaci¨®n sindical, cumpl¨ªan con la huelga. Los lugares con empleo precario, no.
?Y ese s¨ªmbolo conocido como El Corte Ingl¨¦s? Al filo de las 10.00, en Preciados, varios polic¨ªas escoltaban la entrada. No hubo incidentes, pero tampoco se observ¨® fiebre consumista. Pasada la hora de apertura, los empleados que hab¨ªan decidido trabajar se apilaban en torno a las cajas registradoras. Algunas dependientas debat¨ªan si salir a tomar caf¨¦: "?Est¨¢s loca?", le espet¨® una compa?era a otra. "Nos arriesgamos a que nos suelten un melocot¨®n".
Por la calle Carretas, los locales de apuestas, las cafeter¨ªas y las tiendas de calzado viv¨ªan una jornada normal. Tan s¨®lo alborotaban el cotarro y a las prostitutas los meg¨¢fonos de un grupo de anarquistas de la CNT que llamaban a la huelga. O unos sindicalistas que c¨¢mara en mano enfocaban a Trancas y Barrancas, los h¨¦roes de El Hormiguero. "F¨ªjate con qu¨¦ violencia la polic¨ªa de Zapatero disuelve los disturbios", le dec¨ªa Trancas a Barrancas. A su alrededor no se produc¨ªa ning¨²n incidente. Tan s¨®lo un dependiente de un comercio encerrado detr¨¢s de una reja, solt¨®: "Eso es mentira".
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