La visita del Papa a Santiago no cumple las expectativas de p¨²blico
El Gobierno gallego ha invertido unos tres millones de euros con la convicci¨®n de que Galicia iba a convertirse hoy en el centro de la atenci¨®n mundial, pero horas despu¨¦s, es la decepci¨®n de comerciantes, hosteleros y fieles la que inunda Santiago
6.000 polic¨ªas. Horario de 24 horas para los bares. Tiendas de souvenirs abiertas desde las siete de la ma?ana. Santiago ha amanecido preparado para recibir al aluvi¨®n de 200.000 cat¨®licos anunciado por la Xunta y el Ayuntamiento para ver y escuchar al Papa. El Gobierno gallego ha invertido unos tres millones de euros de dinero p¨²blico con la convicci¨®n de que Galicia iba a convertirse hoy en el centro de la atenci¨®n mundial. Pocas horas despu¨¦s, es la decepci¨®n de comerciantes, hosteleros y fieles la que se traslada en masa por las calles de la capital gallega.
Desde primera hora, los accesos a la ciudad han estado semidesiertos, s¨®lo unos 300 de los 1.200 autobuses previstos hab¨ªan llegado al mediod¨ªa a los macroaparcamientos habilitados para la ocasi¨®n, seg¨²n fuentes de Protecci¨®n Civil. "Los ¨²nicos que me han comprado recuerdos de la visita son unos polic¨ªas sevillanos y unos bomberos de Barcelona. Los peregrinos se han asustado", cuenta ?scar, encargado de la tienda Recordos A R¨²a, en el centro hist¨®rico de la ciudad y a unos cuantos metros de la plaza del Obradoiro, la zona cero de los pomposos actos organizados por la comisi¨®n especial creada por la Xunta para este "acontecimiento hist¨®rico". Joseph Ratzinger estaba a punto de aterrizar, y las expectativas de negocio alimentadas desde que hace unos meses anunci¨® su visita se han esfumado.
Diego P¨¦rez, sacerdote del Opus Dei de la di¨®cesis de Tui-Vigo, subraya que lo importante es lo que va a decir el jefe de la Iglesia cat¨®lica. "No ha venido para que los pol¨ªticos tengan un r¨¦dito electoral". Minutos despu¨¦s, una veintena de personas est¨¢ parada en el parque de la Alameda ante una de las siete pantallas gigantes instaladas en la ciudad para atender a las masas de creyentes deseosas de no perderse el mensaje de su l¨ªder. Est¨¢n rodeados de un despliegue, este s¨ª hist¨®rico, de periodistas, polic¨ªas y voluntarios de Protecci¨®n Civil. Habla el Papa, tras aterrizar en el aeropuerto de Lavacolla. Consumidores cargados con bolsas pasan de largo. Cuando Ratzinger termina su discurso, s¨®lo dos de los telespectadores de la Alameda aplauden. El ambiente helado sorprende especialmente a Milagros Sandoval, una religiosa de Lumen Dei llegada de A Coru?a. "Hay mucha menos gente de la esperada. Quiz¨¢s es porque se hizo propaganda de que Santiago es peque?o..." "Es una pena", apostilla, desolada, la mujer que la acompa?a.
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