Ilegalizaci¨®n complicada
Batasuna sepulta su trayectoria pol¨ªtica anterior, supeditada a la violencia de ETA
Batasuna ha puesto muy dif¨ªcil su ilegalizaci¨®n al Gobierno y a la Justicia. Con un intencionado pero n¨ªtido doble discurso pol¨ªtico y jur¨ªdico, la izquierda abertzale se ha ajustado, por fin, a las exigencias que el Tribunal Supremo ya le reclam¨® en 2007 cuando vio desbaratada la oficialidad de su en¨¦sima marca electoral ASB. Entonces se le record¨® que cualquier futuro intento de incorporarse a la democracia pasaba por la ruptura con ETA y que sus inspiradores tambi¨¦n deb¨ªan exhibir un acto de fe semejante. Tres a?os despu¨¦s, conscientes de que la raz¨®n de Estado se impon¨ªa en la calle y en las instituciones, componiendo as¨ª una realidad social y pol¨ªtica que compromet¨ªa su propia existencia presente y futura, el radicalismo abertzale proclama su catarsis renegando del nervio medular de su propia existencia: corta de una vez el cord¨®n umbilical con ETA.
Bien es verdad que intencionadamente Batasuna pasa por alto en su nuevo ropaje estatutario y pol¨ªtico el cumplimiento de la contundente declaraci¨®n de Estrasburgo. Incluso de que esta ausencia interpretativa ofrecer¨¢ un comprensible asidero a cuantos se empecinan en diluir la esencia democr¨¢tica de la nueva realidad radical. Pero I?igo Iruin ha preferido trasladar el compromiso a la propia jurisprudencia del propio Tribunal Supremo, sabedor de que es el escenario donde ha de librarse la batalla jur¨ªdica al margen del inexorable debate pol¨ªtico, que ya se presume contrario a la legalizaci¨®n.
Quienes aparecen instalados en el escepticismo sobre la virtualidad de esta nueva apuesta pol¨ªtica lo hac¨ªan apoyados en fundadas razones hist¨®ricas a las que ha contribuido el maquiav¨¦lico discurso de Batasuna, siempre prisionero de su supeditaci¨®n a ETA. Pero en el Palacio Euskalduna -escenario que lleva camino de convertirse en la referencia de la nueva realidad del abertzalismo, ya que fue sede del primer acuerdo entre bases soberanistas-, Rufi Etxeberria e I?igo Iruin acabaron con los circunloquios. En un lenguaje directo, que en ocasiones podr¨ªa resultar extra?o por in¨¦dito, han proclamado que su futuro partido rompe de una vez con ETA porque no comparte ni su violencia ni tampoco su tutelaje. Incluso, ambos portavoces dieron un significativo paso m¨¢s al acordarse de las v¨ªctimas que el terror ha causado.
Tras dos a?os de debate interno, Batasuna se ha decantado por sepultar su trayectoria pol¨ªtica, supeditada hasta ahora a la violencia de ETA, una banda terrorista que ante semejantes desmarques, y en plena tregua, queda convertida en una entelequia.
Juan Mari Gastaca Sobrado es delegado de EL PA?S en el Pa¨ªs Vasco
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