"Lou Reed comi¨®, pag¨® y se march¨®. No le reconocimos"
El restaurante 7 Portes de Barcelona celebra sus 175 a?os.- "No somos un restaurante de moda, solo una casa de comidas", explican los responsables
-"Robert de Niro es un t¨ªo encantador. Nos ha pedido el n¨²mero de la mesa y lo ha apuntado en un papel. ?ste seguro que vuelve.
- Como Lauren Bacall, que se enganch¨® al moscatel que no veas.
-Risas".
Podr¨ªan hablar durante horas. Lo hacen sentados en una mesa Daniel Quer, gerente del restaurante 7 Portes; Josep Maria Rev¨¦s, cajero, y Paco Mart¨ªnez, jefe de comedor. Les rodean 175 a?os de historia resguardados por siete puertas. La octava, la del servicio, nunca ha entrado a formar parte del grupo. Como regalo de cumplea?os, el Ayuntamiento de Barcelona les ha distinguido con la Medalla de Oro al M¨¦rito C¨ªvico en reconocimiento a su trayectoria. "No tenemos ninguna receta m¨¢gica para haber durado tanto. Quiz¨¢ que nunca nadie se encaprich¨® del local", comenta Quer.
Y eso que fue el primer edificio de Barcelona con agua corriente. Desde que en 1836 Josep Xifr¨¦ lo dise?ase a imagen de una plaza de Par¨ªs, el 7 Portes se ha mantenido como uno de los referentes gastron¨®micos de la cocina catalana.
"Aquel Bar?a-Madrid fue matador. Se jug¨® el d¨ªa de San Jos¨¦, 19 de marzo, que adem¨¢s cay¨® en Domingo de Ramos". Era 1967 y alrededor del local varias mesas vieron pasar m¨¢s de mil cubiertos hasta las seis de la tarde. Rev¨¦s recuerda ese momento como uno de los m¨¢s agotadores de la historia del restaurante. Lleva 44 a?os en ¨¦l y no est¨¢ cansado. Ahora trabaja en la caja, pero ha pasado por casi todas los puestos. "?Ay, si pudiera descargar toda la informaci¨®n en un disco duro!", se lamenta.
Paseando por el local se adivina un olor delicado, nada artificial, incrustado entre vigas de madera. Evoca a otro tiempo, otra manera de entender la liturgia del comer. Mesas contiguas y espacios personales. Todo se mezcla en un ambiente casi familiar. Sirve hasta de tapadera.
"Hubo un se?or que se lo ten¨ªa bien montado. Ven¨ªa todos los d¨ªas, de lunes a domingo, pero con dos se?oras diferentes. Entre semana con la amante, y los fines de semana con su mujer y sus hijos. ?Y con las dos se sentaba en la misma mesa!". Pero la historia no termina ah¨ª. "Cuando muri¨®, su amante sigui¨® viniendo con otro hombre entre semana y la viuda con los hijos los s¨¢bados y los domingos", relata Quer.
Es f¨¢cil imaginarse la situaci¨®n en varias de los reservados individuales de los que dispone el restaurante. Tapizados las paredes y los suelos, dos sof¨¢s se enfrentan el uno al otro con la mirada fija. Les separa una mesita con una l¨¢mpara. Nada m¨¢s. Discreci¨®n m¨¢xima. Tampoco es necesario. "Lou Reed vino solo, se sent¨® en una mesa, comi¨®, pag¨® y se march¨®. Ninguno le reconocimos".
Los nombres de los artistas, m¨²sicos y arist¨®cratas que han pasado por el 7 Portes tienen su grafiti en forma de chapa dorada en varias de las mesas. No hay mayores pretensiones. "No somos un restaurante de moda, solo una casa de comidas".
Es posible que para el 200 aniversario del restaurante Daniel, Josep Maria y Paco est¨¦n a¨²n invitados a la fiesta. Ser¨¢ especial para todos, puede hasta que cuelguen sus chapas en las paredes. "?No est¨¢ mal pensado, no!".
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