El precio de ser mujer en la RD del Congo
MarioVargas-Llosadescribe en El sue?o del celtael horror que experiment¨® Roger Casement al enfrentarse por primera vez a las atrocidades del Congo colonial de finales del XIX. Los latigazos, las mutilaciones y el abuso que se ejerc¨ªa sobre decenas de miles de nativos constituyeron la base del Informe Casement, una de las piezas de denuncia pol¨ªtica m¨¢s importantes de su ¨¦poca.
Resulta inevitable pensar qu¨¦ hubiese escrito este activista irland¨¦s sobre elCongo de hoy, en el que alrededor de 200.000 mujeres y ni?as fueron violadas en 2009 como consecuencia del conflicto que asola a esta regi¨®n.
La RD del Congo es el frente principal de una batalla mucho m¨¢s amplia: la que libran millones de mujeres en 35 pa¨ªses del mundo en los que la violencia sexual se ha convertido en un arma habitual de guerra. Desde la lucha por la independencia de Bangladesh hasta el genocidio de Ruanda, pasando por la antigua Yugoslavia, Colombia, Sud¨¢n o el Medio Oriente, la violencia sexual constituye una de las manifestaciones m¨¢s crueles e inextinguibles de los conflictos. Las violaciones buscan destruir a las v¨ªctimas y a sus familias, humillar a los grupos ¨¦tnicos o religiosos a los que pertenecen y demostrar la impunidad ante la ley.
Estos datos han vuelto a cobrar relevancia en el informe de la UNESCO Educaci¨®n para Todos en el Mundo 2011, del que ya hemos hablado la semana pasada: "Para aquellos directamente afectados, la violencia sexual deja un trauma psicol¨®gico que pone en peligro las posibilidades de aprendizaje (...). El miedo a la violencia, exacerbado cuando los culpables quedan sin castigo, hace que las ni?as se recluyan en sus casas en vez de ir a la escuela". El rosario de casos documentados por este y otros informes resulta escalofriante:
-De acuerdo con la informaci¨®n hecha p¨²blica por las Naciones Unidas en 2005, la mitad de las mujeres colombianas desplazadas por la guerra hab¨ªan sido v¨ªctimas de maltrato f¨ªsico y una de cada tres forzada a mantener relaciones sexuales contra su voluntad.
- En Darfur (Sud¨¢n), Amnist¨ªa Internacional demostr¨® en 2004 la implicaci¨®n de las milicias Janjaweed en violaciones sistem¨¢ticas de civiles. La Corte Penal Internacional prob¨® la participaci¨®n de algunos altos cargos del gobierno.
- Los elevados n¨²meros de violaciones y de violencia sexual que padecen pa¨ªses como Guatemala o Liberia sugieren que la impunidad que se desat¨® durante la guerra se mantiene enquistada en las sociedades a?os despu¨¦s de terminar el conflicto.
Pero ninguno de estos casos ha alcanzado la magnitud de la violencia sexual que padecen las mujeres y ni?as de la RD del Congo. Las provincias Kivu del este del pa¨ªs son denominadas en el informe "la capital mundial de las violaciones". Uno de los estudios realizados estim¨® que un 40% de las mujeres de esta regi¨®n hab¨ªan sido v¨ªctimas de ataques sexuales, que en muchos casos tambi¨¦n afectaron a hombres y ni?os. De hecho, las ni?as y los ni?os constituyen uno de los principales objetivos por el miedo de los violadores a contraer el SIDA.
Este v¨ªdeo de Oxfam America cuenta la historia de Justine Masika, directora de la Red de Mujeres V¨ªctimas de Violencia Sexual, una de las organizaciones congole?as que arriesgan sus recursos y su reputaci¨®n en defensa de las mujeres afectadas. La violaci¨®n de una vecina de 80 a?os le llev¨® a crear en 2003 una ONG que hoy ayuda a m¨¢s de 7.000 v¨ªctimas a sobrevivir a su trauma y encontrar medios para salir adelante.
Sabemos lo que Masika y otras muchas mujeres congole?as est¨¢n haciendo por s¨ª mismas, pero ?qu¨¦ hace la comunidad internacional para apoyarlas? A pesar de la envergadura devastadora de este problema, pocos de nosotros situar¨ªamos las violaciones masivas en nuestra lista de prioridades para los pa¨ªses pobres, lo que significa que a¨²n existe un largo camino por recorrer. Ir¨®nicamente, el informe de la UNESCO sugiere utilizar herramientas muy similares a las que permitieron a Roger Casement destapar los abusos del Congo: una comisi¨®n internacional liderada por Michelle Bachellet, Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, que saque a la luz las atrocidades que se cometen contra las mujeres en estos pa¨ªses y proponga un plan de acci¨®n para los gobiernos, los donantes y la Corte Penal Internacional. Le deseamos al menos la misma suerte que tuvo su antecesor hace un siglo.
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