Ana Frank
Todav¨ªa, y hasta el 30 de abril, se puede ver en la Casa de la Paz y los Derechos Humanos de Aiete, en Donostia, la exposici¨®n sobre Ana Frank. Aqu¨ª, como en el resto de ciudades del ancho mundo donde va rotando la muestra, la afluencia del p¨²blico es considerable: su historia sigue siendo capaz de atraer y conmover a las masas. Su Diario es adem¨¢s de lectura obligatoria u opcional en la mayor¨ªa de los centros de Secundaria y, de hecho, los adolescentes (y m¨¢s las adolescentes) lo devoran, se identifican con la despierta jovencilla jud¨ªa que, escondida junto a siete personas m¨¢s, narra en p¨¢ginas vibrantes las vicisitudes de su encierro, sus pensamientos, deseos y esperanzas.
Es interesante reflexionar sobre las razones de tama?o ¨¦xito. ?Qu¨¦ tiene Ana Frank que no tengan otros muchos testimonios, igualmente reales y conmovedores, sobre el Holocausto o sobre otras terribles situaciones de persecuci¨®n? Deben de influir varios factores. Ana conjuga la inocencia de la infancia (tiene trece a?os cuando comienza su diario) con la capacidad razonadora que va madurando a lo largo de los siguientes dos a?os. Su precoz talento narrativo se conjuga adem¨¢s con su car¨¢cter alegre y con las condiciones no extremas de su encierro: es poco probable que un diario escrito en un campo de concentraci¨®n tuviera, por su crudeza, tantos lectores.
Algunos p¨¢rrafos son tan premonitorios que no pueden dejar de emocionarnos. El 5 de abril de 1944 apunta: "No quiero haber vivido para nada... Quiero ser de utilidad y alegr¨ªa para los que viven a mi alrededor, aun sin conocerme. ?Quiero seguir viviendo, aun despu¨¦s de muerta!... Cuando escribo se me pasa todo, mis penas desaparecen, mi valent¨ªa revive. Pero entonces surge la gran pregunta: ?podr¨¦ escribir algo grande alg¨²n d¨ªa? ?Llegar¨¦ alg¨²n d¨ªa a ser periodista y escritora?" Cuatro meses m¨¢s tarde son delatados por unos vecinos; llevada a Bergen-Belsen, Ana morir¨ªa poco despu¨¦s. ?Y si hubiera sobrevivido? ?Se habr¨ªa convertido en esa gran escritora que so?aba ser, habr¨ªa alcanzado la repercusi¨®n mundial de la que goza ahora? Lo cierto es que seguramente no. Es su martirio lo que contribuye decisivamente a hacer de ella un s¨ªmbolo, s¨ªmbolo de todos los inocentes perseguidos y sacrificados por una u otra causa.
Primo Levi, que sobrevivi¨® y relat¨® tambi¨¦n en primera persona su experiencia, reflexiona de este modo: "Una sola Ana Frank despierta m¨¢s emoci¨®n que los millares que como ella sufrieron, pero cuya imagen ha quedado a la sombra. Tal vez deba de ser as¨ª; si pudi¨¦semos y tuvi¨¦semos que experimentar los sufrimientos de todo el mundo no podr¨ªamos vivir". As¨ª es, tendemos a condensar en una o unas pocas v¨ªctimas el peso insoportable, inimaginable, de millones de ellas. Y es que, m¨¢s all¨¢ de las cifras, la compasi¨®n est¨¢ hu¨¦rfana sin nombres y apellidos.
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