F¨¦lix de Az¨²a, obra en marcha

¡°La arquitectura es una actividad que se ve influida por las m¨¢s peregrinas corrientes filos¨®ficas, aunque muy poco por los futuros habitantes de esa arquitectura, a menos que sean fil¨®sofos¡±. Estas palabras las escribi¨® en 1995 un fil¨®sofo (F¨¦lix de Az¨²a) que ense?a est¨¦tica en una escuela de arquitectura (la de Barcelona) pero que lamentablemente ha escrito m¨¢s sobre pintura y literatura que sobre la disciplina que estudian sus alumnos. De ah¨ª el valor de la obra de la que procede la cita, el Diccionario de las artes que acaba de reeditar, revisado y ampliado, la editorial Debate.

La primera edici¨®n del impagable diccionario de Az¨²a se public¨® en el citado 1995 dentro de la colecci¨®n ¡°Diccionarios de autor¡± impulsada por la editorial Planeta. Entonces, Fernando Savater se ocup¨® de la filosof¨ªa; Francisco Umbral, de la literatura; Eduardo Haro Tecglen, de la pol¨ªtica, Jos¨¦ Mar¨ªa Valverde, de la historia, Eugenio Tr¨ªas, del esp¨ªritu; Fernando Trueba, del cine, y Carlos Garc¨ªa Gual, de los mitos. Cada uno de aquellos glosarios ha tenido una suerte dispar, pero el de las artes no ha parado de crecer y multiplicarse.

En 2002 Anagrama public¨® una versi¨®n con enmiendas menores pero con un pr¨®logo que resum¨ªa bien el esp¨ªritu del libro: el Arte ha muerto pero las artes est¨¢n m¨¢s vivas que nunca. ¡°La muerte del Arte no es un suceso f¨²nebre, sino m¨¢s bien todo lo contrario, ya que libera m¨²ltiples actividades, espectaculares, est¨²pidas, juguetonas, pol¨ªticas, sorprendentes, cretinas, pretenciosas, ingeniosas, insignificantes, profundas, conmovedoras, mim¨¦ticas, imb¨¦ciles, sublimes, aburridas, comerciales, curiosas, triviales o sensacionales que siguen produciendo aquellos que se dedican a las artes¡±, dec¨ªa. Y tambi¨¦n: ¡°En ninguna otra ¨¦poca de la humanidad ha habido tanta actividad art¨ªstica bien pagada¡­ y tan poco Arte¡±. M¨¢s a¨²n: ¡°Desaparecido el concepto de belleza o excelencia como categor¨ªa reguladora, el valor de lo significativo, lo actual y lo interesante es, en materia art¨ªstica, un absoluto¡±.

En la tercera reencarnaci¨®n de su Diccionario de las artes Az¨²a ha quitado la may¨²scula a las Artes del t¨ªtulo, ha ampliado muchas de las entradas existentes -que inclu¨ªan t¨¦rminos como arquitectura, bello, ciudad, deconstrucci¨®n, mercado, sagrado o Wittgenstein-, ha a?adido un ¡°Ep¨ªlogo para intelectuales¡± y ha incorporado voces nuevas: biograf¨ªa ¨Ccon un pol¨¦mico ejercicio de ¡°agudeza visual¡± en torno a Francis Bacon-, bodeg¨®n, contempor¨¢neo, divinidades ¨Cque sustituye a dioses-, estilo, museo o valor. Entre ellas est¨¢ tambi¨¦n queja, cuyo arranque es una buena muestra de la mezcla de profundidad, rigor, claridad, sentido com¨²n y sentido del humor que recorre un libro con el que no hace falta estar absolutamente de acuerdo para reconocer lo que tiene de est¨ªmulo y detector de t¨®picos. Empezando por los que, acr¨ªticamente, dan por sentado los acad¨¦micos del arte del momento, aquellos que ven en cada esquina enemigos del arte contempor¨¢neo. As¨ª pues, queja: ¡°Una parte importante del arte actual se dirige al mundo bajo la forma del agravio, aunque suele denominarlo ¡°denuncia¡±. Efectivamente, el artista acude a la comisar¨ªa universal para denunciar que le han robado el billetero, que le han humillado sexualmente o que ha visto alguna manifestaci¨®n de crueldad insoportable, pero lo hace en nombre del universo¡±.