Miedo (Un d¨ªa, Diez a?os)
Ya he escrito antes sobre esto. Y presiento que esta vez tampoco ser¨¢ la ¨²ltima. Seg¨²n empiezo a escribir contemplo desde una de las terrazas en las que se sit¨²an las televisiones la llamada Zona Cero unas horas antes de que se conmemore el d¨¦cimo aniversario del 11 de Septiembre. Los focos est¨¢n apagados y no hay el bullicio que conlleva la gente de la tele, con productores, c¨¢maras, asistentes corriendo fren¨¦ticamente de un lado para otro ... Nueva York es ahora -y lo ser¨¢ hasta el lunes por la ma?ana- una ciudad con m¨¢s polic¨ªa y soldados de los que le hacen a uno sentir c¨®modo. ?Seguro? No se... Esa es la intenci¨®n pero angustia ver las entradas del metro, las estaciones de tren tomadas por hombres (casi siempre son hombres, yo al menos no he visto ninguna mujer) armados hasta los dientes. Registros de coches y registros de bolsos. Hasta para acceder al hotel donde me alojo me obligan a llevar una pulsera en la mu?eca que me permita la entrada y salida. Si no est¨¢s alojado -o lo est¨¢s pero te has quitado la pulsera, que me recuerda a esas de los resorts all inclusive- sencillamente no entras.
Llegu¨¦ el viernes. Tom¨¦ el tren en la capital de la naci¨®n horas despu¨¦s de que se supiera que Barack Obama hab¨ªa sido informado de "una amenza cre¨ªble y espec¨ªfica" de ataque terrorista sobre las ciudades de Washington y Nueva York. Ocup¨¦ mi asiento, me acarici¨¦ la barriga de casi siete meses y me permit¨ª sentir lo que llevaba sintiendo desde la noche anterior: miedo (incomod¨ªsimo sentimiento que adem¨¢s no produce nada bueno).
Si en enero se tambaleaba mi invulnerabilidad a la muerte al asistir en Tucson (Arizona) al funeral de una ni?a de nueve a?os muerta en un tiroteo, este fin de semana se ha confirmado. Hoy a la gente se le pregunta d¨®nde estaba el d¨ªa que cambi¨® el mundo -nos guste o no nos guste, cambi¨®-. Yo la pregunta que me hago es c¨®mo ha cambiado mi vida en esta d¨¦cada. Lo ha hecho y mucho. En mi vida existe Nicol¨¢s y Ana est¨¢ en camino. Si antes nunca pensaba en la posibilidad de que al cubrir un acontecimiento en esta profesi¨®n que amo me pudiera pasar algo, hoy llevo interiorizada la frase que se repite en Nueva York hasta el hartazgo: "Si ves algo, di algo". Terrible.
No ha hecho m¨¢s f¨¢cil mi sentimiento de fragilidad escuchar a algunos de los j¨®venes que aqu¨¦l tr¨¢gico d¨ªa eran ni?os de cuatro a?os y asist¨ªan a su segundo d¨ªa de clase en el Kindergarten P.S. 150 de Greenwich Street, en Tribeca, a pocas calles del World Trade Center.
LUCA: "Lleg¨® mi madre a recogerme despu¨¦s de que el primer avi¨®n impactara en la primera Torre y entonces vimos el otro avi¨®n sobrevolar sobre nuestras cabezas e impactar con el otro edificio. Recuerdo que la gente se tiraba por las ventanas -lo recuerdo perfectamente-. Entonces pregunt¨¦ a mi madre: "Tienen camas el¨¢sticas que los esperen abajo?". "No", respondi¨® ella. "Entonces... ?por qu¨¦ saltan?", pregunt¨¦ desconcertado. S¨®lo pudo decirme que no sab¨ªa y tirar de mi mano para que corri¨¦semos, corri¨¦semos lejos".
ZACHARY: "Aprend¨ª algo que deber¨ªa de haber aprendido mucho m¨¢s tarde en la vida: que suceden cosas malas".
GLORIELA: "Recuerdo que ten¨ªamos dos hamsters en la clase y que me los llev¨¦ conmigo mientras les dec¨ªa que todo iba a salir bien".
AVIYA: "Al llegar a casa vimos las noticias; era la primera vez que yo las ve¨ªa".
BROOK: Este joven ha realizado un documental sobre su experiencia que se llama The Second Day. Su madre le sac¨® del colegio y le dej¨® en la estaci¨®n de bomberos donde ella trabajaba. Tan pronto como los bomberos le vieron comenzaron a darle mensajes para que se los pasara a sus hijos o sus esposas por si nunca m¨¢s volv¨ªan a verlos. "Dile a mi chico que le quiero"; "Crece y convi¨¦rte en un buen hombre".?
Ten¨ªan raz¨®n. La gran mayor¨ªa ya nunca volvi¨® a casa.
Ma?ana estar¨¦ en casa, sin duda. Pero se que ya nunca tendr¨¦ la coraza que ten¨ªa cuando viaj¨¦ a Darfur en 2004 y v¨ª morir de desnutrici¨®n a tres ni?os en pocas horas; o a Kabul en 2003; o a Kosovo en los noventa... Antes ni siquiera me preguntaba que pasar¨ªa si no volv¨ªa, no era una opci¨®n no volver. Ahora ?soy vulnerable! y muero por abrazar a Nicol¨¢s.
PD: Ya le he comprado dos chupa chups (fue el trato por escaparme tres d¨ªas de casa y abandonarle).
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