?ngeles Santos, la pintora que se se acerca al siglo
Contemplar el cuadro de ?ngeles Santos Tertulia (1929), suscita algo m¨¢s que una emoci¨®n est¨¦tica. Es la evocaci¨®n de un estilo de vida. Un emblema. Cuando lo miro, veo una ventana abierta al pasado y al futuro. Adem¨¢s de ser un cuadro, es un libro que invita a ser le¨ªdo. Los ojos se van no solo a la pintura, sino a todo el mundo que recrea. Esta obra de ?ngeles Santos (Portbou (Gerona), 1911) es una declaraci¨®n de modernidad. Cada vez que lo observo no puedo dejar de pensar en su autora, esa joven surrealista que antes de alcanzar los 20 a?os ya hab¨ªa creado obras singulares.
?ngeles Santos cumplir¨¢ el 7 de noviembre cien a?os. No solo es una creadora esencial en la pintura del primer tercio del siglo XX. Como mujer y artista pl¨¢stica ha vivido profundas metamorfosis. En sus inicios bebi¨® en las mismas corrientes iconoclastas que Maruja Mallo mantuvo hasta el final de sus d¨ªas. Pero Santos se vio obligada a elegir entre la locura (pict¨®rica) y la serenidad y se inclin¨® a preservar la cordura (aun a costa de la obra). Podr?ia decirse que antepuso la vida a la pintura. Aunque reconocida como pintora, su vida es sumamente discreta y sus sucesivos y en ocasiones bruscos cambios de estilo han difuminado una trayectoria que abarca casi dos siglos. Es, sin duda, una leyenda, y como tal, no exenta de misterio. Tras los resplandores de su obra inicial, marcada por furia surrealista, le sobrevino una crisis espiritual que le llev¨® a cuestionarlo todo y a adoptar una perspectiva pict¨®rica radicalmente distinta. El viraje no cuaj¨® del todo y entre 1931 y 1932 abandon¨® la creaci¨®n, aunque sus obras estuvieran presentes en exposiciones colectivas.
En esos a?os su familia se traslad¨® a Barcelona y ?ngeles Santos se integr¨® en el ambiente cultural de la capital catalana. En enero de 1936 se cas¨® con el pintor Emili Grau Sala. Seis meses despu¨¦s estall¨® la Guerra Civil. A los dilemas pict¨®ricos y los desgarros creativos se sum¨® como una losa la cat¨¢strofe nacional y generacional. Santos y su marido cruzaron la frontera y buscaron refugio en Mazanet-sur-Tarn, pero la pintora decidi¨® regresar sola a Espa?a, junto a su familia. En 1937 naci¨® su primer hijo. En los a?os de la posguerra dio clases de dibujo en un colegio de monjas de Sang¨¹esa y posteriormente fij¨® su domicilio en Madrid, para volver a?os despu¨¦s a Barcelona. Mientras tanto, su marido manten¨ªa su residencia en Par¨ªs. Una doble d¨¦cada de silencio y de oscuridad hasta retomar la pintura, ya en 1960. En la d¨¦cada de los a?os sesenta del siglo XX la relaci¨®n con su marido se reaviva y ?ngeles Santos alterna su residencia entre Catalu?a y Par¨ªs. Vuelve a exponer en 1969 y tras esa segunda reaparici¨®n prosigue su obra, alejada ya de la vanguardia. Su historia personal y su recorrido pict¨®rico parecen fundirse de forma fascinante: su producci¨®n pareci¨® apagarse en la posguerra y renaci¨® en las postrimer¨ªas del franquismo y la transici¨®n. Una trayectoria surcada de peque?os y enigm¨¢ticos matices que se agiganta al aproximarse su centenario. Inici¨® su carrera yendo de la mano del surrealismo y el cubismo y vivi¨® con intensidad el esplendor de ser una promesa de la vanguardia. Luego evolucion¨® hacia la direcci¨®n opuesta en la segunda parte de su vida, convertida ya en una corredora de fondo. De la ruptura inicial pas¨®, sencillamente, a resistir. Con obras como Un mundo, tiene asegurado un hueco en la historia de la pintora. Con La Tertulia anticipa que su vocaci¨®n por la vanguardia no fue un sue?o. Ah¨ª est¨¢ condensado un tiempo de cambios y anhelos, una bandera de rebeld¨ªa y libertad que coincidi¨® plenamente con su juventud.
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