Y la duquesa de Alba se puso a bailar
Sevilla organiza toda una fiesta popular en torno al enlace de Cayetana y Alfonso D¨ªez
Lo primero que hizo la duquesa de Alba, minutos despu¨¦s de convertirse en se?ora de D¨ªez, fue bailar. Cayetana Fitz-James Stuart no ha defraudado a nadie y, como siempre, sorprendi¨® a las cerca de 700 personas que siguieron su boda con Alfonso D¨ªez a las puertas del sevillano Palacio de Due?as.
Pasaban las dos de la tarde y los 30 grados cuando los ya duques de Alba salieron del brazo a saludar al p¨²blico que se hab¨ªa ido congregando en la calle Due?as desde antes de las nueve de la ma?ana. La pareja saluda, ella lanza el ramo de novia, les llueven varios pu?ados de arroz -seguro que ya se hab¨ªa cocido con la que ha ca¨ªdo este mediod¨ªa-, se deja fotografiar por algunas de las se?oras que aguantaron estoicamente en primera fila los envites de los que estaban detr¨¢s y, para sorpresa de todos, se arranca a bailar. Ni corta ni perezosa, la duquesa se puso a bailar rumba al ritmo del grupo Siempre As¨ª, que sali¨® con la pareja a la puerta, y hasta se quit¨® los zapatos, unas delicadas bailarinas a juego con el rosa palo del vestido que han dise?ado para ella sus amigos Victorio & Lucchino. El comp¨¢s le fue dando confianza a esta aventajada alumna del desaparecido Farruco y lo que al principio fueron unos t¨ªmidos movimientos, a escasos cent¨ªmetros del apoyo de su esposo, fueron ganando en poder¨ªo hasta arrancar el "ol¨¦" m¨¢s sentido del respetable. "As¨ª es la duquesa, es la m¨¢s grande", dec¨ªa una se?ora con un tocado rojo, a juego con el traje, que se hab¨ªa vestido de boda para la ocasi¨®n aunque no hab¨ªa sido invitada.
Y es que Cayetana de Alba, con sus 44 t¨ªtulos nobiliarios, siempre se ha puesto el mundo por montera y eso le ha granjeado un sinf¨ªn de admiradores, algunos de los cuales no quisieron perderse ayer, aunque fuera desde la barrera, su tercera boda. Ocho se?oras, con sus pelucas blancas y labios rojos, llegaron desde M¨¢laga para compartir la alegr¨ªa de la arist¨®crata. Incluso una de ellas iba tocada con una mantilla blanca, prenda muy del gusto de la duquesa que luci¨® ayer su madrina de bodas, Carmen Tello. Otro grupo de amigas, m¨¢s austeras en el atuendo, llegaron desde Ciudad Real para animar a la novia vistiendo camisetas con la foto de la novia y la leyenda: "La Cayetana se nos casa".
La puerta del Palacio de Due?as, un edificio renacentista que es monumento nacional desde 1931, se convirti¨® en una aut¨¦ntica feria en la que paseaban un se?or disfrazado de rey Juan Carlos en uniforme de capit¨¢n general del Ej¨¦rcito de Tierra, jovencitas sosteniendo carteles en los que pod¨ªa leerse: "Duquesa, por ti muero", se?oras con pelucas blancas rizadas por todos lados y hasta una artesana vendiendo duquesitas, unos alfileres con los rasgos de la novia. El ambiente, adem¨¢s, estaba animado por un grupo rociero a un lado y, enfrente, por otro con viol¨ªn incluido que intentaba entonar -sin mucho ¨¦xito por el nivel de ruido- alg¨²n tema cl¨¢sico. La espontaneidad y el baile de Cayetana los a todos contentos. A todos menos a los que pidieron a gritos: "Que se besen", algo que la pareja prefiri¨® guardar para la intimidad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.