Guatemala: el triunfo de los supervivientes
El ex presidente R¨ªos Montt ser¨¢ juzgado por delitos de genocidio y cr¨ªmenes contra la humanidad cometidos hace 30 a?os
El pasado 26 de enero, un tribunal de Guatemala dict¨® el auto por el que el ex presidente, el general Efra¨ªn R¨ªos Montt, deber¨¢ ser juzgado por los delitos de genocidio y cr¨ªmenes de lesa humanidad cometidos hace 30 a?os. Tras d¨¦cadas escondi¨¦ndose bajo la inmunidad parlamentaria, R¨ªos Montt deber¨¢ finalmente rendir cuentas por haber ordenado masacres, desapariciones y la destrucci¨®n sistem¨¢tica de cientos de comunidades. En las ¨²ltimas d¨¦cadas ha tenido lugar una revoluci¨®n global de lucha contra la impunidad, pero incluso para aquellos que seguimos de cerca el esfuerzo por hacer justicia en Guatemala esta decisi¨®n es uno de sus mayores e inesperados hitos. Tarde, pero con valent¨ªa, una nueva generaci¨®n de fiscales, liderados por la fiscal general Claudia Paz, ha conseguido que las demandas de justicia de las v¨ªctimas sean por fin escuchadas.
?En 2004, el gobierno de Guatemala admiti¨® ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos que el r¨¦gimen de R¨ªos Montt hab¨ªa practicado una estrategia de genocidio. El caso que fue llevado ante la Corte entonces fue la masacre del Plan de S¨¢nchez en julio de 1982, en la que m¨¢s de 260 personas fueron asesinadas. El ej¨¦rcito lleg¨® al atardecer, acorralando a los habitantes del pueblo, inhabilitando todas las v¨ªas de escape y dividiendo a las mujeres en dos grupos: uno para violarlas antes de matarlas y el otro simplemente para asesinarlas. Para ahorrar balas, las atiborraron en una casa peque?a y le prendieron fuego con granadas. La masacre del Plan de S¨¢nchez fue una de las m¨¢s de 300 que tuvieron lugar durante la peor fase de la guerra civil y no fue, ni mucho menos, la m¨¢s sanguinaria.
Los cargos a los que R¨ªos Montt se enfrenta ahora dependen en parte de las investigaciones que yo supervis¨¦ como director legal del Centro para la Acci¨®n Legal en Derechos Humanos (CALDH) en Guatemala entre 1997 y 2001, lo que supone una satisfacci¨®n. Fuimos uno de los varios grupos que luchaban por hacer justicia en nombre de las v¨ªctimas, trabajando sobre la labor de la Comisi¨®n para el Esclarecimiento Hist¨®rico y el Proyecto Interdiocesano de Recuperaci¨®n de la Memoria Hist¨®rica. Nadie pensaba que la justicia llegar¨ªa r¨¢pido, y muchos cre¨ªan que era una batalla que no val¨ªa la pena. Pero este juicio es un motivo de celebraci¨®n y de orgullo por la heroica dignidad de los supervivientes del genocidio, quienes se han mantenido firmes tras d¨¦cadas de vilipendio, ataques e incluso asesinatos. Ellos quieren que el mundo sepa la verdad, c¨®mo sus seres queridos fueron masacrados de forma sistem¨¢tica, planeada a la perfecci¨®n en operaciones bajo el mando de R¨ªos Montt.
En la masacre del Plan de S¨¢nchez en julio de 1982, m¨¢s de 260 personas fueron asesinadas
En los a?os posteriores a mi trabajo en Guatemala, la imagen que se me qued¨® grabada al pensar en las penurias de las v¨ªctimas era la inquietante cara del famoso cuadro pintado por Edvard Munch, El Grito. El dolor es obvio para el espectador, pero no hay sonido. Las v¨ªctimas de R¨ªos Montt fueron mayoritariamente campesinos analfabetos: a pesar de gritar desde lo m¨¢s hondo de sus pulmones, sus voces nunca fueron escuchadas.
La guerra civil de Guatemala se llev¨® 200.000 vidas entre 1960 y 1996. Sus or¨ªgenes se remontan a un golpe de Estado apoyado por Estados Unidos en 1954 que derroc¨® al presidente Arbenz, l¨ªder moderado y centrista que estaba implementando una reforma agraria que pon¨ªa en peligro gran cantidad de latifundios de EE UU. El general R¨ªos Montt lleg¨® al poder con otro golpe de Estado a un r¨¦gimen militar decr¨¦pito y corrupto que corr¨ªa el riesgo de perder la guerra civil en marzo de 1982. A esto sigui¨® una campa?a genocida contra la poblaci¨®n maya, arrasando todo lo que se cruzara en su camino, y que cont¨® con el apoyo de Ronald Reagan ¡ªquien lleg¨® a decir que R¨ªos Montt estaba siendo ¡°acusado falsamente de cometer violaciones de los derechos humanos¡±. En 1998, el presidente Clinton pidi¨® perd¨®n por el golpe de Estado, aunque no por la connivencia de Reagan.
Las v¨ªctimas de R¨ªos Montt fueron mayoritariamente campesinos analfabetos. Sus voces nunca fueron escuchadas
La guerra termin¨® oficialmente en 1996 por las demandas de la comunidad internacional de obtener estabilidad y promover la inversi¨®n. Como era de esperar, se estableci¨® un acuerdo de libre mercado con EE UU y la fiebre de la privatizaci¨®n desencaden¨® mayores desigualdades en la que ya era una de las sociedades m¨¢s desequilibradas. Desde entonces, Guatemala se ha convertido en un pa¨ªs fallido en manos de las rutas del narcotr¨¢fico entre Colombia y M¨¦xico, con ¨ªndices de homicidio incluso m¨¢s elevados que durante la guerra. Es imposible comparar las tragedias infligidas a los pueblos de Latinoam¨¦rica en nombre de las llamadas ¡°doctrinas de seguridad nacional¡±, pero en la guerra de Guatemala fallecieron m¨¢s civiles que en cualquier otra de Am¨¦rica Latina, casi todas a manos del Ej¨¦rcito y sus aliados. Es dif¨ªcil ser exagerado al hablar del da?o que las pol¨ªticas de EE UU han causado en la poblaci¨®n civil de Guatemala, pero la mayor responsabilidad recae en los guatemaltecos que planearon y llevaron a cabo estos horrores. R¨ªos Montt es solamente uno de tantos. Pero ahora no es el momento de centrarse en ¨¦l. Es el momento de admirar el coraje de los campesinos empobrecidos que gritaron por la justicia hasta que, finalmente, sus voces han sido escuchadas.
Paul Seils es el vicepresidente del Centro Internacional para la Justicia Transicional (ICTJ). Durante sus cinco a?os en Guatemala fue director de asuntos legales del Centro para la Acci¨®n Legal en Derechos Humanos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.