Rusia y Europa: ?juntas o separadas?
Rusia no debe descolgarse de la cooperaci¨®n emergente entre Europa y Asia ni quedarse al margen de los procesos de integraci¨®n econ¨®mica, cient¨ªfica, educacional y cultural
En Rusia, la crisis financiera de la UE es observada con matices. Algunos la ven con cierta simpat¨ªa, mientras que otros la observan con malicia. Las dificultades de Europa reabren el debate sobre la relevancia de lo "europeo" en Rusia, que surge peri¨®dicamente en nuestra historia: lo occidental frente a lo eslavo. Atlantistas y euroasi¨¢ticos. Liberales y conservadores. Ahora, los "euroesc¨¦pticos" rusos insisten en debatir qu¨¦ es m¨¢s importante y m¨¢s cercano: ?Europa o Asia?, ?la UE o China?, ?los pa¨ªses desarrollados o los emergentes?
?Este debate tiene poco sentido. En la era de la globalizaci¨®n, el ¨¢mbito geogr¨¢fico tradicional pierde relevancia, y es imposible distinguir entre Oriente y Occidente. La geograf¨ªa ha dejado de ser un factor determinante para el orden econ¨®mico, el estilo de vida o las perspectivas de desarrollo. Las empresas europeas fabrican en China, los j¨®venes japoneses estudian en Oxford, la ropa de dise?o italiano se confecciona en Malasia y los ingenieros indios programan para Silicon Valley sin salir de su Bangalore natal. Por lo tanto, resulta mucho m¨¢s productivo diferenciar no por la geograf¨ªa, sino por el ¨¦xito (o fracaso) al adoptar las tendencias actuales y aprovechar las ventajas competitivas.
En Mosc¨², y no solo aqu¨ª, se alzan voces proclamando que el centro de gravedad de la actividad econ¨®mica mundial est¨¢ desplaz¨¢ndose del Atl¨¢ntico al Pac¨ªfico, que el "proyecto europeo" es demasiado complicado y dif¨ªcil de implantar, que Europa en absoluto est¨¢ preparada para los desaf¨ªos globales y que est¨¢ abocada a la creciente acumulaci¨®n del poder asi¨¢tico. Concluyen que Rusia deber¨ªa distanciarse progresivamente de una Europa inevitablemente decadente, vinculando su futuro a la "civilizaci¨®n del Pac¨ªfico".
Nadie duda de los recientes logros de las econom¨ªas asi¨¢ticas, pero es aventurado hablar de declive europeo. Van 100 a?os de anuncios de decadencia europea, pero el continente sigue siendo un jugador de primera en la econom¨ªa global, fuente de innovaci¨®n tecnol¨®gica, y un gran laboratorio social. El potencial del proyecto europeo est¨¢ lejos de agotarse. El ritmo de modernizaci¨®n de las econom¨ªas asi¨¢ticas claro que es admirable, pero no hay que olvidar que la modernizaci¨®n social y pol¨ªtica van notablemente retrasadas. En otras palabras: hoy nadie tiene garantizado el liderazgo.
Rusia fue, es y ser¨¢ parte de Europa en lo geogr¨¢fico, hist¨®rico y cultural
Se est¨¢n imponiendo cambios muy estrictos en las reglas de juego; todas las regiones est¨¢n compitiendo duramente para defender su lugar y jugar un papel en la econom¨ªa y la pol¨ªtica futuras. La feroz competencia global no excluye -y con frecuencia implica- una colaboraci¨®n m¨¢s estrecha. Europa y Asia en particular se necesitan mutuamente en lo econ¨®mico, lo tecnol¨®gico y lo cultural. Los modelos "europeo" y "asi¨¢tico" son complementarios y esta interdependencia parece incluso aumentar con el paso del tiempo.
En este contexto, ?qu¨¦ pasa con Rusia? ?Puede Rusia convertirse en un mediador activo entre las dos grandes regiones? La respuesta a esta pregunta depende en gran media del equilibrio de poder en el mundo y del futuro del propio pa¨ªs. En realidad, hoy la cuesti¨®n no es si Rusia pertenece a Europa o a Asia, sino una mucho m¨¢s pragm¨¢tica: Rusia no debe descolgarse de la cooperaci¨®n emergente entre ambos continentes ni quedarse al margen de los procesos de integraci¨®n econ¨®mica, cient¨ªfica, educacional y cultural.
Por desgracia, esa amenaza es muy real. Rusia est¨¢ presente en los mercados de Eurasia, pero cabe se?alar que su participaci¨®n en los mecanismos de cooperaci¨®n e integraci¨®n es muy superficial, actuando principalmente como fuente de materias primas y energ¨ªa para sus vecinos.
La interacci¨®n social entre Rusia y Europa no puede desarrollarse desligada de la cooperaci¨®n en materia de seguridad
Esta situaci¨®n no satisface las expectativas y necesidades de nadie. No hay alternativa real a una orientaci¨®n europea de la pol¨ªtica exterior rusa. No se trata s¨®lo de que Europa sigue siendo nuestro socio econ¨®mico m¨¢s importante; en Europa est¨¢n nuestros principales mercados y all¨ª estudian, trabajan y hacen turismo nuestros ciudadanos. Rusia fue, es y ser¨¢ parte de Europa en lo geogr¨¢fico, hist¨®rico y cultural.
Algunos dir¨¢n que Rusia es un pa¨ªs europeo, pero que se trata de "otra Europa". Su relaci¨®n con el "resto" de Europa seguir¨¢ siendo dif¨ªcil y controvertida. Probablemente esta afirmaci¨®n tenga cierta l¨®gica. Pero la verdadera pregunta es: ?la evoluci¨®n del resto de Europa es complicada solo en sus relaciones con Rusia? Tomemos Alemania. Hace solo 100 a?os, muchos intelectuales al este del Rin dudaban que Alemania fuera verdaderamente europea. Pero despu¨¦s se convirti¨® en la locomotora del proceso de integraci¨®n europea en la segunda mitad del siglo pasado. ?Y no fue dif¨ªcil y controvertido el retorno de Espa?a al espacio pol¨ªtico, econ¨®mico y cultural europeo despu¨¦s de morir Franco?
Para la mayor¨ªa de nosotros, Rusia quedaba lejos de Occidente en el siglo XX, separada por un profundo abismo ideol¨®gico. El destino de una Rusia europea era sumamente dif¨ªcil (aunque fuera parte de la civilizaci¨®n europea en el sentido m¨¢s amplio; incluso el marxismo es un producto m¨¢s de la tradici¨®n filos¨®fica europea). Hoy, la "guerra fr¨ªa" ha terminado, y el conflicto ideol¨®gico entre Rusia y Europa est¨¢ en retirada. Entonces, ?por qu¨¦ sigue abierta la pregunta de si Rusia pertenece a Europa?
Quiz¨¢s no se deba s¨®lo a la inercia del pensamiento. Gran parte de la responsabilidad de que Rusia no sea totalmente parte de Europa es de la propia Rusia. Todav¨ªa tenemos que aprender a ser europeos; este conocimiento no se adquiere de inmediato. Incluso a¨²n hoy no siempre entendemos la l¨®gica de nuestros socios europeos, ni tenemos en cuenta los matices de su pol¨ªtica.
Tambi¨¦n es f¨¢cil hacer reproches a nuestros socios. Es bien sabida la lentitud con la que avanza la burocracia europea. Para Rusia, podr¨ªa ser m¨¢s f¨¢cil negociar con cada uno de los Estados miembro que con la Uni¨®n en su conjunto.
Una cosa est¨¢ clara: no existe un camino f¨¢cil. Cualquier retorno de Rusia al ¨¢mbito europeo requerir¨¢ persistencia y paciencia, y una inversi¨®n pol¨ªtica a largo plazo por ambas partes. Este esfuerzo habr¨¢ que hacerlo en las ¨¢reas que nos unen. Rusia y Europa siempre han estado orgullosas de la calidad de su capital humano. La producci¨®n se puede deslocalizar a China o Indonesia, pero el capital humano seguir¨¢ siendo nuestra principal ventaja competitiva y el bien m¨¢s importante de nuestra cultura.
El capital humano es el motor de la modernizaci¨®n - no la capacidad manufacturera ni las reservas monetarias. Ambas tenemos una tradici¨®n del capital humano como motor del crecimiento. Y tenemos mucho que ofrecer al mundo en este campo. Esto implica eficacia en nuestra cooperaci¨®n en ¨¢mbitos como la educaci¨®n, las estrategias de investigaci¨®n, la pol¨ªtica cultural y social y la sanidad, la gesti¨®n de las migraciones y el desarrollo de la sociedad civil.
Por supuesto, la interacci¨®n social entre Rusia y Europa no puede desarrollarse desligada de la cooperaci¨®n en materia de seguridad. Nuestros intereses estrat¨¦gicos coinciden objetivamente. Hablen ustedes. con cualquier pol¨ªtico en Berl¨ªn, Bruselas, Madrid o Mosc¨² de las amenazas a nuestra seguridad y los desaf¨ªos globales. Probablemente los diagn¨®sticos ser¨¢n muy similares, y las soluciones propuestas tambi¨¦n. No quisiera simplificar en exceso -no todas las prioridades de Rusia y la UE coinciden totalmente-, aunque no sea debido solo a nuestra diferente situaci¨®n geopol¨ªtica. Incluso dentro de la propia UE, no siempre hay unidad de criterios. Lo importante es que todos nosotros -desde el Atl¨¢ntico hasta los Urales, y desde Vancouver hasta Vladivostok- estamos unidos por desaf¨ªos y amenazas comunes. Esta realidad, que es poco probable que cambie en el futuro pr¨®ximo, determinar¨¢ nuestra cooperaci¨®n en materia de seguridad.
Los esc¨¦pticos alegar¨¢n que no es el mejor momento para emprender nuevas iniciativas en las relaciones entre Rusia y Europa, estando ambos demasiado pendientes de sus asuntos internos. ?No deber¨ªamos tomarnos un descanso para evaluar las situaciones emergentes y s¨®lo entonces reanudar el di¨¢logo?
Quiero reiterar que ¨¦ste es el camino del desarrollo global, profundo y duradero, y no un capricho de los pol¨ªticos. Nuestros pol¨ªticos no pueden ignorar las consecuencias negativas para sus pa¨ªses si tardan en emprenderlo.
Vivimos en el mismo continente. No nos sobra tiempo para demostrar nuestra competitividad en un mundo globalizado. Otros pa¨ªses y regiones no van a esperar a que superemos nuestros resentimientos, desconfianza y rencillas. El mundo seguir¨¢ avanzando y la velocidad del cambio no har¨¢ sino aumentar. Tambi¨¦n crecer¨¢ el n¨²mero de candidatos al liderazgo mundial; muchos de ellos no surgir¨¢n en Europa. Trabajando juntos, complement¨¢ndonos, ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil que Rusia y Europa no sean perdedores en esta carrera mundial. El siglo XXI no debe ser un siglo de sombr¨ªas predicciones sobre la decadencia de nuestra civilizaci¨®n com¨²n.
?gor Ivanov es diplom¨¢tico y pol¨ªtico ruso. Fue ministro de Relaciones Exteriores de Rusia de 1998 a 2004, sucediendo a Yevgeni Primakov.
Traducido por AB Traduktalia.
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