Tontos
Ya no nos re¨ªmos como antes; o ser¨¢ que resulta imposible parodiar una realidad tan devaluada
¡°Estos de los gui?oles son tontos¡±, parece que el monarca espa?ol le dijo a mi idolatrado tenista Rafael Nadal, solidariz¨¢ndose con ¨¦l por las venenosas insinuaciones del gignol franc¨¦s y, de paso, echando una mano al deporte espa?ol y a las acusaciones de dopaje que -hay que decirlo, con soberana gracia- el ic¨®nico programa de la televisi¨®n francesa ha vertido sobre nuestros h¨¦roes. Me parece un detalle tierno, como el que un padre tiene con su hijo cuando a ¨¦ste le han rega?ado injustamente en el colegio. Estoy a favor, quiero decir: mucho mejor eso que pronunciarse, por ejemplo, sobre la tontuna de los jueces que juzgan a los yernos.
La frase de don Juan Carlos me produjo una inevitable oleada de nostalgia, un Pavlov brutal, irresistible, que me condujo a aquellos tiempos en que Las noticias del gui?ol, desde Canal+ (y m¨¢s adelante, conjuntamente con la Cuatro), desplegaban ante nosotros, cada noche, una realidad paralela que nos permit¨ªa saber lo que ocurr¨ªa mientras nos auxiliaba en el trance una terap¨¦utica sonrisa: la que provoca el saberse acompa?ados por el humor y por la inteligencia.
Algunos programas de televisi¨®n en los que hab¨ªa vida superior de las neuronas tienen el poder de perdurar en la memoria. Por eso me sent¨ª hu¨¦rfana ante la foto del Rey con Nadal, y lo de los tontos, sabiendo que, por la noche, no ver¨ªa en la tele a la pareja en caucho, reparti¨¦ndose risotadas, y que tampoco ver¨ªa a Rajoy fum¨¢ndose un puro y Espa?a, ni a Rubalcaba envuelto en sus latiguillos, ni a Trillo -con la cabra- en nuestra embajada en Londres. Por no hablar de Espe y Botella, y de ?lvarez comi¨¦ndose los Cascos.
Ser¨¢ que ya no nos re¨ªmos como antes. O ser¨¢ que resulta imposible parodiar una realidad tan devaluada est¨¦tica y ¨¦ticamente.
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