Libros: la adicci¨®n que invade Hollywood
Johnny Depp o Brad Pitt se gastan miles de euros en ejemplares especiales
Johnny Depp es un asiduo. Lo mismo que su ¨ªdolo, Keith Richard, o su amigo, Nicolas Cage. Brad Pitt tambi¨¦n es otro habitual y en cuanto Whoopi Goldberg se suma al acto, los congregados se frotan las manos con el dinero que har¨¢n en la feria. Lo mismo ocurre con Madonna, Jay Leno o Daniel Radcliffe por citar algunos personajes. Todos ellos tienen algo en com¨²n adem¨¢s de su fama y de sus abultadas cuentas corrientes: su adicci¨®n por los libros.
Eso s¨ª, no se trata de ejemplares corrientes y vulgares. Su entusiasmo les lleva m¨¢s lejos, por ejemplo, hasta la feria de anticuarios especializados en el mundo del libro que se ha celebrado recientemente en Pasadena (California), un foro en el que solo se encuentran obras descatalogadas, primeras ediciones, manuscritos originales o vol¨²menes agotados que muchos consideraban perdidos en el tiempo.
Es ah¨ª por donde Pitt se pase¨® vestido con un ch¨¢ndal para no llamar tanto la atenci¨®n y poder curiosear y comprar principalmente libros sobre arquitectura, su pasi¨®n. Los mismos pasillos que recorri¨® la productora Kathleen Kennedy, amante de los cuadernos de viaje de los exploradores, o el actor Steve Martin, tambi¨¦n escritor y amante del arte con may¨²sculas.
Cada uno tiene sus vicios. Y Depp tiene unos gustos claros, caros y muy amplios a la vez que bien definidos. Porque la estrella de Piratas del Caribe parece seguir los pasos del personaje que interpret¨® en La novena puerta dada su pasi¨®n por los libros. ¡°No se trata solo de una primera edici¨®n. Tiene muchas. De T.S. Elliot, de Rimbaud, Las flores del mal de Baudelaire¡±, explic¨® admirado el realizador Bruce Robinson, quien tras trabajar junto a Depp en The rum diary (El diario de ron, que todav¨ªa no se ha estrenado en Espa?a) y visitar la casa del actor en el sur de Francia se encontr¨® en su maleta con un sorprendente regalo, una primera edici¨®n de un libro de poes¨ªa francesa.
Whoopi Goldberg convierte una mala feria en una buena", asegura un experto bibli¨®filo
Las preferencias de Depp tambi¨¦n incluyen al poeta gal¨¦s Dylan Thomas o al maestro del terror, Edgar Allan Poe, de quien posee una primera edici¨®n de Cuentos de misterio e imaginaci¨®n que fue la envidia de Vincent Price cuando ambos actores entablaron? amistad en la ¨¦poca de Eduardo manostijeras. Pero entre todos los autores que comparten su biblioteca, nadie le gusta tanto como los de la generaci¨®n Beat y en especial su maestro, Jack Kerouac. Por ¨¦l, Depp viaj¨® hasta Lowell (Massachusetts, EEUU) para visitar la casa del autor de En el camino. Y de ¨¦l posee no s¨®lo algunas de sus cartas y manuscritos originales sino su ¨²ltima m¨¢quina de escribir.
Lo dicho, cada uno tiene sus man¨ªas; y si Cage fue quien le inculc¨® el gusanillo bibli¨®filo no fue as¨ª con el gusto. Al protagonista de La b¨²squeda lo que le van son los c¨®mics, como ese n¨²mero uno robado y hallado de Action comics, la primera aparici¨®n de Superman, vendido el pasado a?o en una subasta por 1,6 millones de euros. A Cage tambi¨¦n le interesaba J. D. Salinger, cuya obra El guardi¨¢n en el centeno, le sirvi¨® para ganarse el coraz¨®n de la que fue su primera esposa, Patricia Arquette, a quien entreg¨® una primera edici¨®n como prueba de su amor.
En el caso de Pitt, adem¨¢s de los libros de arquitectura y fotograf¨ªa, pasiones que en su caso a?adieron fuego a su separaci¨®n de Jennifer Aniston, el candidato al Oscar por Moneyball tambi¨¦n comparte el amor por Salinger y Kerouac, pagando adem¨¢s miles de d¨®lares por una primera edici¨®n de algunos de los t¨ªtulos m¨¢s conocidos de Cormac McCarthy, autor de No es pa¨ªs para viejos y La carretera.? ¡°Yo no puedo ir a Heritage sin comprar algo. Es como mi iglesia¡±, coment¨® recientemente la actriz Sarah Michelle Gellar en referencia a una de las casas de antig¨¹edades y subastas m¨¢s conocidas de Los ?ngeles que ofrece un amplio cat¨¢logo de obra impresa.
No es una moda actual como saben los bibli¨®filos que citan al libretista Jerome Kern como uno de los primeros ratones de biblioteca de Hollywood. El compositor de Old man river fue c¨¦lebre por poseer una copia de La reina Mab: un poema filos¨®fico de la propia Mary Shelley, valorado ya en 1920 en 4.600 euros.
Sin embargo no siempre la compra de libros est¨¢ unida al coleccionismo. Son muchos los rodajes que recurren a estas ferias del libro antiguo como fuente de informaci¨®n. O los agentes que encuentran en estos incunables ese objeto ¨²nico con el que agasajar a sus clientes o con el que borrar las dudas de un actor a la hora de aceptar un proyecto. Como indic¨® recientemente un librero, es un sano cambio sociol¨®gico ¡°ver que la industria regala libros¡±. Un cambio en los gustos pero no en los precios.
John Larroquette, amante de la obra de Samuel Beckett, admite sin reserva que cuenta con libros valorados en m¨¢s de 15.300 euros. Y la proximidad de los Oscar no hace m¨¢s que avivar el fuego con un candidato que permanecer¨¢ an¨®nimo comprando en la ¨²ltima feria de Pasadena un libro de 95.700 euros, una ganga despu¨¦s de que el anterior volumen que compr¨® al mismo librero tuvo un valor de 153.000 euros. ¡°Whoopi Goldberg transforma una mala feria en una bonanza¡±, asegura uno de esos locos por los libros en la p¨¢gina Bookride.
Goldberg sigue los gustos de otro coleccionista y actor como Bill Cosby, amante de la literatura afroamericana y que cuenta en su colecci¨®n con la primera edici¨®n del libro de poemas de Phillis Wheatley, la primera escritora negra que public¨® en Estados Unidos.
Al igual que Depp, a Cosby le gusta utilizar el t¨¦rmino de guardi¨¢n m¨¢s que el de coleccionista, decidido a preservar esta parte de la cultura estadounidense. ¡°A m¨ª me llaman acaparador de alto copete¡±, brome¨® el realizador Brett Ratner, un gran comprador de libros de fotograf¨ªa, en especial del estadounidense Robert Frank de quien posee tres copias de la primera edici¨®n de Los americanos.
Otros, como Madonna, no compran libros que no puedan leer y aunque a la chica material le apasiona Hildegard von Bingen, no tiene copias de su obra en lat¨ªn, idioma de sus composiciones medievales, porque no sabe leerlos.
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