Gestionar el fin de ETA
La izquierda 'abertzale' ha de pedir la disoluci¨®n de la banda para entrar en el pacto democr¨¢tico
A punto de cumplirse cuatro meses desde el anuncio del cese de la violencia de ETA, se afianza el convencimiento de que ¨¦ste es irreversible. Pero, a la vez, afloran algunas contradicciones derivadas de la forma en que se lleg¨® a ese anuncio. Los de Otegi proclamaron que la violencia ya no era necesaria, pero a la vez sosten¨ªan que eso era posible gracias a la lucha anterior de ETA. Y la banda anunci¨® su cese en respuesta a una petici¨®n de un grupo de personalidades internacionales que ligaban ese final al establecimiento de conversaciones sobre el futuro de los presos. En esa petici¨®n se apoya ETA para reclamar una negociaci¨®n directa, aunque secreta, con el Gobierno, como condici¨®n para entregar las armas.
Y es esa pretensi¨®n lo que hace conveniente un acuerdo entre los principales partidos democr¨¢ticos y los gobiernos espa?ol y de Vitoria, especialmente sobre la pol¨ªtica penitenciaria. Rajoy pide prudencia y est¨¢ a la espera de pr¨®ximas decisiones de los tribunales para ver el margen con que cuenta. La existencia de 550 presos sin expectativas claras de reinserci¨®n puede ser una bandera para los sectores contrarios al cese definitivo; pero reconocer a la banda como interlocutor ser¨ªa apostar por que el paso siguiente sea una negociaci¨®n pol¨ªtica sobre el programa en cuyo nombre ha asesinado a m¨¢s de 800 personas. Lo que supondr¨ªa quebrar el criterio de un final sin contrapartidas, sobre el que se asienta el actual consenso respecto al fin de ETA.
Las pr¨®ximas resoluciones a los recursos sobre la doctrina Parot (que permiti¨® prolongar el periodo de cumplimiento de decenas de reclusos), sobre la condena de Otegi por intentar reconstruir Batasuna y sobre la legalizaci¨®n de Sortu marcar¨¢n los l¨ªmites de las iniciativas posibles: hasta qu¨¦ punto el cese de ETA permite flexibilizar las medidas penitenciarias, endurecidas hace una d¨¦cada para favorecer el desistimiento de los reclusos. A la luz de tales resoluciones podr¨¢n fijarse los l¨ªmites de las iniciativas posibles; por ejemplo, poner fin a la dispersi¨®n y decidir en qu¨¦ condiciones podr¨ªa incorporarse la izquierda abertzale al pacto entre los dem¨¢s partidos vascos, como propone el PNV. Que reclame la disoluci¨®n de ETA ser¨ªa el m¨ªnimo necesario para considerar la posibilidad de esa incorporaci¨®n.
La oportunidad del pacto propuesto por los partidos vascos se ha visto confirmada por la confusi¨®n creada por declaraciones contradictorias del ministro del Interior. Primero cuestion¨® la irreversibilidad del cese de la actividad armada de ETA o de la extorsi¨®n a los empresarios, afirmaciones que despu¨¦s rectific¨®. Su indicaci¨®n de que el problema de ETA tiene una ¡°dimensi¨®n pol¨ªtica¡± ha sido interpretada por la izquierda abertzale como el reconocimiento de que tras la violencia etarra exist¨ªa un conflicto pol¨ªtico pendiente. Es una interpretaci¨®n absurda, aunque es cierto que rectifica a sectores del PP que niegan relevancia al paso dado por ETA. Una vez desaparecida la amenaza de la violencia, los dem¨¢s problemas deber¨ªan abordarse por v¨ªas pol¨ªticas, y no solo judiciales o policiales.
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