En las fiestas de Dodo
En Lille, en Par¨ªs y en Washington, DSK particip¨® en fiestas con prostitutas
Una pena. Fue un brillante pol¨ªtico, competente ministro? de Finanzas y buen director gerente del Fondo Monetario Internacional. Pero su carrera pol¨ªtica, sus aspiraciones al El¨ªseo, se quebraron cuando en mayo pasado fue detenido y acusado en Nueva York de agresi¨®n sexual a una camarera del Sofitel local. Aunque logr¨® que se retirasen los cargos contra ¨¦l, la imagen que de Dominique Strauss-Kahn (DSK) qued¨® fue la de un mujeriego que crey¨® que su condici¨®n de pol¨ªtico destacado le proteg¨ªa.
DSK ha sido interrogado en la comisaria de Lille, en el norte de Francia, sobre su posible relaci¨®n con el caso Carlton, ligado a una presunta red de proxenetismo. En aquel hotel, y en Par¨ªs y Washington, DSK particip¨® en fiestas con prostitutas que proporcionaba el proxeneta franc¨¦s Dominique Alderwireld, alias Dodo la Salmuera, detenido junto a otros. Fue el propio exministro quien pidi¨® declarar para refutar las ¡°insinuaciones malintencionadas¡±. Ayer, tras m¨¢s de 24 horas en detenci¨®n preventiva en la comisar¨ªa, sali¨® en libertad sin cargos, pero a¨²n deber¨¢ comparecer ante el juez en el marco de la investigaci¨®n general.
Ser cliente de prostitutas es legal en Francia, pero no as¨ª la ¡°complicidad con el proxenetismo agravada en banda organizada¡± y el ¡°encubrimiento de abusos de bienes sociales¡±, es decir, aceptar que otros pagaran los favores a cambio de ventajas econ¨®micas a sus amigos empresarios, cargos a los que se enfrentaba. Su l¨ªnea de defensa, explicada por sus abogados, consisti¨® en no negar su participaci¨®n en esos saraos y afirmar no haber sabido si se trataba de prostitutas o de mujeres de mundo, pues era dif¨ªcil diferenciarlas dado que iban desnudas. Adem¨¢s, se las hab¨ªa presentado un alto cargo policial, un comisario tambi¨¦n detenido en este caso.
Puede que, hasta hace poco tiempo, hubiera bastado el calificativo de mujeriego para explicar el comportamiento de DSK. La tolerancia hacia ciertos excesos, a veces no estrictamente sexuales, se ha estrechado. Y no solo respecto a los pol¨ªticos. El descenso a los infiernos de DSK, en todo caso, parece no tener fin.
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