Christine Lagarde machaca con ¡®charme¡¯
Acumula m¨¢s poder y cobra m¨¢s que sus predecesores al mando del FMI Cobra 53.720 d¨®lares m¨¢s que DSK, pero su contrato le insta a cumplir unos est¨¢ndares ¨¦ticos Su pareja, a la que ve una semana al mes, dice ocuparse de su ¡°PIB (placer interior bruto)¡±
Cuando, el pasado mes de julio, Christine Lagarde, la elegida para dirigir el Fondo Monetario Internacional en Washington, se dispon¨ªa a ocupar su cargo, una duda recorr¨ªa las conversaciones de los 24 miembros del comit¨¦ ejecutivo de esa instituci¨®n. ?C¨®mo dirigirse a ella? ?Se?ora? ?Directora? ?Directora gerente? ?Madame Lagarde? Iba a ser la primera mujer en ocupar ese cargo, en una ¨¦poca tremendamente tumultuosa para la econom¨ªa mundial en la que el Fondo se hab¨ªa convertido en una suerte de prestamista y defensor de la austeridad mundial. Finalmente, ella misma sugiri¨® Madame Directora, como se la llama ahora.
PIB: placer interior bruto
Cuando Lagarde resid¨ªa en Par¨ªs, solo se ve¨ªa con su pareja, Xavier Giaconti, los fines de semana. El empresario de origen corso dirige una sociedad inmobiliaria en Marsella, donde a la directora del FMI le encanta practicar submarinismo. Desde que ella se mud¨® a Washington, mantienen una intensa comunicaci¨®n v¨ªa SMS y se ven al menos una vez al mes. Ambos tiene dos hijos de anteriores matrimonios. Bromeando con la prensa, el empresario dijo ocuparse del "PIB, placer interior bruto" de la jefa de la econom¨ªa mundial. En la imagen, la pareja en una cena de gala en el El¨ªseo en junio de 2009.
Madame Directora lleva, a sus 56 a?os, toda la vida siendo la primera mujer en hacer algo. Fue la primera mujer, y la primera persona no norteamericana, en dirigir el prestigioso bufete de abogados Baker & McKenzie de Chicago. Tambi¨¦n fue la primera mujer en servir como ministra de Econom¨ªa y Finanzas en el Gobierno de Francia. Y ahora es la primera mujer que preside la econom¨ªa mundial, al mando del FMI, acumulando un poder del que ninguno de sus predecesores ha gozado. Dise?a paquetes de rescate. Impone reformas draconianas. Exige que se cumplan sus requisitos de austeridad.
Lo cierto es que el ascenso de Christine Lagarde a dama de hierro de la econom¨ªa mundial hubiera sido imposible sin la ca¨ªda a tumba abierta de su predecesor en el cargo, un hombre en sus ant¨ªpodas, Dominique Strauss-Kahn, a quien el diario Le Journal du Dimanche apod¨® como ¡°le grand seducteur¡±, el gran seductor. Despu¨¦s de la sobriedad y discreci¨®n de Rodrigo Rato al frente del FMI, en aquellos a?os ya olvidados de bonanza econ¨®mica, Strauss-Kahn se coloc¨® Washington por montera y vivi¨® en la capital estadounidense con la actitud de un tibur¨®n financiero de los a?os ochenta y los aires decadentes de un bon vivant.
Sus excesos le llevaron a ser detenido despu¨¦s de un oscuro encuentro sexual, nunca aclarado, con una limpiadora en el hotel Sofitel de Manhattan. Aquella pol¨¦mica pas¨® y Strauss-Kahn qued¨® en libertad, pero su imagen qued¨® para siempre manchada por las dudosas sombras de su ajetreada vida sexual. Esta misma semana fue interrogado en Lille (Francia) en relaci¨®n con una red de prostituci¨®n. Su presencia en el Fondo es ya un p¨¢lido recuerdo. Hoy Washington es de Madame Lagarde.
El 15 de mayo del a?o pasado, la nueva directora del Fondo se hallaba de fin de semana junto a su pareja, el empresario marsell¨¦s Xavier Giocanti, cuando recibi¨® una alerta informativa: ¡°DSK arrestado en el aeropuerto JFK de Nueva York acusado de agresi¨®n sexual¡±. Lagarde hab¨ªa decidido recientemente que aspirar¨ªa a sucederle, pues Strauss-Kahn hab¨ªa expresado en reiteradas ocasiones su voluntad de abandonar el Fondo para disputarle la presidencia francesa a Nicolas Sarkozy representando al Partido Socialista franc¨¦s. Aquella salida se iba a convertir, finalmente, en un descalabro por la v¨ªa r¨¢pida, y Lagarde se dispuso a obrar con rapidez.
Lagarde aspiraba a suceder a Dominique Strauss-Kahn antes del esc¨¢ndalo que lo apart¨® del Fondo Monetario Internacional (FMI)
Hab¨ªa sido el ministro de Hacienda brit¨¢nico, George Osborne, quien hab¨ªa plantado la idea en la cabeza de Lagarde, en una cena dos d¨ªas antes del arresto de Strauss-Kahn. ¡°Si te presentas, recibir¨¢s nuestro apoyo¡±, le hab¨ªa garantizado. Cuando se abri¨® la veda, Angela Merkel, canciller alemana, le dio indicaciones similares. Solo hab¨ªa entonces un escollo que salvar: el de su propio jefe, Nicolas Sarkozy, que se resist¨ªa a ver marchar a una de sus ministras m¨¢s populares.
Tanto el primer ministro brit¨¢nico, David Cameron, como Merkel intercedieron telef¨®nicamente para convencer a Sarkozy. Era la candidata ideal, seg¨²n le dijeron, formada en un Gobierno, como el de todos ellos, conservador. Se trataba, adem¨¢s, de una conversa al credo del libre mercado, ideal para defender una de las fortalezas del neoliberalismo. Finalmente, con Lagarde, Francia se mantendr¨ªa al mando de la instituci¨®n, tal y como ha sucedido durante m¨¢s de la mitad de su existencia.
La junta directiva del Fondo la preseleccion¨® finalmente para el puesto, junto al gobernador del Banco de M¨¦xico, Agust¨ªn Carstens. Este ¨²ltimo era un candidato que parec¨ªa ser m¨¢s bien de adorno para evitar una competici¨®n de Lagarde contra s¨ª misma. ¡°Yo no me equivoco¡±, hab¨ªa dicho Carstens en una conferencia. ¡°Esto es como comenzar un partido con el marcador en cinco a cero¡±. Carstens intu¨ªa que el puesto era de Lagarde y solo de ella. Y no se equivocaba. Fue declarada ganadora el 28 de junio.
La frugalidad no es para los que mandan sobre la econom¨ªa mundial. Lagarde luce Chanel y no se separa de su bolso Herm¨¨s. Cuando era ministra en Francia, en sus visitas oficiales sol¨ªa bloquear algunas horas para una actividad a la que en su agenda se refer¨ªa cr¨ªpticamente como ¡°piedras¡±. No se iba de escalada. Se trataba de sesiones de compras de joyas, a las que la dama es muy dada.
Ahora cobra, en su nuevo puesto, 551.700 d¨®lares (418.000 euros) anuales. De ellos, 467.940 corresponden a su salario, y 83.760, a gastos por traslado a Washington. Su contrato es de cinco a?os. Son 53.720 d¨®lares m¨¢s de lo que cobraba anualmente Strauss-Kahn. El Fondo no ha dado razones para ese aumento, pero recuerda que a la nueva directora se le ha a?adido una cl¨¢usula en su contrato en la que se estipula que ¡°observar¨¢ los m¨¢s altos est¨¢ndares de conducta ¨¦tica, de acuerdo con los valores de integridad, imparcialidad y discreci¨®n¡±. El FMI se cubre las espaldas, dada la humillante marcha de Strauss-Kahn.
Los pisos del edificio al que se ha mudado cuestan entre 1 y 3 millones de d¨®lares
Cuando lleg¨® a Washington, el pasado mes de julio, Lagarde alquil¨® un apartamento de una habitaci¨®n en 3303 Water, uno de los edificios m¨¢s caros de la capital, frente al r¨ªo Potomac, en el exclusivo barrio de Georgetown. El precio estimado del alquiler en ese inmueble, que tiene gimnasio y piscina en la ¨²ltima planta, con vistas al r¨ªo y los monumentos federales, es de unos 5.000 d¨®lares mensuales.
Recientemente compr¨® un apartamento en el West End de Washington, una exclusiva zona m¨¢s cercana al edificio del FMI. El edificio, de nombre 22 West, se halla cerca del hotel Ritz y del exclusivo gimnasio LA Sports Club. Los apartamentos cuestan all¨ª, aproximadamente, entre uno y tres millones de d¨®lares. Que Lagarde haya decidido quedarse en la ciudad y no acudir a uno de los adinerados suburbios de Maryland, como Bethesda o Potomac, da tambi¨¦n una idea de su resistencia a la americanizaci¨®n en la que han ca¨ªdo otros l¨ªderes extranjeros cuando se han mudado a Washington.
Esta es, de hecho, la segunda ocasi¨®n en que Lagarde reside en Washington. Algo que se nota en su dicci¨®n: su ingl¨¦s es perfecto, con claro acento brit¨¢nico, pero sobre ¨¦l se posa cierto deje norteamericano en algunas palabras aprendidas cuando era solo una adolescente. En 1974 estudi¨® un a?o, con una beca, en la exquisita y selecta escuela secundaria Holton Arms de Bethesda, en las afueras de la capital. All¨ª tambi¨¦n estudi¨® la esposa de John Kennedy cuando era Jacqueline Bouvier. No puede haber mayor indicaci¨®n de la distinci¨®n y el abolengo de esa refinada escuela de se?oritas.
Las aficiones de Lagarde
A Madame Lagarde le gusta el submarinismo, el yoga y la jardiner¨ªa. Y mantiene una casa en Rouen, en Normand¨ªa. Ahora vive apartada de ella a causa de su nuevo trabajo. A?ora, seg¨²n ha dicho en varias entrevistas, la oportunidad de acudir all¨ª a pasar un fin de semana y cuidar de su huerto. No fuma. No come carne. No bebe. Una de las pocas excepciones a la ¨²ltima regla la hizo el d¨ªa que le ofrecieron formalmente el puesto de directora del FMI. Entonces, sin grandes aspavientos, par¨® brevemente en un bar del aeropuerto y se tom¨® una copa de champ¨¢n, a su salud. Fue un discreto placer, en consonancia con su estilo.
Cuando estudi¨® en la academia Holton Arms, Lagarde era la rebelde adolescente francesa que, como no pod¨ªa ser de otro modo, fumaba. La familia con la que resid¨ªa en Washington, los Atkins, le permit¨ªa hacerlo en su habitaci¨®n. Solo pod¨ªa beber un bote de refresco al d¨ªa. Deb¨ªa volver a casa a medianoche. A veces se escapaba de la escuela a mediod¨ªa, con alguna compa?era, para ir a comer al Burger King. Era la ¨²nica indulgencia en la cultura y gastronom¨ªa estadounidense que se permit¨ªa la joven inconformista.
Compaginaba sus estudios en Holton Arms con una beca en la oficina del congresista republicano William Cohen. Era 1974, otro tiempo. En la Casa Blanca mandaba Richard Nixon, que dimitir¨ªa en agosto. El congresista Cohen tom¨® parte activa en la investigaci¨®n del esc¨¢ndalo del espionaje al Partido Dem¨®crata en el Watergate. Rompi¨® con su partido y pidi¨® la recusaci¨®n del presidente. En su oficina, en el Capitolio, Lagarde se ocupaba de responder a los correos de los electores de habla francesa originarios de Canad¨¢, pero residentes legales en Maine. La mayor¨ªa escrib¨ªa para expresar su opini¨®n sobre el presidente. All¨ª, Lagarde vio quebrarse las m¨¢s altas esferas de la pol¨ªtica mundial, donde ella tiene ahora un papel protagonista.
El lema de la escuela Holton ?Arms, en la que Lagarde pas¨® un a?o, es Inveniam viam aut faciam (¡°encontrar¨¦ un modo, o yo misma lo crear¨¦¡±). Es toda una declaraci¨®n de intenciones, id¨®nea para resumir la vida de Lagarde, nacida en Par¨ªs el 1 de enero de 1956, en el seno de la familia Lallouette, muy cat¨®lica y muy burguesa. Ten¨ªa tres hermanos, menores que ella. Su padre, que era profesor universitario, muri¨® cuando ella ten¨ªa 17 a?os. Aquel mismo a?o, como avezada nadadora, tom¨® parte en los campeonatos nacionales de nataci¨®n sincronizada, que su equipo gan¨®. Luego pas¨® por Washington brevemente y regres¨® a Francia.
Conoci¨® a su actual pareja hace 30 a?os, cuando ambos estaban casados
De vuelta a su pa¨ªs estudi¨® derecho y ciencias pol¨ªticas. Intent¨® ser aceptada, en dos ocasiones, en la Escuela Nacional de Administraci¨®n de Francia, donde se han formado algunos de los m¨¢s exitosos altos funcionarios de aquel pa¨ªs. Fue rechazada en ambas ocasiones, as¨ª que Lagarde se aplic¨® ese lema de Holton Arms: si no encontraba un modo para ascender en pol¨ªtica, crear¨ªa el suyo propio.
En 1981 ingres¨® en la divisi¨®n francesa del bufete estadounidense Baker & McKenzie, fundado en Chicago. En 1999 pas¨® a dirigir la firma. De all¨ª dio el salto, seis a?os despu¨¦s, a la pol¨ªtica, como ministra de Comercio primero y de Agricultura despu¨¦s. En 2007, el presidente franc¨¦s, Nicolas Sarkozy, la eligi¨® como ministra de Econom¨ªa, cargo que ocup¨® hasta que tom¨® el mando en el FMI.
Su marcha del Gobierno no fue todo lo triunfal que ella esperaba. La fiscal¨ªa francesa abri¨® el a?o pasado una investigaci¨®n por su implicaci¨®n, como ministra, en un litigio que enfrent¨® al empresario Bernard Tapie, af¨ªn a Sarkozy y al Gobierno, y al banco Cr¨¦dit Lyonnais, que hab¨ªa sido nacionalizado. El caso llevaba abierto desde 1993. Ella lo puso en 2008 en manos de unos jueces arbitrales que ordenaron que el Estado indemnizara a Tapie con 240 millones de euros.
La fascinaci¨®n que ejerce Lagarde ha trascendido a la prensa de moda, que analiza su vestuario para vislumbrar rasgos de su personalidad. Sorprendi¨® sobremanera un pa?uelo de seda rosa sobre una chaqueta de traje negro. La francesa luci¨® ese accesorio (en la imagen) en su primera rueda de prensa como jefa del FMI, el 6 de julio del pasado a?o, junto a un broche en forma de peque?a rosa. Bajo ambos vest¨ªa una chaqueta sastre oscura. Su pelo ca¨ªa lacio, inmaculadamente blanco, sin tinte alguno. Era una declaraci¨®n de intenciones: una nueva distinci¨®n cosmopolita hab¨ªa llegado a la gris capital de EE UU, de la mano de la primera mujer al cargo de la econom¨ªa mundial. Lagarde es en s¨ª misma una escuela de estilo: trajes chaqueta ajustados, con preferencia por el ¡®tweed¡¯ de Chanel y por el negro; toques de color con pa?uelos de seda; el ic¨®nico bolso Kelly de Herm¨¨s; piezas de aire ¡®retro¡¯, dise?adas por Armand Ventilo en Par¨ªs, y alg¨²n que otro traje de Austin Reed, una marca brit¨¢nica que vende prendas formales, altamente resistentes, a precios econ¨®micos. Rebelde y parisiense, Lagarde ha reinventado, seg¨²n los expertos, el atuendo de negocios: viste con trajes, pero no imita a sus predecesores varones. Ha evitado radicalmente la feminizaci¨®n extrema. No se parapeta en la imagen de dama que merece deferencia por la supuesta debilidad femenina frente a los hombres, ese mito machista. Ella es ahora la que manda, a la cabeza de la instituci¨®n encargada de rescatar a econom¨ªas en quiebra. Seg¨²n ella misma explic¨® en una reciente entrevista con ¡®Financial Times¡¯, ¡°cuando vine a Am¨¦rica, en el pasado, vi a muchas mujeres trabajadoras en los a?os ochenta y noventa que siempre se vest¨ªan como hombres, y eso tuvo una influencia en m¨ª para nunca caer en ello¡±.
En su largo ascenso, Lagarde no sacrific¨® su vida familiar para subir en el mundo del derecho y los negocios. Como Margaret That?cher, se cas¨® pronto, en la veintena, y tuvo dos hijos, Pierre-Henri y Thomas, cuando ten¨ªa 30 y 32 a?os. A diferencia de Thatcher, que permanecer¨ªa la mayor parte de su vida junto a su marido, Denis, Lagarde se divorci¨® y se volvi¨® a casar, para divorciarse de nuevo. Desde 2006 sale con el empresario franc¨¦s Xavier Giocanti, que reside en Marsella y la visita en ?Washington, como norma, una semana cada mes.
Ambos se conocieron en los a?os ochenta cuando ense?aban en la Universidad de Nanterre. ¡°Fue un encuentro hermoso¡±, dijo Giocanti en una entrevista con Paris ?Match en 2010. ¡°Los dos fuimos muy corteses, y nada m¨¢s. Sobre todo porque ambos est¨¢bamos ya casados con otras personas¡±. En 2006, cuando ya era ministra, Lagarde efectu¨® una visita a Marsella, donde se reencontr¨® con Giocanti. ¡°Tuve que empezar entonces de cero. Ambos ¨¦ramos ya libres, pero hab¨ªa pasado mucho tiempo¡±, a?adi¨® el empresario.
Ella trabajaba en Par¨ªs. ?l, en Marsella. Se encontraban los fines de semana. Pensaban casarse, pero seg¨²n dijeron ambos a Paris Match, lo pospusieron por una raz¨®n que solo alguien con las responsabilidades de Lagarde pod¨ªa aducir: la crisis financiera no les dej¨® tiempo. ?Y c¨®mo mantienen el contacto? ¡°Somos grandes usuarios de los mensajes de texto¡±, dijo Giocanti.
Hasta el estallido de la crisis financiera en 2007, el FMI era una instituci¨®n sin etos, creada en 1945 para estabilizar los tipos de cambio de divisa y reinventada en los a?os ochenta como un gran prestamista a econom¨ªas endeudadas, defensora de principios como la austeridad del Gobierno y el control a la baja del suministro de dinero por parte de los bancos centrales.
Fue en realidad Strauss-Kahn, hombre de personalidad hiperb¨®lica, quien decidi¨® involucrar al Fondo en las negociaciones del rescate de Grecia y quien lo convirti¨® en un juzgado implacable que deber¨ªa asegurarse de que ese maltrecho pa¨ªs cumpliera todos los duros requisitos de austeridad impuestos sobre ¨¦l. Eran d¨ªas inciertos. Parec¨ªa que Grecia y el euro fueran a caer al abismo. Pero antes cay¨® Strauss-Kahn, y Lagarde ocup¨®, triunfante, su puesto de dura patrona del libre mercado mundial.
Dicen quienes la conocen bien que una de sus aficiones es coleccionar caricaturas de ella misma, que coloca en su despacho. Su favorita es una en la que aparece vestida de cuero, con medias de rejilla, dominando a un banquero. Esa es parte del estilo de Lagarde, desenfadado en su gravedad. Trajo a Washington un estilo propio de la rive droite parisiense, que, entre pa?uelos de color pastel y collares de perlas, oculta vaporoso a una de las mujeres que m¨¢s poder han tenido sobre la econom¨ªa mundial en la historia.
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