Bromas y solideos
Ante la visita del Papa a Cuba en este 2012, la dosis de cinismo nacional conspira contra el entusiasmo que despert¨® la de Juan Pablo II
Enero de 1998 fue momento de descubrimiento y creatividad, de escenas in¨¦ditas y rezos en voz alta. Juan Pablo II nos visit¨® y en la Plaza de la Revoluci¨®n ¡ªpunto rojo de la Cuba atea¡ª ofici¨® una homil¨ªa donde pronunci¨® m¨¢s de una docena de veces la palabra libertad. Pero m¨¢s all¨¢ del rito y la liturgia, a nivel de la calle y de la gente, la vida se mostraba tambi¨¦n en ebullici¨®n. La producci¨®n de chistes se dispar¨®. Una verdadera avalancha de bromas e historias sat¨ªricas tomaron como protagonistas tanto al propio Papa como al entonces presidente Fidel Castro. Justo cuando cre¨ªamos que la picard¨ªa nos hab¨ªa abandonado y los rigores econ¨®micos del "per¨ªodo especial" hab¨ªan trastocado nuestra sonrisa en un rictus, renac¨ªa la guasa y la risotada. Hasta Pepito, el eterno ni?o p¨ªcaro de nuestros cuentos, reapareci¨® en escena para sorpresa de quienes pensaban que se hab¨ªa largado durante la crisis de los balseros. A la diestra del b¨¢culo papal y a la siniestra del guerrillero de verdeolivo, una cabecita de pelo hirsuto se mofaba de lo humano y lo divino, de lo milenario y lo inmediato.
Sin embargo ahora, a pocas semanas de que aterrice Joseph Ratzinger en esta isla, el cauce de nuestros sarcasmos parece agotado y seco. Solo una rid¨ªcula y manida broma ha estado d¨¢ndonos vueltas. Bufonada tosca que indaga sobre el parecido entre el ministerio de la Agricultura y el Vaticano. Sin meditarlo demasiado, los sondeados responden "S¨ª¡ ya s¨¦. Que en 50 a?os solo han producido cuatro papas¡". Clara alusi¨®n al desabastecimiento de ese tub¨¦rculo, tema que por estos d¨ªas genera conversaciones, rumores y hasta extensos reportajes en la televisi¨®n oficial. La pregunta a hacerse es si este empobrecimiento sat¨ªrico es una medida de las pocas expectativas en torno a la llegada del m¨¢ximo representante de la Iglesia cat¨®lica, si el humor se puede usar en este caso como term¨®metro. O se trata m¨¢s bien de un proceso de desgana que recorre nuestra sociedad y que se resume en la frase "nada va a cambiar, nadie va a lograr que las cosas cambien".
A finales de los a?os noventa, Karol Wojtyla nos movi¨® a la esperanza. Pero en este 2012, la dosis de cinismo nacional conspira contra el entusiasmo. Ya sabemos, por ejemplo, que aquella frase de que "Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba", se qued¨® en la hermosa intenci¨®n de un Papa polaco. En los casi tres lustros entre una visita y otra, la iglesia ha ganado espacios en la vida p¨²blica de nuestra naci¨®n. Pero su jerarqu¨ªa ha debido hacer para ello concesiones que han decepcionado a parte de la feligres¨ªa, a laicos y hasta a algunos ilusionados ateos. Cuando se indaga entre los sacerdotes sobre los pasos cuidadosos y lentos que ha dado la iglesia cubana, responden siempre con la frase: "Hemos sobrevivido dos milenios a pesar de peores dificultades, no podemos apresurarnos ahora". Pero la vida de un pa¨ªs, la existencia de varias generaciones de sus hijos no puede proyectarse ni edificarse en plazos de miles de a?os, al ritmo de un eterno incensario que oscila.
La Iglesia cat¨®lica ha ganado espacios en la vida p¨²blica de la naci¨®n cubana
Juan Pablo II afirm¨® que "el hombre es el primer camino de la Iglesia" y la defensa de los derechos humanos es la piedra angular de esa premisa. En el caso de Cuba y ante la evidencia de que otros espacios de libertades ciudadanas est¨¢n prohibidos y satanizados, los templos y seminarios deber¨ªan asumir un papel menos cauteloso. La negociaci¨®n entre el Gobierno cubano y el cardenal Jaime Ortega para la excarcelaci¨®n de los presos pol¨ªticos de la Primavera Negra, no concluy¨® ¡ªcomo se esperaba¡ª con un aumento del prestigio de la Iglesia hacia adentro de la isla. M¨¢s bien levant¨® cuestionamientos y cr¨ªticas, incluso entre los familiares de los propios liberados. En parte, porque en la mesa donde se coci¨® ese pacto falt¨® la voz de las Damas de Blanco, que llevaban siete a?os presionando desde las calles por traer a casa a sus esposos condenados en marzo de 2003. El Gobierno cubano eligi¨® al interlocutor menos inc¨®modo para entregarle los rehenes, escamote¨® el papel de quienes hab¨ªan logrado llevarlo hasta all¨ª bajo el peso de la denuncia. Las estrategias milenarias se tropiezan ¡ªa veces¡ª con esas zancadillas de lo perecedero, con la malicia de lo fugaz.
El Papa llegar¨¢ a un pa¨ªs donde la jerarqu¨ªa eclesial ha logrado ampliar sus instalaciones, abrir un nuevo seminario, crear una c¨¢tedra de discusi¨®n de temas sociales para invitados muy selectos. Una naci¨®n donde ya nadie es expulsado de su trabajo o centro de estudio por rezar el padrenuestro y donde la televisi¨®n oficial transmite la misa del Gallo y otras tantas homil¨ªas. Pero tambi¨¦n encontrar¨¢ a un cardenal al que se le ha pasado la edad del retiro, a un presidente que hace un lustro super¨® los ochenta y a un pueblo donde escasean los j¨®venes, ya sea por la emigraci¨®n o por la baja natalidad. Viene en un momento de flexibilizaciones econ¨®micas y de radicalizaci¨®n del discurso pol¨ªtico, de expectativas comerciales y desenga?os ideol¨®gicos. Su visita, sin duda, no estar¨¢ precedida de ese torbellino de esperanza, curiosidad y humor que logr¨® arrancarnos Juan Pablo II. Pero qui¨¦n sabe. Quiz¨¢s ni el mism¨ªsimo Pepito de nuestras bromas ha podido adelantar las sorpresas que nos traer¨¢ Joseph Ratzinger. Por mi parte, sue?o con que en la atea y excluyente Plaza de la Revoluci¨®n proponga que "Cuba se abra a Cuba".
?Yoani S¨¢nchez es periodista cubana y autora del blog Generaci¨®n Y.
?? Yoani S¨¢nchez / bgagency-Milan.
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