Un arte que agoniza
Para Harold Bloom leer, releer, evaluar y apreciar es el verdadero arte de la cr¨ªtica literaria en un mundo en el que los libros malos desplazan a los buenos
Anatom¨ªa de la influencia es un tratado sobre los autores eminentes que pueblan el olimpo de la literatura occidental. Aunque en esta ocasi¨®n Harold Bloom es eleg¨ªaco y celebra sus 80 a?os con un testamento: ¡°Ya no luchar¨¦ contra los Resentidos. Nos uniremos todos en nuestro polvo com¨²n¡±.
Bloom reitera en esta larga meditaci¨®n su teor¨ªa sobre la ansiedad que corroe a los grandes escritores, nos contagia el fervor religioso por la lectura, nos introduce en la sutileza de su discurso herm¨¦tico y nos remite al origen de su veneraci¨®n: al inolvidable asombro que producen las grandes obras cuando se leen por primera vez.
Lo excepcionalmente notorio en Bloom es la persuasi¨®n de su estilo y c¨®mo elude el tedioso razonamiento acad¨¦mico. Pero no es f¨¢cil seguirle: su celebraci¨®n de la literatura exige una solvente familiaridad con los libros supremos y saberlos de memoria tras una lectura tan extensa como profunda.
La ansiedad y la influencia son el secreto de la imaginaci¨®n literaria y sin esta energ¨ªa el escritor deambular¨¢ sin nada que hacer. Bloom es un d¨¦spota muy ilustrado y sus razones se sancionan a s¨ª mismas como profec¨ªas. Traza el mapa de los senderos que unen a cada escritor eminente con todos los dem¨¢s y menciona la influencia que algunos han llegado a tener sobre sus antepasados. Una conjetura que perturba la buena fe de sus lectores.
Solo por las grandes obras literarias llegaremos a saber qui¨¦n somos, sostiene el gran cr¨ªtico norteamericano?
Bloom es elocuente, reiterativo, insistente, pues considera que nada ha sido cabalmente entendido. Las obras maestras, advierte, est¨¢n por encima de nuestra comprensi¨®n. Salvo que nos propongamos leerlas una y otra vez durante toda la vida.
El viejo cr¨ªtico Bloom dedica un ¨²ltimo desd¨¦n a los resentidos ¡ªlos melifluos, torturados y hostiles resentidos¡ª y con alegr¨ªa adolescente vivifica el entusiasmo de la primera lectura. Bloom expande este esp¨ªritu insolente, lo incrementa, lo santifica.
Los grandes escritores han sido conmovidos por una envidia sagrada, dice, pero nadie escoge al maestro de su veneraci¨®n. Cada autor eminente ha sido elegido por su precursor literario. O aceptamos esta violenta premisa o la rechazamos. No es objeto de discusi¨®n. La influencia produce ansiedad y ¨¦sta obliga a evocar, imitar, saquear y suplantar al autor predilecto. Pero sin la complicidad del antepasado ilustre, la obra literaria s¨®lo ser¨¢ un simulacro.
Bloom, que se considera un laico de inclinaciones gn¨®sticas, un esteta literario que idolatra a Shakespeare, un hereje jud¨ªo, un lector esot¨¦rico, un cr¨ªtico longiano que celebra lo sublime como la suprema virtud est¨¦tica, afirma que la gran literatura existe y que es posible apreciar ¡°el br¨ªo de una energ¨ªa sobrenatural en su vigor ling¨¹¨ªstico¡±. Bloom ha resultado ser un arconte de esa Religi¨®n Americana cuyo ¨²nico dogma es la Seguridad en Uno Mismo. Una especie de entereza o uni¨®n de cada hombre con el s¨ª mismo desconocido.
Si alguno necesitara abreviar los libros de Bloom en un ¨²nico p¨¢rrafo, quiz¨¢ podr¨ªa conformarse con lo siguiente: ¡°Shakespeare, que no profesa ninguna creencia y que es sabio sin ¨¦nfasis ni agresividad, posee su propio m¨¦todo de conocimiento y es el precursor de todo el mundo: Walt Whitman, James Joyce, Herman Melville, William Blake, Emily Dickinson, Sigmund Freud, Marcel Proust, Samuel Becket, Franz Kafka, Pessoa, Borges¡¡±.
?Por qui¨¦n se siente elegido Bloom? A ratos por Ralph Waldo Emerson y en otras ocasiones por Samuel Johnson. Aunque esto deber¨ªa decirlo ¨¦l, y no yo. Cuando Bloom recuerda al que ha sido considerado el primer fil¨®sofo americano da la sensaci¨®n de estar hablando de s¨ª mismo: ¡°Leer a Emerson resulta a veces desconcertante, en parte porque es un aforista que piensa en frases aisladas. Sus p¨¢rrafos resultan a menudo espasm¨®dicos, y su mente incansable est¨¢ siempre en alguna encrucijada¡±.
Bloom es una figura se?era de nuestro tiempo que acude en socorro del lector agobiado por la trivialidad contempor¨¢nea y le anima a frecuentar sin complejos los grandes monumentos literarios. Bloom afirma que leer, releer, evaluar y apreciar es el verdadero arte de la cr¨ªtica literaria en un mundo en el que los libros malos desplazan a los buenos y leer es un arte que agoniza.
?Cu¨¢l es la influencia de Bloom en Espa?a? Anagrama, Taurus, P¨¢ginas de Espuma y otros editores lo mantienen en sus cat¨¢logos pues ha conseguido una considerable atenci¨®n entre los lectores que aceptan su gran epigrama: s¨®lo por las grandes obras literarias llegaremos a saber qui¨¦n somos ¡ªy la sentencia inversa sigue siendo cierta.
?C¨®mo modifica Bloom la conciencia que la literatura tiene de s¨ª misma? Su credo ir¨®nico, y ciertamente melanc¨®lico, consagra la rivalidad entre los dos grandes impacientes de nuestro tiempo: el escritor que quiere ser el Yo de sus lectores y el autor que quiere ser el Yo de s¨ª mismo. No s¨®lo dos modos de entender la literatura sino dos maneras de estar en el mundo, dos estilos de vida. El escritor que se ha propuesto contar historias sale al encuentro de los hombres; el autor que las concibe, los espera con recelo. Mientras aqu¨¦l escribe para un p¨²blico vehemente; ¨¦ste lo hace para una mentalidad. Mientras uno intuye con habilidad el gusto de la multitud; el otro cultiva lo que no ha sido degustado. Uno celebra la fama; el otro s¨®lo teme al destino. El escritor se deleita con su ¨¦xito; el autor se pondera con perplejidad. Uno es narcisista; el otro, solipsista. Uno es el fruto de la admiraci¨®n popular; el otro lamenta la suerte de no serlo.
Dos estirpes, podr¨ªa decirse, condenadas a una perpetua porf¨ªa, forjan cada una a su manera, con destreza narrativa y ensimismamiento sapiencial, el arte de la ficci¨®n que hoy nos entretiene o nos desvela.
Basilio Baltasar es director de la fundaci¨®n Santillana
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