Un cuento island¨¦s
Reikiavik sienta en el banquillo al exprimer ministro por negligencia en la gesti¨®n de la crisis
?rase una vez un peque?o pa¨ªs feliz llamado Islandia, dise?ado por los hermanos Grimm y construido por los mejores paisajistas de calendario de cocina. Ese pa¨ªs feliz no era como Espa?a, dise?ada y construida por promotores inmobiliarios, que todav¨ªa hoy levantan especulaciones de tron¨ªo con pedazos de la Castellana. Pero he aqu¨ª, queridos ni?os, que la corrupci¨®n y las bajas pasiones anidaban bajo la calma id¨ªlica de lagos de hielo y g¨¦iseres. En 2008 los islandeses descubrieron que sus tres grandes bancos estaban en quiebra (el Glitnir, el Landsbanki y el Kaupthing; como veis, tienen nombres de enanos de Tolkien). Resulta que sus directivos se hab¨ªan dedicado a aumentar su deuda sin mesura, hasta multiplicar por 10 la deuda del pa¨ªs. Los tres bancos quebraron, causaron una suspensi¨®n de pagos con el exterior, provocaron un doloroso recorte del gasto social y subieron el paro hasta el 10% de la poblaci¨®n activa. Operando en la sombra, los banqueros islandeses se hab¨ªan dedicado a hozar en el fraude y los gobernantes lo hab¨ªan permitido.
Los dolidos islandeses, dem¨®cratas al fin, reaccionaron como personas de bien. Decidieron acusar a varios directivos de los bancos de pr¨¢cticas fraudulentas e imputar por negligencia al primer ministro que toler¨® a sabiendas (dice el fiscal) los oscuros desmanes de los banqueros. Ayer se celebr¨® la primera vista de la causa contra el exjefe de Gobierno, Geir Haarde, en el tribunal de Landslomur, creado en 1905 para juzgar a miembros del Gobierno. Sabios, los islandeses.
Habr¨¦is observado, queridos ni?os, que las comparaciones con Espa?a son ociosas. Como todo el mundo sabe, en Espa?a (vale para Estados Unidos o cualquier pa¨ªs europeo), los bancos actuaron de forma intachable; no promovieron hipotecas basura, ni burbujas inmobiliarias, ni contribuyeron a causar en sus pa¨ªses y en todo el mundo aumentos del paro, ni nada. ?Que en Islandia no han juzgado todav¨ªa a los ejecutivos de los bancos quebrados?
Porque Islandia es el pa¨ªs de los cuentos realistas. Un cuento de pa¨ªs es Valencia. All¨ª hay de todo: brujos, brujas, ogros, gnomos de aeropuerto, incautos, pol¨ªticos de banquillo y, por supuesto, bancos que desaparecen de la noche a la ma?ana.
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