Ch¨¢vez en Cuba o Cuba en Ch¨¢vez
Los m¨¢s de 100.000 barriles diarios de petr¨®leo que se importan desde Venezuela, podr¨ªan desvanecerse si el presidente de ese pa¨ªs fallece
?Estos son los ¨²ltimos caramelos! ?As¨ª que aprovechen! grit¨® Olga ¡ªapodada la Guajira¡ª en medio del albergue de nuestro preuniversitario en el campo. Mi vecina de litera revend¨ªa alimentos que le proporcionaban los t¨¦cnicos sovi¨¦ticos, quienes compraban en tiendas donde los nacionales no pod¨ªamos entrar. Corr¨ªan los ¨²ltimos meses de 1990 y la comunidad de ¡°camaradas¡± rusos que se inmiscu¨ªa en la realidad cubana comenzaba a hacer las maletas. Por toda la ciudad numerosas casas quedaban vac¨ªas ante la estampida de estos residentes extranjeros, mientras languidec¨ªa el mercado negro que ellos fomentaban. Aquella golosina envuelta en un tosco papel, fue para m¨ª la primera se?al de que el subsidio enviado por la URSS se cortar¨ªa abruptamente. El heraldo de las malas nuevas se present¨® as¨ª ante mi paladar adolescente, bajo la forma de un dulce que se ausentaba para siempre.
Hoy, m¨¢s de 20 a?os despu¨¦s, hay indicios un tanto amargos de otro posible colapso material. Pero esta vez el riesgo no emana del Kremlin sino de un palacio m¨¢s cercano, el de Miraflores. Hugo Ch¨¢vez est¨¢ en Cuba y sobre su salud se tejen infinitas especulaciones y algunos alarmantes escenarios futuros. Los m¨¢s de 100.000 barriles diarios de petr¨®leo que se importan desde Venezuela, podr¨ªan desvanecerse tan r¨¢pido como se deshace un caramelo en la boca, si el presidente de ese pa¨ªs fallece a consecuencia del c¨¢ncer que lo aqueja. En las calles habaneras, las interrogantes van m¨¢s all¨¢ de la morbosidad en torno a temas m¨¦dicos, para convertirse en preocupantes vaticinios del ma?ana. Una mujer, con el rostro agriado por la cotidianidad, le dice a otra de forma tajante: ¡°Si a Ch¨¢vez le pasa algo, nos va a caer encima un segundo Per¨ªodo Especial¡±. Y el ¨¦nfasis que pone en cada s¨ªlaba me recuerda a aquella adolescente proclamando los ¨²ltimos dulces enviados desde la Uni¨®n Sovi¨¦tica. La historia es as¨ª de caprichosa, a veces se repite camuflada en alm¨ªbar¡ otras en ac¨ªbar.
Mostrar a Ch¨¢vez en la televisi¨®n, anunciar su pronta recuperaci¨®n, es como darle una fe de vida al castrismo
Hemos tenido la dolorosa oportunidad de aprender ¡ªcomo pa¨ªs¡ª la lecci¨®n de la dependencia; de prometernos a nosotros mismos que nunca m¨¢s el futuro de esta Isla quedar¨ªa colgando de un presidente for¨¢neo o de un partido extranjero. Pero a principios de 1999, con la asunci¨®n de Hugo Ch¨¢vez al poder, qued¨® claro que la autonom¨ªa econ¨®mica ser¨ªa s¨®lo una fantas¨ªa nacional postergada una y otra vez. El desequilibrado intercambio comercial entre Cuba y Venezuela ha permitido al gobierno de Ra¨²l Castro evitar el colapso a pesar de la improductividad del pa¨ªs. Sin embargo, este subsidio tambi¨¦n genera una alarmante fragilidad, una vez que puede ser cortado en cualquier momento. El magno paciente operado en La Habana, se erige como la garant¨ªa principal para que las reformas raulistas puedan mantener su t¨ªmido paso y sus objetivos de permanencia en el poder. Mostrar a Ch¨¢vez en la televisi¨®n, anunciar su pronta recuperaci¨®n en los peri¨®dicos, es como darle una fe de vida al castrismo. Cuando nos ense?an el rostro sonriente del presidente venezolano, no esperan que leamos solo el estado de salud de un hombre, sino tambi¨¦n el pron¨®stico pol¨ªtico de dos pa¨ªses. De ah¨ª que la propaganda oficial se afane en hacer coincidir la supuesta ¡°victoria¡± sobre el tumor f¨ªsico con el triunfo de todo un proyecto ideol¨®gico.
Los gobiernos mantenidos, los reg¨ªmenes subsidiados, tienen la falsa ilusi¨®n de que pueden aprender a vivir sin sus mecenas. Alardean de que lograr¨¢n dar pasos en solitario una vez que cese el apoyo del otro. Pero en realidad, durante el largo per¨ªodo de la dependencia s¨®lo han aprendido a buscar una nueva fuente de la que beber, un nuevo socio al que expoliar. Su disfunci¨®n econ¨®mica no puede ser reparada en el plazo de tiempo en que avanzan las c¨¦lulas malignas por un organismo. Un sistema donde la ineficiencia ha hecho met¨¢stasis hasta en la producci¨®n de papas, ladrillos o detergente para fregar, sabe que cada paso que d¨¦ en solitario es un paso hacia su final. Queda claro entonces que Hugo Ch¨¢vez vino a Cuba a tratarse su dolencia f¨ªsica porque las garant¨ªas de discreci¨®n sobre su situaci¨®n son garant¨ªas de silencio sobre el estado real de nuestro pa¨ªs.
As¨ª que aqu¨ª estamos otra vez, en esta situaci¨®n que conocemos bien: el muro de Berl¨ªn cae o el c¨¢ncer se instala en el cuerpo de un hombre; la glasnost destapa la basura de 70 a?os o un m¨¦dico comete una imprudencia con un enfermo; los t¨¦cnicos sovi¨¦ticos hacen sus maletas en La Habana o los cubanos sopesan sus pertenencias en Venezuela; una jovencita advierte que los caramelos made in URSS se acabaran en breve o una se?ora desilusionada habla de otro posible colapso material; un presidente ve c¨®mo el mapa de un bloque pol¨ªtico se desgaja en fragmentos diversos o un ajado gobernante mira asustado el reporte de una tomograf¨ªa axial computarizada.
Yoani S¨¢nchez es periodista cubana y autora del blog Generaci¨®n Y.
? Yoani S¨¢nchez / bgagency-Milan.
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