Trabajar como chinos
?Siguen los espa?oles considerando que el trabajo es un castigo y que los listos son los que se escaquean?
Alarma nacional. A un empresario se le ha ocurrido evocar los bazares chinos como cultura laboral envidiable, y eso ha desatado un incendio. Ah¨ª es nada, elogiar que se trabaje de sol a sol ¡ªy a veces durante muchas horas nocturnas¡ª, con paga presumiblemente corta, escasas vacaciones, m¨ªnimos derechos, min¨²sculas quejas¡ Porque esas son las notas asociadas al trabajo en las 7.000 tiendas chinas que se estima abiertas en Espa?a. Parece que aceptamos que los inmigrantes se ocupen de los trabajos m¨¢s duros y mal pagados, pero los del Primer Mundo, ?por favor...!
Es imposible desear un pa¨ªs sin derechos sociales, o en el que estallen las reglas so pretexto de la crisis econ¨®mica. Pero entre las intenciones atribuidas al autor del comentario y las dimensiones del incendio hay algo que no cuadra. La compa?¨ªa de Juan Roig, el empresario en cuesti¨®n, Mercadona, practica condiciones laborales muy distintas a las de los bazares chinos: aumenta plantillas, los empleados que se incorporan son fijos y cobran de entrada 1.050 euros netos al mes; los trabajadores tienen derecho a parte de los beneficios y en los establecimientos de su marca se anima a los demandantes de empleo a pasar al acto. No parece esclavista.
Como hay tantos otros que hablan de cultura del esfuerzo como si los espa?oles fu¨¦ramos una panda de holgazanes, se constata el peligro de lanzar debates como este con frases tan sumarias. Si se trata de incrementar el prestigio del trabajo, entonces s¨ª es acertado; y ser conscientes de que no competimos solo con franceses o italianos, sino con chinos, o con paquistan¨ªes en Barcelona, o con norteafricanos en Par¨ªs, que mantienen abiertos sus comercios mucho m¨¢s all¨¢ de lo que lo hacen el resto. Claro que es importante mejorar la productividad, evitando as¨ª tener que rebajar los niveles de vida.
El CIS insiste, mientras tanto y machaconamente, en que la sociedad se muestra muy angustiada por el paro. Hay motivo sobrado para ello. Pero tambi¨¦n convendr¨ªa averiguar si en la cultura laboral de los espa?oles cala la idea de que el trabajo ni es un castigo, ni una actividad solo para el que no es capaz de hacer ninguna otra cosa.
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