Sean Penn perfecciona su rol de bocazas
El actor es criticado por muchos brit¨¢nicos tras haber reclamado la devoluci¨®n de las Malvinas
La diplomacia no parece formar parte del c¨®digo de conducta del se?or embajador itinerante para Hait¨ª. Para Sean Penn, que acaba de cumplir 51 a?os, la provocaci¨®n es una forma de vida. El actor ganador de dos oscars opina de pol¨ªtica internacional con la rotundidad de un secretario de Estado. Como hace unos d¨ªas, cuando visit¨® a la presidenta argentina Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner y habl¨® sobre la soberan¨ªa de Reino Unido en las Malvinas: ¡°El mundo no puede tolerar enfoques rid¨ªculamente arcaicos que apunten a que contin¨²e el colonialismo, as¨ª que el compromiso tiene que seguir siendo mantener las conversaciones para lograr una salida¡±. El episodio, enmarcado en una gira latinoamericana con el fin de recaudar fondos para el pa¨ªs caribe?o, le vali¨® titulares inflamables por todo el globo.
Con la misma acidez critica a sus colegas de Hollywood. As¨ª es ¨¦l, iracundo y tremendamente atractivo. Tanto, que por sus brazos han pasado mujeres como Madonna, Scarlett Johansson y Robin Wright, con quien tuvo un matrimonio de 20 a?os con muchas idas y vueltas. Sus rasgos no son los cl¨¢sicos de un guapo de pel¨ªcula pero despierta pasiones como el que m¨¢s.
Por qu¨¦ si no Madonna sigue trat¨¢ndole tras aquel matrimonio de cuatro a?os en el que las discusiones dieron paso a las agresiones. La suya fue y es una relaci¨®n amor-odio. Un ejemplo: hace dos a?os, en la fiesta que Vanity Fair organiza la noche de los Oscar, Penn se top¨® con la cantante, que iba acompa?ada de Brahim Zaibat, 28 a?os menor que ella. El actor afil¨® su lengua y le pregunt¨®: ¡°?Has adoptado otro ni?o?¡±. Los ojos de la reina del pop se llenaron de c¨®lera y su garganta no fue capaz de responder a tama?a maldad. No ser¨¢ tanto el mal rollo. Hace dos semanas se les vio cenando juntos en Los ?ngeles.
Sean Penn perdi¨® con 40 a?os a su hermano el actor Chris Penn, y con ¨¦l a uno de sus grandes defensores. El hermano menor le justificaba argumentando: ¡°Est¨¢ invadido por un esp¨ªritu justiciero¡±. El compromiso pol¨ªtico le viene de familia. Su padre, Leo, hijo de jud¨ªos rusos que emigraron a EE UU y tambi¨¦n dedicado a la industria del cine, apoy¨® a los sindicatos y fue incluido en la lista negra por el Comit¨¦ de Actividades Antiestadounidenses en los a?os cincuenta por negarse a testificar. Esta actitud lo apart¨® del cine y le llev¨® a un teatro de Nueva York. Marcado por su vida familiar, a los 11 a?os el peque?o Sean clav¨® en la puerta de su habitaci¨®n una cita de Thomas Jefferson, uno de los padres fundadores de EE UU: ¡°Nuestros ni?os nacen libres, y su libertad es un regalo de la naturaleza y no de quienes los engendraron¡±.
Creci¨® viendo por televisi¨®n la guerra de Vietnam y se obsesion¨® con el caso Watergate que trunc¨® la presidencia de Richard Nixon. Por todo ello a nadie le sorprendi¨® que decidiera estudiar Derecho. En la universidad, su activismo pol¨ªtico se afianz¨® a¨²n m¨¢s. Sus gestos desde entonces no han cesado. Pag¨® 56.000 d¨®lares (42.000 euros) por un anuncio contra George W. Bush en The Washington Post en v¨ªsperas de la guerra de Irak, y visit¨® Teher¨¢n para escribir un reportaje que public¨® en el San Francisco Chronicle.
Haciendo amigos
Sean Penn contra la prensa: "Todos los periodistas que llamen dictador a Hugo Ch¨¢vez deber¨ªan ir a la c¨¢rcel".
Contra su gremio: "Si en la gala de los Oscar te pones a mirar a tu alrededor no vas a encontrar a mucha gente que sepa hacer la o con un canuto".
Contra Oliver Stone: "Su naturaleza puerca impide que d¨¦ todo lo bueno que tiene y eso me quita las ganas de verle".
Contra s¨ª mismo: "Soy un bocazas. He dicho tantas cosas".
En los ¨²ltimos a?os Penn ha compaginado Hollywood con sus cruzadas y en ocasiones las ha hecho incluso compatibles. Cuando rod¨® Mi nombre es Harvey Milk, que le vali¨® su segundo Oscar, se sum¨® al movimiento para reclamar el reconocimiento del matrimonio gay en EE UU. Y acept¨® rodar El ¨¢rbol de la vida, de Terrence Malick, con la condici¨®n de poder ir y venir de Hait¨ª para no desatender su misi¨®n. La relaci¨®n con Malick fue complicada. ¡°No encontr¨¦ en la pantalla la misma emoci¨®n que ten¨ªa el gui¨®n, que es el mejor y m¨¢s magn¨ªfico que jam¨¢s he le¨ªdo. Francamente, a¨²n estoy tratando de averiguar qu¨¦ hago all¨ª y qu¨¦ se supone que a?ad¨ªa mi personaje en ese contexto. Es m¨¢s, el mismo Terry [Malick] nunca pudo explic¨¢rmelo claramente¡±, confes¨® a Le Figaro. Y es que el actor cada d¨ªa se siente m¨¢s ajeno a la industria del cine y m¨¢s c¨®modo en los despachos de los pol¨ªticos.
Su relaci¨®n con Fidel Castro viene de largo y es tan familiar que incluso llev¨® a sus dos hijos, Dylan Frances (1991) y Hopper Jack (1993), para que le conocieran. El actor, cuyo patrimonio asciende a 150 millones de d¨®lares (111 millones de euros), le dijo a Castro que los quiere educar como ¡°socialistas revolucionarios¡±. Y el dictador le respondi¨®: ¡°Mejor ed¨²quelos con una bata blanca de m¨¦dico¡±.
La misma relaci¨®n cercana mantiene con Hugo Ch¨¢vez y con Evo Morales. A todos ellos les visita como amigo y ahora tambi¨¦n lo ha hecho como embajador itinerante para Hait¨ª, t¨ªtulo que se gan¨® a pulso por su contribuci¨®n a la reconstrucci¨®n del pa¨ªs tras el terremoto de hace dos a?os. Su faceta diplom¨¢tica le otorga m¨¢s eco y lo sabe. No son casuales sus recientes cr¨ªticas al ¡°colonialismo brit¨¢nico¡± en las Malvinas ni sus alabanzas a los ¡°esfuerzos diplom¨¢ticos¡± de Argentina para iniciar negociaciones con Reino Unido, a instancias de la ONU. Tras levantar el revuelo ha tenido que matizar sus palabras y escribir un art¨ªculo en The Guardian para intentar borrar el t¨ªtulo que los brit¨¢nicos le han impuesto al se?or embajador: bocazas.
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