Lenguaje sexista
La Real Academia denuncia los excesos de las gu¨ªas, pero deber¨ªa hacer m¨¢s por la igualdad
Diferentes entidades y organismos p¨²blicos han elaborado en los ¨²ltimos a?os diversas gu¨ªas para evitar el uso sexista del lenguaje. El informe Sexismo ling¨¹¨ªstico y visibilidad de la mujer, aprobado por 26 miembros de la Real Academia Espa?ola, analiza varias de estas gu¨ªas y sale al paso de lo que considera una deriva peligrosa: la pretensi¨®n de imponer un lenguaje pol¨ªticamente correcto que evite determinadas estructuras muy arraigadas de la lengua, en favor de formas artificiosas destinadas a hacer visibles a las mujeres.
Estos manuales son el resultado de un proceso de reflexi¨®n sobre el efecto que el uso sexista del lenguaje tiene en la perpetuaci¨®n de valores y estereotipos que perjudican los objetivos de igualdad de la mitad femenina de la poblaci¨®n. Someter ese uso sexista a revisi¨®n es una pretensi¨®n absolutamente leg¨ªtima. Otra cosa es el acierto de las propuestas que se formulan para evitarlo. Es cierto que algunas de las recomendaciones contenidas en estas gu¨ªas son extremas y resultan imposibles de aplicar porque atentan contra reglas b¨¢sicas como la econom¨ªa del lenguaje. Cualquier imposici¨®n que suponga violentar la libertad de los hablantes est¨¢ condenada al fracaso. Pero, como reconoce de forma enf¨¢tica el propio informe, el lenguaje es fruto de una historia marcada por una visi¨®n androc¨¦ntrica del mundo que ha discriminado a las mujeres y las ha condenado a la invisibilidad. Bienvenida sea la Real Academia al debate de una cuesti¨®n que hasta ahora hab¨ªa ignorado. Es de esperar, adem¨¢s, que en adelante aplique esta nueva sensibilidad en sus revisiones de la lengua para se?alar los usos que considere sexistas y hacer sus propias recomendaciones al respecto.
Tiene raz¨®n, en cualquier caso, la Real Academia al subrayar los excesos y las torpezas incluidos en estas gu¨ªas para dar visibilidad a la mujer, y que conducir¨ªan, si se aplicaran rigurosamente sus prescripciones, a un habla impostada y ficticia, am¨¦n de dificultar la comunicaci¨®n. Su certero diagn¨®stico ser¨ªa mejor entendido si los sillones de la RAE dejaran de ser patrimonio casi exclusivo de los hombres. En tres siglos de historia apenas ha tenido siete acad¨¦micas. Y entre sus 46 miembros, ahora mismo solo hay cinco mujeres. En sus manos est¨¢ corregir tan inaceptable desproporci¨®n y hacer que, cuando utilicemos el t¨¦rmino acad¨¦micos, ese masculino plural act¨²e de verdad como g¨¦nero no marcado que incluye de verdad tanto a los hombres como a las mujeres.
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