Elegir entre Washington y los Castro
A pesar de la p¨¦rdida de influencia de EE UU en Am¨¦rica Latina, siempre gana frente a La Habana
Hace 31 a?os Fidel Castro fue informado por el gobierno de M¨¦xico que no podr¨ªa asistir a la Cumbre Norte-Sur por celebrarse en Canc¨²n. El anfitri¨®n y organizador del encuentro, el entonces presidente Jos¨¦ L¨®pez Portillo, se vio obligado a no requerir a quien hab¨ªa llamado ¡°mi comandante¡±. Ronald Reagan, a la saz¨®n presidente de Estados Unidos, fue muy claro: si iba Castro, no ir¨ªa ¨¦l. Y aunque Cuba presid¨ªa en aquella ¨¦poca el Movimiento de Pa¨ªses No Alineados, carec¨ªa de sentido una reuni¨®n sobre desarrollo econ¨®mico en el mundo sin Estados Unidos. Cuando fue notificado Castro de esta mala noticia, hizo un berrinche monumental, pero al final del d¨ªa no tuvo m¨¢s remedio que aceptar.
Hace unos d¨ªas, el presidente colombiano Juan Manuel Santos viaj¨® a La Habana para informarle, ahora a Ra¨²l Castro, que no podr¨ªa asistir a la Cumbre de las Am¨¦ricas que se celebrar¨¢ en Cartagena los d¨ªas 14 y 15 de abril. Semanas antes, el presidente ecuatoriano Rafael Correa hab¨ªa amenazado, a nombre de los pa¨ªses del ALBA (Ecuador, Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Cuba y Paraguay a medias) que de no ser invitada Cuba a dicha cumbre, ellos tampoco acudir¨ªan. Al igual que en 1981, con M¨¦xico, Santos habr¨ªa previamente despachado a su canciller a la isla para indagar sobre el deseo cubano de participar; la respuesta del hermano Ra¨²l hab¨ªa sido enredosamente afirmativa.
Ello coloc¨® a Santos en una situaci¨®n inc¨®moda: o bien padec¨ªa el boicot del ALBA, o bien casi seguramente tendr¨ªa que prescindir de la presencia de Barack Obama en Cartagena. Por m¨¢s consejos bien intencionados, aunque un poco ilusos, que varios comentaristas y pol¨ªticos latinoamericanos le recetaron a Obama de que fuera a Colombia y usara el foro para exigir la democratizaci¨®n de Cuba directamente a Ra¨²l Castro, lo ¨²ltimo que necesitaba un presidente dem¨®crata en plena campa?a electoral y vilipendiado por sus adversarios republicanos por ¡°liberal y d¨¦bil¡±, era una foto con cualquiera de los Castro. Santos no tuvo m¨¢s remedio, por las mismas razones que L¨®pez Portillo hace 31 a?os, de informarle a Ra¨²l Castro que ¡°no hubo consenso para invitar a Cuba a Cartagena¡±.
Lo ¨²ltimo que necesitaba Obama en plena campa?a electoral era una foto con cualquiera de los Castro
Hace casi exactamente 10 a?os, le sucedi¨® algo semejante al entonces presidente de M¨¦xico, Vicente Fox, y a su canciller, ¡ªel que esto escribe. Con una diferencia: la Conferencia sobre Financiamiento para el Desarrollo, celebrada en Monterrey en ese momento, era un c¨®nclave de Naciones Unidas, aunque tuviera lugar en M¨¦xico. Por tanto, el pa¨ªs anfitri¨®n se ve¨ªa obligado a invitar a los 192 jefes de Estado o de gobierno de pa¨ªses miembros de la ONU, de los cuales por cierto acudieron 65, el mayor n¨²mero en la historia M¨¦xico.
No era posible evitar la visita de Fidel Castro a Monterrey si ¨¦l deseaba hacerlo. Y lo deseaba fervorosamente, con el prop¨®sito de presionar a Fox para que este no condenara a Cuba por violaciones a los derechos humanos en la entonces llamada Comisi¨®n de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra. Acudi¨® a la Cumbre. Fox no pudo desinvitar a Castro, pero s¨ª pudo aclararle que era bienvenido por el m¨ªnimo tiempo posible, marcado por el reglamento de conferencias de la ONU: su discurso, el llamado retiro, y una cena. La raz¨®n era obvia: desde su primer viaje a Caracas en 1959, semanas despu¨¦s del triunfo de la revoluci¨®n, Castro ha hecho pol¨ªtica, con may¨²sculas, en cada pa¨ªs que visita. Basta recordar su estancia de un mes en Chile, en 1972, y la pesadilla que fue el periplo para Salvador Allende.
Fox, con toda raz¨®n, quiso impedir el proselitismo de Castro por las calles de Monterrey, y as¨ª se lo hizo saber.
La prensa mexicana resumi¨® la postura de Fox con la conocida y ficticia exclamaci¨®n ¡°Comes y te vas¡±. L¨®pez Portillo y Santos no invitaron a los Castro ni a comer ni a cenar; Fox se resign¨® a sentarlo a su lado esperando que terminando el postre se marchara de regreso a su isla.
Calder¨®n es sin duda el presidente mexicano m¨¢s castr¨®filo desde L¨®pez Portillo
Lo notable en estos 30 a?os transcurridos es que a pesar de la supuesta declinaci¨®n del poder e influencia de Estados Unidos en Am¨¦rica Latina, de la supuestamente mayor independencia de varios pa¨ªses sudamericanos frente a Estados Unidos, y de las supuestas reformas modernizadoras de Ra¨²l Castro en Cuba, cuando alg¨²n pa¨ªs de Am¨¦rica Latina tiene que escoger entre los Castro y Washington, hacen lo mismo: Washington. Huelga decir que ninguno de los supuestos aliados de La Habana en Am¨¦rica Latina ¡ªBrasil o la Argentina por ejemplo¡ª se sumaron al boicot del ALBA, ni le hicieron saber a Santos que prefer¨ªan que fuera Ra¨²l, en lugar de Barack. M¨¦xico tampoco defendi¨® la causa de la presencia cubana en Cartagena y, m¨¢s bien, por lo que se sabe de la visita reciente del vicepresidente norteamericano Joe Biden a M¨¦xico, entendi¨® perfectamente las razones por las que Obama no pod¨ªa viajar a Colombia si ah¨ª se pod¨ªa topar con Ra¨²l Castro.
La postura de M¨¦xico refleja las paradojas de la vida internacional. A menos de que suceda algo sorprendente en los pr¨®ximos meses, el presidente Felipe Calder¨®n ser¨¢ el primer mandatario mexicano desde Luis Echeverr¨ªa ?lvarez en no haber visitado Cuba; Echeverr¨ªa (1970-1976) realiz¨® una visita a la isla de tres d¨ªas al igual que Jos¨¦ L¨®pez Portillo (1976-1982). Miguel de la Madrid (1982-1988) realiz¨® una visita oficial de dos d¨ªas en octubre de 1988; Carlos Salinas (1988-1994) fue por 6 horas hacia finales de su mandato; Ernesto Zedillo (1994-2000) acudi¨® a la Cumbre Iberoamericana, aunque no en visita bilateral, en noviembre de 1999; Fox (2000-2006) realiz¨® una visita de trabajo de dos d¨ªas a Cuba en febrero del 2002.
Calder¨®n es sin duda el presidente mexicano m¨¢s castr¨®filo desde L¨®pez Portillo (Salinas se volvi¨® admirador de Castro despu¨¦s de haber dejado el poder). No deseaba nada m¨¢s que recomponer las relaciones entre M¨¦xico y Cuba despu¨¦s del deterioro que sufrieron, seg¨²n el actual presidente mexicano, por culpa del anterior presidente mexicano. Aparentemente, se tendr¨¢ que quedar con las ganas, o posponer su viaje hasta que deje la residencia presidencial de Los Pinos el 1 de diciembre. Ya se ver¨¢ si gozar¨¢ de la misma hospitalidad que le brindaron los cubanos a Salinas y a otros; seguramente Calder¨®n la necesitar¨¢ m¨¢s que otros.
Jorge G. Casta?eda es analista pol¨ªtico y miembro de la Academia de las Ciencias y las Artes de Estados Unidos. Su m¨¢s reciente libro es Ma?ana o pasado. El misterio de los mexicanos.
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