Irak ante la cumbre
Bagdad debe extirpar el terrorismo sectario para recuperar su influencia en el mundo ¨¢rabe
La cadena coordinada de atentados que ha dejado en Irak esta semana m¨¢s de cincuenta muertos y centenares de heridos en una docena de ciudades, reivindicada por Al Qaeda, es un tr¨¢gico recordatorio de la absoluta vulnerabilidad del pa¨ªs ¨¢rabe. Los ataques se han producido a pesar de un masivo despliegue policial y militar previo a la primera cumbre de la Liga ?rabe que se celebra en Bagdad en m¨¢s de veinte a?os.
El Gobierno que preside el chi¨ª Nuri Al Maliki ans¨ªa demostrar a sus vecinos que Irak est¨¢ en condiciones de recobrar la confianza internacional y reintegrarse a su papel central en la regi¨®n. Tambi¨¦n que puede mantener la seguridad, pese a la retirada de las tropas estadounidenses en diciembre pasado. En las semanas previas a la cumbre, Bagdad ha multiplicado sus esfuerzos diplom¨¢ticos para resolver algunos de los contenciosos, pol¨ªticos y econ¨®micos, que le han distanciado durante a?os de pa¨ªses como Kuwait, Egipto o Arabia Saud¨ª.
La tarea, en su doble vertiente, va a resultar tit¨¢nica. Los iraqu¨ªes no se perciben como naci¨®n y la f¨®rmula federal prevista en su Constituci¨®n es por el momento solo una fachada. El te¨®rico Gobierno de unidad es una pugna de feudos entre los ahora dominantes chi¨ªes (60% de la poblaci¨®n), los preteridos sun¨ªes (20%) y los aut¨®nomos kurdos. Nada ilustra mejor su desarraigo que el hecho de que el viceprimer ministro, el sun¨ª Al Hashimi, permanezca refugiado desde diciembre en territorio kurdo, acusado por Al Maliki de dirigir escuadrones de la muerte. La irresuelta y sectaria convivencia, agravada por la nebulosa frontera entre grupos pol¨ªticos y milicias en su ¨®rbita, se refleja en un terrorismo todav¨ªa insoportable.
Tampoco resultar¨¢ f¨¢cil a Bagdad renacer diplom¨¢ticamente, tras a?os de aislamiento, y alumbrar una pol¨ªtica regional equilibrada. Irak navega entre su dependencia confesional de Ir¨¢n, determinante, y su alineamiento ¨¦tnico con los pa¨ªses ¨¢rabes del Golfo, cada vez m¨¢s opuestos a Teher¨¢n y beligerantes con Damasco. Los nuevos vientos que insuflan la Liga ?rabe han forzado a Al Maliki a prescindir de la habitual invitaci¨®n de cortes¨ªa a Ir¨¢n y a endurecer su posici¨®n sobre Siria, aliado crucial de los ayatol¨¢s, que ser¨¢ el asunto capital de la cumbre de la semana entrante. Tanto la revuelta siria como la crisis nuclear iran¨ª colocan a Bagdad ante la ineludible disyuntiva de elegir bando.
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