El Per¨² y Catalu?a: paralelismos socioling¨¹¨ªsticos
El quechua es, como el catal¨¢n, el elemento interclasista que re¨²ne al pueblo
El Per¨² vivi¨® la potencia imperial de los incas entre los siglos XIII y XV, y el sometimiento al colonialismo espa?ol, a partir del XVI. La situaci¨®n de subordinaci¨®n gener¨® reacciones ind¨ªgenas que llevar¨ªan a la independencia.
No es del todo forzado el paralelismo con la historia de Catalu?a: esta vivi¨® su per¨ªodo de esplendor en la ¨¦poca medieval, y en el siglo XVI comenz¨® a sentir las consecuencias del dominio de las dinast¨ªas castellanas, que impulsaron el resurgir del sentimiento identitario y el anhelo de plena soberan¨ªa.
En el Per¨², como en Catalu?a, el despertar de las voluntades democr¨¢ticas en las ¨¦pocas moderna y contempor¨¢nea sit¨²a como prioridad la lucha contra las desigualdades insostenibles, desde la perspectiva de colectividad que ve en su cohesi¨®n la mejor defensa de los derechos fundamentales. All¨ª y aqu¨ª se afianza la convicci¨®n de que, como primera condici¨®n para la regeneraci¨®n sociopol¨ªtica, cultural y econ¨®mica, ha de ser hegem¨®nico el respeto a la idiosincrasia marginada.
En el avance hacia la nueva realidad, la lengua tiene una funci¨®n capital: el quechua ¡ªhablado por cerca de 10 millones de personas¡ª es, como el catal¨¢n, el elemento interclasista que re¨²ne al pueblo; como todos los idiomas, es el elemento end¨®geno y ex¨®geno m¨¢s tangible en la conciliaci¨®n de los ciudadanos, por el que se reconoce una manera de percibir, de analizar y de transformar la realidad.
Una diferencia importante distancia el proceso de normalizaci¨®n en el Per¨² respecto al de Catalu?a: la dificultad de superar el autoodio, en un contexto en que no ha despuntado una burgues¨ªa no rural. Todav¨ªa las clases sociales son esencialmente dos: la de los enriquecidos y la de los despose¨ªdos; y el quechua marca a los segundos. No obstante, la situaci¨®n pol¨ªtica abre hoy v¨ªas para la persuasi¨®n escalonada en favor del autoestima y, por lo tanto, de la certeza de que la lengua quechua es apta para la cultura m¨¢s alta; se va desvaneciendo la diglosia ¡°espa?ol, lengua A, versus quechua, lengua B¡±, que se sustituye por una oposici¨®n en la que el quechua destaca como la lengua de los or¨ªgenes y de la solidaridad.
Per¨² seguir¨¢ las v¨ªas de crecimiento adecuadas: s¨®lo as¨ª podr¨¢n quedar en el olvido agravios e iniquidades de ayer o de hoy
El Per¨² sabe, como Catalu?a, que la educaci¨®n es un ¨¢mbito particularmente decisivo para la recuperaci¨®n ling¨¹¨ªstica: asegura la competencia oral y escrita unitaria de los ciudadanos a trav¨¦s de la inmersi¨®n; en los niveles superiores, abre las puertas al idioma para que sea instrumento de expresi¨®n en la investigaci¨®n de punta en todas las ¨¢reas del saber. Hoy el Per¨² tiene en marcha una reforma que desea aprovechar tambi¨¦n para estos fines: escuela gratuita y obligatoria para todos, pero necesariamente inclusiva de la realidad identitaria, especialmente en el uso vehicular del quechua. Contra el analfabetismo, por supuesto; pero a favor de la alfabetizaci¨®n inicial en la lengua quechua. Todo ello, desde un panorama abierto; la voluntad de no quedar al margen de la mundializaci¨®n bien entendida, de apertura al universo, de conocer, pues, cuantas m¨¢s lenguas, mejor, no les impide ser conscientes de los peligros de una segunda dominaci¨®n ideol¨®gica ling¨¹¨ªstico-cultural.
El Per¨², desde mediados del siglo XX, est¨¢ en la v¨ªa prometedora de superaci¨®n de un contexto con doble cara: la de las clases dominantes opresoras y la de la revoluci¨®n de los campesinos, que se convirti¨® en terrorismo insoportable.
Todo eso he aprendido en la experiencia de un Congreso que reuni¨® a casi 300 especialistas, en el que la normalizaci¨®n del quechua ten¨ªa un papel preponderante. La amable invitaci¨®n de que fui objeto se dirig¨ªa al Institut d'Estudis Catalans, la academia de la lengua catalana. Elabor¨¦ un dec¨¢logo, que hicieron suyo, y que contiene las condiciones necesarias (no siempre suficientes) para la recuperaci¨®n de una lengua subordinada, y que me permito reproducir: 1. La voluntad popular de defenderla y usarla. 2. La existencia de la conciencia social de pertenencia a una identidad. 3. La implicaci¨®n del poder socioecon¨®mico. 4. La lengua debe llegar al uso general escrito. 5. Debe contar con una codificaci¨®n ortogr¨¢fica, gramatical y l¨¦xica aceptada por todos sus hablantes. 6. La educaci¨®n debe asegurar una competencia suficiente en todos los ciudadanos y servirse de la lengua en los grados m¨¢s elevados (Universidad y alta investigaci¨®n). 7. Debe contar con el apoyo del gobierno correspondiente en su defensa, protecci¨®n y difusi¨®n. 8. Dicho apoyo exige que legisle una pol¨ªtica ling¨¹¨ªstica que reconozca la oficialidad de la lengua y la convierta en instrumento de la Administraci¨®n p¨²blica para las comunicaciones habituales. 9. La pol¨ªtica ling¨¹¨ªstica debe tener como culminaci¨®n conseguir que la lengua sea usada siempre, por todos y para todo. 10. El esp¨ªritu con que se afronte la pol¨ªtica ling¨¹¨ªstica debe ser abierto y contrario a la endogamia. La lengua tiene que modernizarse sin tregua para disponer de los recursos que no le impidan penetrar en ning¨²n contexto comunicativo.
Auguro que el Per¨² seguir¨¢ las v¨ªas de crecimiento adecuadas que le permitir¨¢n medrar tal y como merece: s¨®lo as¨ª podr¨¢n quedar en el olvido agravios e iniquidades de ayer o de hoy.
Joan Mart¨ª i Castell es catedr¨¢tico em¨¦rito de la Universitat Rovira i Virgili (URV) y miembro numerario del Institut d¡¯Estudis Catalans (IEC).
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