Angustia y dilema del soberanismo
Nunca como hasta ahora se hab¨ªa tensado tanto la cuerda de los argumentos favorables a la independencia en Catalu?a
?Catalu?a camina hacia la independencia? Esta es la pregunta que muchos nos formulamos viendo las opiniones que se expresan a diario en los medios de comunicaci¨®n catalanes, tanto p¨²blicos como privados. Basta ver TV3, cadena que conserva el liderazgo de la audiencia, para comprobar la forma como se alimenta sistem¨¢ticamente el imaginario secesionista. La televisi¨®n auton¨®mica no desaprovecha la menor oportunidad para comparar Catalu?a con Flandes, Escocia o Qu¨¦bec, subrayar que los catalanes somos v¨ªctimas de un expolio econ¨®mico, o aventurar un escenario donde la ruptura caer¨¢ como fruta madura. Se trata de un mensaje muy expl¨ªcito, que vulnera el principio de neutralidad y pluralidad exigible a un medio que se sufraga con los impuestos de todos. Si esto lo hace un medio p¨²blico, lo que ocurre cada ma?ana en emisoras de radio privadas como Rac1, dependiente del editor de La Vanguardia, es de una machaconer¨ªa asfixiante. Y es que tambi¨¦n en Catalu?a tenemos nuestra particular ¡°brunete medi¨¢tica¡±: soberanista y mayormente de derechas. Asistimos a diario a una banalizaci¨®n del lenguaje, lo que como ya advert¨ªa el llorado Ernest Lluch genera ¡°odio y mala sangre¡±. A menudo parece que el ¨²nico impedimento real para proclamar la independencia sea la legalidad espa?ola, pues los catalanes, supuestamente, estamos ya todos de acuerdo.
El estudio sobre las balanzas fiscales que hace poco dio a conocer el consejero Andreu Mas-Colell seg¨²n el cual los catalanes aportamos en el 2009 al resto de Espa?a unos 16.000 millones de euros (el 8,4% del PIB catal¨¢n), que no regresaron de ninguna forma, ha servido para remachar la tesis padana de ¡°nos roban¡±. La forma como ha sido presentada esta informaci¨®n es muy censurable porque se han escondido deliberadamente datos que matizan sustancialmente el an¨¢lisis. De hecho, el PSC, bajo cuyo gobierno la Generalitat realiz¨® por primera vez el estudio de esas cuestiones, ha manifestado su desacuerdo por el m¨¦todo empleado. Solo se ha ofrecido una f¨®rmula, una balanza, cuando anteriormente se publicaron cuatro. Y, claro, se ha elegido la que ofrece un mayor d¨¦ficit. En cambio, se ha censurado la que hasta ahora se consideraba como la m¨¢s certera, la que se socializaba en el debate pol¨ªtico, pues esta vez daba un resultado inaceptable para CiU: la reducci¨®n del d¨¦ficit catal¨¢n al 0,4%. Sin duda, lo que ha sucedido es muy grave desde los principios de una sociedad abierta y, sin embargo, quien ha tenido que defenderse y justificarse son los socialistas, acusados por algunos de hacer el juego al espa?olismo.
Aunque el discurso nacionalista ha colonizado los medios, esa fortaleza expresa tambi¨¦n mucha angustia. Es evidente que el independentismo econ¨®mico ha logrado estos ¨²ltimos a?os una influencia en la calle muy importante. Y que se muestra muy decidido a conquistar una mayor¨ªa sociopol¨ªtica de ahora hasta el 2014, fecha que se avecina clave por muchas razones. Primera, porque todo apunta a que en Escocia puede celebrarse un refer¨¦ndum sobre su pertenencia al Reino Unido, lo que evidentemente va a estimular otras demandas. Y, segunda, porque en Catalu?a hay un sinf¨ªn de iniciativas promovidas por plataformas y entidades parapol¨ªticas con el fin de que se celebre ese a?o una consulta oficial, coincidiendo con el 300 aniversario de la ca¨ªda militar de Barcelona, el 11 de septiembre de 1714. Ahora bien, salta a la vista que la tensi¨®n y los argumentos de ¡°lesa humanidad¡± que hoy se utilizan desde el soberanismo, con el fin de convertir al independentismo a la mayor¨ªa de ciudadanos que se sienten en grados diversos catalanes y espa?oles, no se pueden mantener durante mucho tiempo. Tienen fecha de caducidad: la forma como se resuelva el asunto del pacto fiscal. De aqu¨ª viene la angustia.
El problema mayor para los que somos federalistas es que se est¨¢ socializando un relato en base a la exageraci¨®n y al enga?o deliberado. Un caso clar¨ªsimo es el propagado argumento sobre el supuesto l¨ªmite a la solidaridad que tienen los l?nder alemanes, utilizado para subrayar que Catalu?a vive una situaci¨®n inaudita en Europa. En boca de los dirigentes de CiU hemos le¨ªdo y escuchado repetidamente esa afirmaci¨®n. Duran Lleida lo dijo en sede parlamentaria, el pasado 16 de marzo. Artur Mas declar¨® eso mismo a Le Monde un mes antes, Entretanto, un aut¨¦ntico ej¨¦rcito de opinadores lleva meses propagando ese bulo por tierra, mar y aire. Pues bien, es mentira. Ni en la Constituci¨®n alemana ni en ninguna sentencia de su m¨¢s alto tribunal hay un l¨ªmite preciso a la solidaridad. Lo que se preserva, con una f¨®rmula de nivelaci¨®n financiera bastante compleja, es que el orden de las regiones en cuanto a su capacidad financiera no var¨ªe tras el ejercicio de la solidaridad. Sin duda, ser¨ªa bueno que el modelo federal alem¨¢n se trasladase a Espa?a. Y tambi¨¦n que el c¨¢lculo econ¨®mico del cupo vasco y navarro convergiera con el modelo general, ya que no solo es injusto sino tremendamente perverso para el conjunto del sistema auton¨®mico.
Muchos creen que el escenario de crisis profunda que vivimos hace que el momento sea ¨®ptimo
Todo esto se enmarca en un momento muy delicado para la federaci¨®n nacionalista, pues en 2013 toca revisar el modelo de financiaci¨®n acordado en 2009. En los pr¨®ximos meses, Artur Mas va a tener que elegir entre dos caminos, ambos llenos de dificultades. O alcanza un acuerdo con el PSC, lo que significa una apuesta por una nueva mejora de la financiaci¨®n auton¨®mica en el marco de la LOFCA, en la l¨ªnea del modelo alem¨¢n. Posici¨®n que probablemente tambi¨¦n podr¨ªa suscribir aut¨®nomamente el PP catal¨¢n. O CiU se mantiene inflexible en su posici¨®n de partida: un pacto fiscal muy pr¨®ximo a la f¨®rmula del concierto econ¨®mico, pero condenado al fracaso pol¨ªtico y, por tanto, a aumentar el grado de frustraci¨®n. Ello con el apoyo de ERC y, sorprendentemente tambi¨¦n, de ICV, coalici¨®n que aparece cada d¨ªa m¨¢s fracturada por la pulsi¨®n independentista que encuentra eco entre los j¨®venes provenientes de las clases medias lustradas, electorado que se disputa en parte con los republicanos.
A fecha de hoy, es dif¨ªcil saber c¨®mo se resolver¨¢ ese dilema, aunque es cierto que los convergentes llevan a?os sorteando tesituras parecidas. Ahora bien, nunca como hasta ahora se hab¨ªa tensado tanto la cuerda de los argumentos favorables a la independencia, con declaraciones de mucho peso como las de Jordi Pujol. Y es que, m¨¢s all¨¢ de la pol¨ªtica partidista, existe un movimiento ciudadano transversal que est¨¢ trabajando para forzar un escenario de ruptura y empujar a Artur Mas a convocar una consulta ciudadana con la que quebrar la legalidad espa?ola. Muchos creen que el escenario de crisis profunda que vivimos hace que el momento sea ¨®ptimo. Es f¨¢cil echar la culpa de los recortes y de las dificultades econ¨®micas de los catalanes al expolio que, afirman, sufre Catalu?a. Desde el independentismo neoliberal se juega a alimentar el espejismo de que, sin Espa?a, Catalu?a pronto se convertir¨ªa en una pr¨®spera y competitiva Holanda de sur. La angustia que viven muchos soberanistas es que no saben c¨®mo CiU resolver¨¢ su dilema pol¨ªtico.
Joaquim Coll es historiador y coautor de A favor de Espa?a y del catalanismo (Edhasa, 2010).
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