La complicidad entre castrismo e Iglesia
En Cuba, el proyecto de naci¨®n del catolicismo se presenta como extensi¨®n o complemento del proyecto oficial. Es un camino que no contribuye a la democratizaci¨®n ni a garantizar el pluralismo ideol¨®gico de la isla
En la resaca de las tantas visiones promisorias sobre la visita del Papa a Cuba que circulaban desde fines del a?o pasado, hoy advertimos que los mayores beneficios del paso de Ratzinger por la isla tal vez no haya que buscarlos en Santiago o La Habana sino en Washington y Bruselas. La presencia en Cuba del l¨ªder de una iglesia que congrega a m¨¢s de mil millones de fieles en el mundo tal vez ayude a consolidar el criterio de que la democratizaci¨®n cubana no se abrir¨¢ paso por medio de pol¨ªticas basadas en el aislamiento diplom¨¢tico de ese pa¨ªs o en sanciones comerciales contra su gobierno.
Al igual que en la visita de Juan Pablo II en 1998, la ciudadan¨ªa de la isla pudo escuchar a un jefe de Estado que habla de paz y libertad, de sociedad abierta y verdad cristiana. Todos, conceptos ajenos al discurso excluyente y confrontacional que ha caracterizado al gobierno cubano en m¨¢s de medio siglo de poder. La forma manipuladora con que los medios oficiales enfocaron la visita y los mensajes del Papa y el modo abiertamente represivo con que las autoridades manejaron la seguridad nacional, antes y durante la estancia de Benedicto XVI en Cuba, fue una perfecta negaci¨®n de esos mismos conceptos, serenamente formulados en las homil¨ªas del Papa.
De cara a la nueva sociedad que se viene construyendo en la isla, en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas, la visita papal abre interrogaciones que no pueden silenciarse ?Qu¨¦ tipo de ciudadan¨ªa acabar¨¢ constituy¨¦ndose en ese pa¨ªs caribe?o, si se normaliza la hegemon¨ªa doble del Partido Comunista sobre la sociedad pol¨ªtica y de la Iglesia Cat¨®lica sobre la sociedad civil? ?Qu¨¦ sujetos pol¨ªticos moldear¨¢ un sistema en el que la instituci¨®n alternativa al Estado socialista, que cuenta con mayores derechos civiles para la trasmisi¨®n de sus valores a la sociedad, es la Iglesia Cat¨®lica?
Hoy se puede hablar de una fe sostenida por dos instituciones autoritarias que saben entenderse
Existe la equivocada percepci¨®n de que Cuba ha sido y es una naci¨®n cat¨®lica, como Espa?a o M¨¦xico, Irlanda o Polonia. El proyecto cat¨®lico de naci¨®n nunca predomin¨® en Cuba por muchas razones que podr¨ªan resumirse con la idea del antrop¨®logo cubano, Fernando Ortiz, de que all¨ª la nacionalidad se form¨® tard¨ªamente, entre mediados del siglo XIX y principios del XX, por medio de un proceso de transculturaci¨®n que incluy¨®, por supuesto, diversos cultos religiosos. La religi¨®n cat¨®lica fue la m¨¢s practicada por los cubanos hasta 1958, pero la Iglesia no era la instituci¨®n hegem¨®nica de la sociedad civil de la isla antes del triunfo de la Revoluci¨®n.
Hoy los cat¨®licos no son mayor¨ªa demogr¨¢fica en Cuba y, sin embargo, la Iglesia es tratada por el gobierno de Ra¨²l Castro como si su feligres¨ªa acumulara las bases no representadas por el Partido Comunista. Este ¨²ltimo ha concedido al clero cat¨®lico derechos de asociaci¨®n y expresi¨®n que, por ser negados a la ciudadan¨ªa, se convierten en privilegios, que le permiten crecer en condiciones excepcionales. Es cierto que los cat¨®licos cubanos han luchado por esos derechos en el ¨²ltimo medio siglo, pero no menos que otras minor¨ªas de la sociedad, como las que conforman la oposici¨®n pac¨ªfica.
En su loable esfuerzo por abrir la esfera p¨²blica de la isla, la Iglesia y sus intelectuales insisten en que el crecimiento de esta instituci¨®n se debe a que la misma no pertenece a la sociedad pol¨ªtica sino a la sociedad civil y que, por tanto, su labor es estrictamente ¡°pastoral¡±. Sin embargo, no dejan perder oportunidad alguna para presentar la manera en que la Iglesia se relaciona con el gobierno de Ra¨²l Castro como el tipo de oposici¨®n leal que deber¨ªan practicar todas las asociaciones independientes para ser reconocidas. Nada m¨¢s pol¨ªtico que asumir un tipo de relaci¨®n con un gobierno como paradigma de toda la sociabilidad de un pa¨ªs.
El Papa se vio obligado a declarar que ¡°la ideolog¨ªa marxista ya no responde a la realidad¡±
Habr¨ªa entonces que empezar por admitir que el crecimiento del catolicismo cubano en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas no ha sido meramente ¡°natural¡± o ¡°espont¨¢neo¡±, sino que ha respondido a la coyuntura hist¨®rica del colapso ideol¨®gico del marxismo-leninismo en los 90 y a los privilegios concedidos a la Iglesia a partir de esa d¨¦cada. Todav¨ªa en los a?os previos y posteriores a la visita de Juan Pablo II a la isla pod¨ªa hablarse de la recuperaci¨®n de una fe reprimida o amordazada. Hoy habr¨ªa que hablar ya de una fe ideol¨®gicamente sostenida por dos instituciones autoritarias, que encuentran un punto de entendimiento en el discurso y la pr¨¢ctica del nacionalismo excluyente.
El sentido excluyente de ambos nacionalismos comienza con la representaci¨®n de toda la comunidad cubana como comunista o cat¨®lica. Un editorial de Granma de mediados de marzo hablaba de la ¡°Naci¨®n cubana¡±, no de la Revoluci¨®n o el Socialismo, y presentaba a esta al Papa Benedicto XVI, casi, como un pueblo cat¨®lico. El embajador de la isla ante la Santa Sede fue m¨¢s all¨¢ y declar¨® que la ¡°Revoluci¨®n Cubana y la Iglesia Cat¨®lica hablaban el mismo idioma porque persegu¨ªan lo mismo¡±. La homologaci¨®n de discursos entre ambas instituciones fue tan clara en los medios oficiales que el Papa se vio obligado a declarar, antes de su viaje a M¨¦xico, que la ¡°ideolog¨ªa marxista ya no responde a la realidad¡±.
Si lo que el Papa quiso decir era que la ideolog¨ªa oficial cubana no responde a la realidad de la isla, tal vez debi¨® referirse a la ideolog¨ªa ¡°marxista-leninista¡± o ¡°estalinista¡± o, incluso, ¡°comunista¡±. La teor¨ªa social e hist¨®rica del capitalismo moderno de Marx es, por el contrario, una de las ideolog¨ªas que m¨¢s contactos establece con la realidad global del siglo XXI. Lo curioso es que el gobierno tolere el anticomunismo de la Iglesia Cat¨®lica, mientras subvalora, margina o silencia los marxismos cr¨ªticos que se posicionan frente a la ausencia de democracia o al avance del capitalismo en Cuba.
La elecci¨®n oficial del catolicismo como alternativa leal posee, adem¨¢s, el inconveniente de facilitar el arraigo de ideas conservadoras sobre la nueva comunidad multicultural que intenta articularse en la isla a principios del siglo XXI. La visi¨®n de la Iglesia sobre las alteridades sexuales, raciales y gen¨¦ricas, sobre los cultos afrocubanos, el aborto y el matrimonio gay, es tradicionalista, por no decir reaccionaria. El gobierno cubano, que hist¨®ricamente ha demostrado ser tambi¨¦n conservador en esas materias, hace acompa?ar su cautelosa apertura econ¨®mica de una reevangelizaci¨®n cat¨®lica que se propone crear una mayor¨ªa moral, ¡°obediente en la fe¡± y ¡°buscadora de la verdad¡±.
El Papa, el cardenal Jaime Ortega, el arzobispo Thomas Wenski y casi todos los l¨ªderes cat¨®licos, dentro y fuera de Cuba, hablan de un ¡°largo camino de reconciliaci¨®n nacional¡± y de una transici¨®n gradual, que evite el capitalismo salvaje en Cuba. La pregunta que queda en pie es por qu¨¦ para evitar ese tipo de capitalismo y avanzar en esa reconciliaci¨®n nacional es necesario privar a la ciudadan¨ªa de derechos civiles y pol¨ªticos elementales como la libertad de asociaci¨®n y expresi¨®n. No estar¨ªa mal que, aprovechando los medios con que ya cuenta, la Iglesia fuera m¨¢s transparente en la exposici¨®n del tipo de capitalismo y el tipo de democracia que desea para Cuba.
El catolicismo, como sostuviera el malogrado profesor de la Universidad de Cambridge, Emile Perreau-Saussine, en su p¨®stumo estudio Catholicism and Democracy (2012), no es incompatible con la democracia. Pero sus mayores contribuciones a esta se han verificado cuando ha sabido renunciar a sus linajes antiliberales y anticomunistas y se ha secularizado por la v¨ªa del di¨¢logo ecum¨¦nico y la convivencia con otras religiones, cultos e ideolog¨ªas. Los cat¨®licos cubanos deber¨ªan ganar conciencia en que el crecimiento de su fe en Cuba s¨®lo podr¨¢ consolidarse plenamente bajo un clima de tolerancia religiosa, diversidad ideol¨®gica y libertades p¨²blicas para todos.
La visita del Papa Benedicto XVI a Cuba ha sido beneficiosa para la democratizaci¨®n, toda vez que el pueblo de la isla entr¨® en contacto con un l¨ªder mundial que trasmite ideas y valores diferentes a los del Estado cubano. Lo que no favorece la democratizaci¨®n de Cuba es que el proyecto de naci¨®n del catolicismo se presente como extensi¨®n o complemento del proyecto oficial. Lo que, definitivamente, no contribuye al creciente pluralismo ideol¨®gico de la isla es que la Iglesia Cat¨®lica comparta con el Partido Comunista la hegemon¨ªa sobre la esfera p¨²blica cubana, aceptando la limitaci¨®n de derechos de las dem¨¢s asociaciones civiles y pol¨ªticas del pa¨ªs.
Rafael Rojas es historiador.
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