El milagro de los "billetes de aseguramiento de empleo"

Esta entrada ha sido escrita porDANIEL JIM?NEZ, del equipo de redacci¨®n deNoticias Positivas.

Municipio de W?rgl. Foto: tyrol.tl

Fig¨²rense un municipio cualquiera en situaci¨®n de bancarrota y con alto desempleo. No les ser¨¢ dif¨ªcil. Imag¨ªnense que su alcalde decide crear una moneda propia con la finalidad de estimular la econom¨ªa en el pueblo y en tan solo un a?o consigue que el paro descienda un 25% y se alcance el pleno empleo.

No les estoy hablando de ficci¨®n. Esto sucedi¨® realmente en el municipio austr¨ªaco de W?rgl, que en 1932, en plena depresi¨®n mundial tras el crack del 29, puso en marcha un sistema de este tipo. La idea fue del alcalde, Michael Unterguggenberger, que de esta manera quer¨ªa dinamizar la deprimida actividad econ¨®mica de los comercios de la localidad.

Los vales del regidor fueron bautizados con el nombre de "billete de aseguramiento de empleo", o billete AB, por sus siglas en alem¨¢n, cuya equivalencia con los chelines austriacos, la moneda oficial, que evidentemente segu¨ªa circulando tambi¨¦n, fue de 1 a 1 (un billete AB equival¨ªa a un chel¨ªn). Se trataba de "dinero gratuito", llamado as¨ª porque no tiene un tipo de inter¨¦s. Al contrario, era dinero oxidable, es decir, que perd¨ªa valor con el paso del tiempo, y adem¨¢s, retener el billete obligaba a pagar una tasa. El sistema resultaba muy sencillo: en cada uno de estos billetes hab¨ªa 12 casillas, y cada una representaba un mes del a?o. Una vez transcurrido el mes, el billete s¨®lo conservaba su valor y era aceptado cuando se hab¨ªa pegado un sello que costaba el 1% de su valor nominal en la casilla correspondiente.

El dinero AB fue puesto en circulaci¨®n entre el personal de la administraci¨®n municipal. Adem¨¢s, Unterguggenberger puso en marcha un plan de empleo para parados, a los que se pagaba en su totalidad con esta moneda. A fin de evitar la tasa del 1% mensual, los ciudadanos de W?rgl optaban por entregar r¨¢pidamente estos vales. Por ejemplo, cuando el panadero recib¨ªa billetes AB por su pan, tardaba bastante poco en pagar con esta moneda al carnicero cuando iba a comprar carne. La necesidad de mantener esta moneda en constante circulaci¨®n tambi¨¦n provocaba que se pagaran los impuestos municipales por adelantado. Lo cual permit¨ªa al consistorio disponer de nuevos fondos para reiniciar el proceso. As¨ª, con este sencillo mecanismo, se logr¨® el ¨¦xito de alcanzar el pleno empleo en un a?o.

Algunas personas se preguntar¨¢n si este sistema no gener¨® una galopante inflaci¨®n. La respuesta es que no lo hizo, por la sencilla raz¨®n de que cada persona s¨®lo pod¨ªa volver a gastar tanto dinero como el que ingresaba por medio del trabajo y de la producci¨®n, es decir, por valores econ¨®micos reales. No hab¨ªa por tanto creaci¨®n artificial de dinero, ni tampoco retenci¨®n monetaria, ya que el dinero AB no pose¨ªa tipos de inter¨¦s, y por tanto no era rentable acumularlo, lo cual evitaba los movimientos especulativos.

Desgraciadamente, el llamado "milagro de W?rgl" muri¨® de ¨¦xito. Debido a que la f¨®rmula demostraba su eficacia, m¨¢s de cien municipios austriacos intentaron copiarla. En ese momento saltaron las alarmas en el Banco Central de Austria, que afirm¨® que el experimento era un "disparate", y logr¨® que el gobierno del pa¨ªs lo prohibiera. Poco tiempo despu¨¦s, volvi¨® la miseria y el paro a W?rgl.

Sin embargo, el legado de la moneda de Unterguggenberger sigue siendo vigente. Lo podemos rastrear en Argentina durante los a?os del corralito, momento en el que fue fundamental el papel de los clubes de trueque para hacer frente a la situaci¨®n de penuria social. Precisamente, muchos de estos clubes cuentan con sus propias monedas para facilitar los intercambios de productos y servicios.

Actualmente, se estima que hay unas 5.000 monedas complementarias, sociales o alternativas, que de todas estas maneras se las llama, en el mundo. En Espa?a, hasta hace muy poco, la presencia de este movimiento era pr¨¢cticamente residual. Pero en los ¨²ltimos a?os se est¨¢ produciendo un cambio sustancial con la implantaci¨®n de interesantes iniciativas. Entre ellas, destaca la existencia de una red de monedas sociales interconectadas a trav¨¦s del sistema CES (Community Exchange System; en castellano, Sistema de Intercambio en Comunidad), que cuenta actualmente con 58 grupos locales registrados.

El punto en com¨²n de todas las iniciativas que est¨¢n surgiendo en esta materia es que siempre se trata de monedas pensadas para dinamizar la econom¨ªa real, y nunca para acumular dinero con fines especulativos. Son monedas sin tipos de inter¨¦s, no controladas por los bancos privados y dise?adas para salvar a la econom¨ªa real. Todo lo contrario, por tanto, de lo que sucede actualmente en Europa, donde parece que hay que sacrificar a la econom¨ªa real para salvar al euro, que en el fondo no es otra cosa que salvar a los bancos privados. Sin duda, un desprop¨®sito que no puede menos que provocar otros desprop¨®sitos. Pero como ven, hay una salida a esta situaci¨®n. Que no se entere el Banco Central Europeo de que lo sabemos.