La realidad de Andaluc¨ªa

En las ¨²ltimas semanas, he asistido at¨®nito a la escalada de insultos que los andaluces hemos recibido. At¨®nito no por los insultos en s¨ª, a los que ya empezamos a estar acostumbrados, pero la tibieza de las propias autoridades andaluzas en nuestra defensa y en la de nuestra tierra s¨ª me tiene perplejo.

Hay que dejar bien claro de una vez que los andaluces no somos vagos, ni irresponsables en el cumplimiento de nuestras responsabilidades fiscales, ni nosotros ni nuestros hijos somos ignorantes o analfabetos, ni hablamos con acento de chiste, ni somos corruptos, ni vivimos al sol de las subvenciones y los subsidios.

El coraz¨®n de mi abuelo revent¨®, literalmente, despu¨¦s de trabajar de sol a sol durante toda su vida. A pesar de la humildad de origen de su familia, mi padre consigui¨® alcanzar una titulaci¨®n universitaria; todos sus hijos hemos recibido educaci¨®n universitaria p¨²blica. Algunos de sus nietos trabajan en el Servicio Andaluz de Salud, tras obtener sus t¨ªtulos con gran trabajo y desarrollar su tarea a veces con una dedicaci¨®n mucho m¨¢s all¨¢ de lo exigible.

Los servicios p¨²blicos andaluces son intachables, a pesar de contar con menos recursos en relaci¨®n a otras comunidades. Hasta hace bien poco no hemos tenido en Andaluc¨ªa las infraestructuras que otras autonom¨ªas llevan d¨¦cadas disfrutando. La realidad de Andaluc¨ªa no es la que muchos medios hoy est¨¢n pintando, desairados por el resultado de las elecciones, ni la de los pol¨ªticos de medio pelo que pueblan nuestro pa¨ªs.¡ª Antonio Jos¨¦ G¨®mez Ram¨ªrez.?