Alarma en la ciencia
El editorial del 2 de abril titulado Alarma en la ciencia recoge los temores que el personal investigador de este pa¨ªs lleva fraguando desde hace ya algunos a?os.
Los recortes continuos que estamos sufriendo en investigaci¨®n hacen que en ocasiones algunos gastos sean asumidos por los propios miembros del colectivo: investigar es caro, pero difundir y publicar los resultados tambi¨¦n lo es, siendo esto ¨²ltimo un requisito para poder solicitar nuevas propuestas de investigaci¨®n, aunque no asegure su financiaci¨®n. Un problema que yo veo a mayores es que esta situaci¨®n tiene un l¨ªmite en el caso del colectivo de personal docente e investigador de las universidades.
Nuestras obligaciones se reparten, efectivamente, entre la docencia y la investigaci¨®n. No es admisible que la primera se pueda lograr con calidad si no se retroalimenta con los resultados de la investigaci¨®n que lleva a cabo el profesorado. Si no se hace as¨ª, la docencia se convierte en una actividad obsoleta y parroquiana, de bajo nivel, que impedir¨¢ a nuestros estudiantes avanzar en los temas cient¨ªficos actuales. Pero no puede ser que esto se haga a cargo del bolsillo del docente. Lo que se va a conseguir a este paso es que el personal docente e investigador que lleva luchando contracorriente durante varios a?os opte por la soluci¨®n f¨¢cil (y m¨¢s c¨®moda): ce?irse a las obligaciones docentes.
Esto est¨¢ ya pasando en nuestro pa¨ªs, se nos est¨¢n ¡°cortando las alas¡±. Volcarnos en la docencia sin investigaci¨®n puede ser la soluci¨®n f¨¢cil y c¨®moda, pero puedo asegurar que es tremendamente frustrante. Ante esta situaci¨®n hay que promover que, indudablemente, las nuevas generaciones de personal cient¨ªfico abandonen el pa¨ªs para buscarse la vida en otro sitio m¨¢s comprometido con el avance de la ciencia.¡ª Lola Pereira.
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