Amnist¨ªa discutida
La debilidad de la medida est¨¢ en el bajo tipo de inter¨¦s y la dudosa repatriaci¨®n de capitales
Por imprevista, la amnist¨ªa fiscal propuesta por el Ejecutivo del PP se ha convertido en seria candidata a condicionar la discusi¨®n presupuestaria. La rotundidad del formato elegido en un asunto tan sensible trasluce cierta improvisaci¨®n que, de no remediarse en el tr¨¢mite parlamentario, abrir¨¢ una enorme brecha en el prestigio del Gobierno. Los presupuestos evitaron inicialmente la convergencia de protestas de sectores como los funcionarios (no se les rebaja el sueldo), pensionistas (que pierden capacidad adquisitiva, pero por la v¨ªa indirecta del alza del IRPF), pacientes (al excluirse el copago) y parados acogidos al seguro de desempleo (al menos por el momento). Las provincias forales de Euskadi y de Navarra, que tienen la competencia fiscal para ello, rechazan la decisi¨®n del Gobierno. El trazo grueso de la amnist¨ªa amenaza con convertirse en el sustitutivo de malestares postergados y arrastrados desde el comienzo de la crisis.
Ante el grave deterioro de las finanzas p¨²blicas y la concentraci¨®n del inter¨¦s mundial sobre el d¨¦ficit presupuestario espa?ol, ser¨ªa infantil descartar de entrada recurso fiscal alguno, por discutible que sea, como lo es el que puede generar esta medida. Pero a condici¨®n de aplicarla con mucha seriedad, bastante equilibrio y un m¨ªnimo de equidad: huelga la ya consabida cantinela populista de ¡°no nos gusta, pero nos vemos obligados¡±. Significa que un perd¨®n fiscal solo debe utilizarse como ¨²ltimo recurso, no como mera alternativa a un alza del IVA ¡ªinconveniente en etapa recesiva¡ª, pues existen otros nichos de renta o patrimonio susceptibles de fiscalizar. Equilibrio implica que el dise?o de la amnist¨ªa la haga atractiva al mismo tiempo para los evasores arrepentidos y para el Tesoro p¨²blico. El tipo liberatorio decidido, del 10%, aparenta ser goloso para los primeros, aunque quiz¨¢ algunos de los patrimonios extraterrados hayan sufrido p¨¦rdidas y les pueda interesar m¨¢s una regularizaci¨®n individual de las habituales.
Pero es menos productiva para Hacienda: los mejores precedentes, tanto en Espa?a como en Alemania u otros pa¨ªses, contemplaban tipos m¨¢s altos (en torno al 25%) o contrapartidas m¨¢s severas (compra de deuda p¨²blica a bajo inter¨¦s y a largo plazo). Y, sobre todo, la repatriaci¨®n de los capitales como f¨®rmula adicional de dinamizar la econom¨ªa.
Una operaci¨®n as¨ª no puede, por esencia, entra?ar la m¨¢xima equidad, siempre deseable. Precisamente el desequilibrio de su formato contrariar¨¢ a la mayor¨ªa de los ciudadanos fiscalmente responsables, a quienes simult¨¢neamente se les aumentan los impuestos (IRPF). Es un incentivo a la desafecci¨®n fiscal, porque premia en exceso el retorno (limitado) del hijo pr¨®digo a costa del cumplidor. Y puede deteriorar la eficiencia de la medida, contra el aumento de recaudaci¨®n pretendido. Har¨¢ bien el Gobierno en reconsiderar los detalles de la medida. En los detalles est¨¢ el diablo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.