Empeorando
Nunca hay que bajar la guardia en la defensa de nuestros valores, aunque parezcan s¨®lidos y obvios
Con nuestra habitual estrechez de miras, tendemos a pensar que el momento hist¨®rico que vivimos es el m¨¢s moderno y sofisticado de todos los tiempos. Como si el progreso fuera algo inevitable y nosotros mismos la c¨²spide del desarrollo humano. Nada m¨¢s lejos de la verdad; los logros sociales son resbaladizos y vol¨¢tiles y a menudo se producen regresiones: por ejemplo, la situaci¨®n de la mujer era mejor a principios del siglo XIX que 100 a?os m¨¢s tarde. Nunca hay que bajar la guardia en la defensa de nuestros valores, aunque parezcan s¨®lidos y obvios. A veces los pueblos eligen la involuci¨®n e incluso el suicidio, como sucedi¨® con la Alemania nazi.
Digo todo esto ante la coincidencia en las ¨²ltimas semanas de noticias hom¨®fobas. La muerte en el civilizado Chile de Daniel Zamudio, de 24 a?os, tras haber sido torturado durante seis horas por ser gay; la entrada en vigor de la nueva ley rusa contra los homosexuales, a quienes compara con los ped¨®filos; o las palabras del obispo de Alcal¨¢ de Henares, que no pasar¨ªan de ser una mentecatez petarda si no fuera porque las dijo en una misa, o sea, revestido de su poder de brujo, y porque para soltar una homil¨ªa as¨ª tiene que sentirse socialmente amparado y acompa?ado. S¨ª, me temo que damos demasiadas cosas por seguras. Por ejemplo, que los gays ya no tienen ning¨²n problema en Occidente; o que el machismo est¨¢ superado y hablar de los derechos de las mujeres es una anticualla; o que no existe ning¨²n antisemitismo en Espa?a sino indignaci¨®n por la cuesti¨®n palestina (y es verdad que el maltrato a los palestinos es un esc¨¢ndalo, pero adem¨¢s creo ver un antisemitismo creciente y preocupante). Y as¨ª, mientras nuestros valores se llenan de polvo arrumbados en una estanter¨ªa, los retr¨®grados medran. Y, para peor, en el caldo de cultivo de una recesi¨®n. Cuidado con las crisis: engordan a las bestias.
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