Pactos de Estado

Personas del ¨¢mbito del PP proponen que Mariano Rajoy ponga en juego toda su capacidad de liderazgo para buscar consensos y ampliar los apoyos a las reformas. El l¨ªder del principal partido de la oposici¨®n, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, le ofreci¨® ayer di¨¢logo durante la sesi¨®n de control al Gobierno en el Congreso, tras pasarle factura por la reforma laboral y la decisi¨®n unilateral de recortar 10.000 millones en sanidad y educaci¨®n. El presidente del Gobierno se mostr¨® dispuesto a hablar con el dirigente socialista ¡ªrevelando de paso que los dos se han visto m¨¢s de lo que ambos hab¨ªan dicho p¨²blicamente¡ª, aunque se manifest¨® esc¨¦ptico, con el argumento de que el PSOE no apoya la Ley de Estabilidad Presupuestaria ¡ªlos socialistas culpan al PP de la ruptura del consenso¡ª , o de que retrasa el acuerdo necesario para la renovaci¨®n de ciertos ¨®rganos (en alusi¨®n al Tribunal Constitucional o RTVE), cuesti¨®n en la que el PSOE reenv¨ªa la pelota al PP.

Ya sabemos que los dos partidos principales tienen muchas cuentas pendientes. Pero esta no es la hora de la bronca interna ni de que cada uno se enroque en sus verdades, sino de tomar el toro por los cuernos para ensanchar consensos. Uno de los objetivos principales es el de cumplir con Europa: deber¨ªan contarnos c¨®mo piensan actuar para evitar errores de cara a la UE y para que la principal instituci¨®n de la zona euro, su Banco Central, contribuya a paliar el desaforado ataque de los inversores, y no solo de manera puntual. Adem¨¢s, hay que restablecer la lealtad entre mandatarios de pa¨ªses que comparten una moneda com¨²n. Rajoy pidi¨® ayer prudencia ¡ªsin citarles expresamente¡ª a dirigentes como Mario Monti o Nicolas Sarkozy, que no se han manifestado como socios leales en las ¨²ltimas semanas. Esa misma actitud tendr¨¢ m¨¢s capacidad de convicci¨®n cuando responda a una acci¨®n consensuada desde Espa?a, que haga m¨¢s dif¨ªcil la repetici¨®n de descalificaciones por parte de pol¨ªticos europeos a todas luces nerviosos por situaciones internas.

Los pactos son igualmente necesarios para garantizar que el Estado de bienestar se mantendr¨¢ en dimensiones razonables. No es cre¨ªble que pueda llevarse a cabo un recorte presupuestario de 27.000 millones de euros, y otro de 10.000 millones en sanidad y educaci¨®n, simplemente con votaciones mec¨¢nicas de una mayor¨ªa absoluta parlamentaria. Tambi¨¦n hay que acelerar la reordenaci¨®n del sistema financiero, que sigue proyectando demasiadas dudas, y entenderse sobre un ritmo de reducci¨®n del d¨¦ficit que no aniquile la creaci¨®n de empleo y el crecimiento econ¨®mico.

Ante los diputados de su partido, el jefe del Gobierno asegur¨® ayer que las reformas marchan a buen ritmo, aunque acept¨® que no van a producir efectos a corto plazo, acompa?¨¢ndolo con la obviedad de que cuenta con cuatro a?os por delante. La cuesti¨®n es si el pa¨ªs est¨¢ para confiar a ciegas. No se puede desaparecer un par de semanas del escenario p¨²blico, como ha hecho el presidente y coordinador econ¨®mico del Ejecutivo, durante las cuales se han producido sucesivas sacudidas. Si este no es el momento de plantear un esfuerzo conjunto en temas capitales, orillando la bronca y el ambiente de gallinero, parece imposible que se genere la confianza indispensable.

Claro que dif¨ªcilmente se puede exigir lealtad y consenso si no se demuestra internamente. La presidenta madrile?a, Esperanza Aguirre, no ha aportado explicaciones que justifiquen el descomunal ahorro (nada menos que 48.000 millones de euros) que supondr¨ªa, seg¨²n ella, el desmontaje de las comunidades aut¨®nomas, ni la forma de hacerlo m¨¢s all¨¢ de usar un chasquido de dedos. Populismos de tal calibre no nos hacen ninguna falta.