?Atr¨¦vete, mujer!
Por Juan G. Bedoya
Se ha dicho que las mujeres viven, de media, m¨¢s a?os que los hombres porque hablan m¨¢s. Habr¨ªa que ver si, adem¨¢s de hablar m¨¢s, se callan tambi¨¦n menos. En el principio fue el verbo, la palabra, as¨ª que no hay nada peor que un silencio obligado. Es horrible morderse la lengua demasiado. Comunicarse nos hace personas, sin comunicaci¨®n no hay sociedad. Otra cosa es el pensamiento. Seg¨²n Elvira S. Muliterno, una persona tiene unos 60.000 pensamientos diarios. Lo dice en Mujer empoderada. Nuevas claves para expresar el aut¨¦ntico poder de la feminidad, que acaba de publicar la editorial LoQueNoExiste. Sesenta mil pensamientos son muchos pensamientos, pero la cifra procede de estudios solventes. Elvira S. Muliterno advierte, de todas formas, que muchos de esos pensamientos son meras repeticiones, es decir, pensar una y otra vez lo mismo.
Mujer empoderada es un libro que llama la atenci¨®n ya por el mismo t¨ªtulo. La palabra empoderamiento (del ingl¨¦s empowerment) ni siquiera est¨¢ aceptada por la Real Academia Espa?ola, ni tampoco el verbo empoderar. Pero s¨ª aparecen, esplendorosas, en el estupendo Diccionario Panhisp¨¢nico de Dudas, que define empoderar como ¡°conceder poder a un colectivo desfavorecido socioecon¨®micamente para que, mediante su autogesti¨®n, mejore sus condiciones de vida¡±. Y a?ade: ¡°El verbo empoderar ya exist¨ªa en espa?ol como variante desusada de apoderar. Su resucitaci¨®n con este nuevo sentido tiene la ventaja, sobre apoderar, de usarse hoy ¨²nicamente con este significado espec¨ªfico¡±.
Muliterno se para lo justo (muy poco) en si existe la palabra empoderar, y entra de lleno en materia, para explicar en 250 p¨¢ginas algunas de las razones por las que las mujeres triunfan menos que los hombres en su profesi¨®n, y por qu¨¦ son tan grandes las diferencias de g¨¦nero en el mundo laboral, pese a tantas excepciones extraordinarias. Superado con creces el siglo XX, considerado presuntuosamente el siglo de las mujeres, hay consenso en que la mujer est¨¢ sobradamente preparada en todos los campos de la actividad humana, y que cuenta con el respaldo institucional y social (hablamos, claro est¨¢, de la civilizaci¨®n llamada occidental). ?D¨®nde est¨¢n los estorbos, entonces?
¡°?Por qu¨¦ las mujeres no hemos llegado a conseguir los mismos niveles de poder que nuestros colegas masculinos?¡± Es una de las preguntas de Elvira S. Muliterno en Mujer empoderada. Ofrece varias respuestas, pero tambi¨¦n muchas preguntas. Y esta consideraci¨®n de partida: ¡°Gracias a la lucha de grandes mujeres y hombres, hemos conseguido contar con las actuales condiciones externas en materia de leyes y de concienciaci¨®n social. Lo externo ya est¨¢ logrado. Ahora es necesario hacer un trabajo interior, cada una de nosotras hemos de mirarnos hacia dentro y determinar c¨®mo estamos utilizando los derechos conseguidos (¡) Ya no sirve sentarnos y contar a los dem¨¢s que nuestra vida no es como deseamos y que la culpa la tiene la sociedad, nuestra familia, el jefe o los amigos. ?Eso es tirar balones fuera! Es la forma m¨¢s r¨¢pida de perder nuestro poder¡±.
El reto de S. Muliterno a sus cong¨¦neres es sencillo, aunque necesite de cien mil palabras para concretarlo. Pero es un viaje que merece la pena. He aqu¨ª un par de consejos para convertirse en una mujer empoderada, con poder interno, preparada para tener poder social. En primer lugar, hay que amarse. Como escribi¨® Oscar Wilde, ¡°amarse a uno mismo es empezar un romance por la vida¡±. Y hay que creerse. A los hombres se les educa desde peque?os a ser responsables de s¨ª mismos. Si quieren, podr¨¢n con todo. En cambio, la mujer ha sido educada, tradicionalmente, para ser ¨²til (e incluso servir) a los dem¨¢s: la familia, el marido, los hijos, los padres mayores.
El libro concluye con una reflexi¨®n sobre la esencia femenina y un ejemplo que subrayo por lo que tiene que ver con esta pasada semana tan cat¨®lica (pero tan poco santa). Se refiere Elvira S. Muliterno a los modelos tradicionales a los que ha tenido que hacer frente la mujer para quitarse de encima tantos juicios previos (y prejuicios). El m¨¢s sublime es la Virgen Mar¨ªa, tan excelente que logr¨® el milagro de ser madre sin tener relaciones sexuales. Enfrente, la mujer empecatada (ella como pecado) en el imaginario eclesi¨¢stico. Por su culpa (por comer el fruto del ¨¢rbol de la ciencia), el hombre fue expulsado del para¨ªso terrenal. Por eso ser¨¢ castigada la mujer a quedarse fuera del santuario, la criada de los jerarcas. Lo ha vuelto a proclamar el Papa esta semana pasada: nada de sacerdotes femeninos. Dios no lo ha querido, ha dicho, nada menos (como si Benedicto XVI hablase por tel¨¦fono con Dios). Elvira S. Muliterno ve detr¨¢s de esas im¨¢genes muchas mentes malvadas. La historia del feminismo en los dos ¨²ltimos siglos ha sido una lucha contra esos fantasmas religiosos. Finalmente, el grito en Mujer empoderada es una vuelta al famoso ?atr¨¦vete a pensar!, aqu¨ª un clamoroso ?atr¨¦vete a ser tu misma!
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