Estabilidad inestable
PP y PSOE deben solventar en el Senado su desacuerdo sobre la ley de las finanzas p¨²blicas
La aprobaci¨®n parlamentaria de la Ley de Estabilidad Presupuestaria con el voto contrario del PSOE es una muy mala noticia. Por tres razones. En primer lugar, porque entra?a un mensaje negativo a los mercados. No en el sentido de que haya un abismo entre los dos grandes partidos sobre el principio de la lucha contra el d¨¦ficit, sino de que les es imposible construir un acuerdo sobre detalles, si bien no menores, de la misma.
En segundo lugar, porque se produce, extra?amente, despu¨¦s del acuerdo alcanzado en agosto para incorporar esa pol¨ªtica a la Constituci¨®n, acuerdo que dejaba sus concreciones a esta ley org¨¢nica. PP y PSOE parecen desafiar al principio de derecho romano seg¨²n el cual quien puede lo m¨¢s, puede lo menos: lograron pactar lo m¨¢s dif¨ªcil, una reforma constitucional, y han sido incapaces de hacer lo propio con su mero desarrollo legislativo.
Y lo es tambi¨¦n, en tercer lugar, porque la ausencia de consenso erosiona la fortaleza de la propia norma, al anunciar la eventualidad de su modificaci¨®n tras el siguiente cambio de signo del Gobierno. Algo que ya ha ocurrido con las anteriores leyes de estabilidad presupuestaria, replanteadas al comp¨¢s del turno de poder. Que esa inestabilidad de la norma afecte justo a una ley que reclama la estabilidad desborda la paradoja: perjudica la imagen de seriedad de Espa?a como pa¨ªs capaz de dar continuidad a pol¨ªticas esenciales.
Esos impactos negativos apenas se compensan con la repesca al consenso en esta materia ¡ªentre otros grupos¡ª del nacionalismo catal¨¢n de CiU, que denigr¨® la reforma de la Carta Magna considerando entonces roto el consenso constitucional, y que ahora impl¨ªcitamente deber¨¢ reputar como restablecido.
Si el consenso pasado fue m¨¦rito de los dos grandes partidos, la culpa del disenso actual habr¨¢ que atribuirla tambi¨¦n a ambos. Aunque en distinto grado, pues el partido del Gobierno siempre ostenta mayor responsabilidad al disponer de m¨¢s instrumentos con que acompa?ar un pacto, y porque su texto conculca el esp¨ªritu de lo acordado el 26 de agosto.
A saber, que la ley org¨¢nica no establecer¨ªa la obligatoriedad del d¨¦ficit cero, sino del 0,4% del PIB, en l¨ªnea con el Tratado europeo, lo que ahora se contempla solo a t¨ªtulo excepcional. Es lo que permit¨ªa un margen, si bien muy leve, al desarrollo de una pol¨ªtica contrac¨ªclica, margen que posibilit¨® el consenso en la reforma constitucional. Si el Gobierno ha mostrado flexibilidad para recuperar a CiU con una modificaci¨®n de calendario, ?por qu¨¦ no ha hecho algo parecido con el primer partido de la oposici¨®n?
Esa recomposici¨®n debiera ser posible al paso de la ley por el Senado. Convendr¨ªa entonces mejorarla en otros aspectos. Como un cambio en el car¨¢cter de la autoridad sancionadora a las Administraciones incumplidoras del d¨¦ficit, para asumir la idea de acad¨¦micos de peso de desgubernamentalizar esa funci¨®n y atribuirla a un organismo independiente.
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